DEPORTES

Del Piojo a la Pulga

 Por Por Juan Sasturain
Desde la casa

Llegó la hora y por suerte –pero sobre todo por buenas decisiones previas, aptitudes demostradas y actitud elogiable–, vamos a enfrentar hoy a Alemania con un buen equipo en la cancha, con muchas ilusiones y con posibilidades ciertas de jugar bien al fútbol y de ganar. No es poco. Sobre todo porque no siempre ha sido así. Y si discutimos nombres y tácticas y posiciones y formas de jugar es porque hay riqueza, opciones. Sobre todo en las zonas de la cancha en las que se genera y se define el juego: del medio para adelante, donde se puede soñar. Por eso, en la previa no tenemos pesadillas, sino buenos sueños: no es que no podemos juntar once que nos satisfagan, sino que no podemos meter en once camisetas a todos los que nos gustaría poner.

Riquelme, Saviola, Crespo, Messi, Tevez, Lucho, Cambiasso, Maxi Rodríguez... Barajamos esos nombres y armamos formaciones satisfactorias con unos y otros. Y, sin embargo, en otras circunstancias, pelearíamos a muerte por la titularidad de Palacio o de Pablito Aimar. Sus nombres serían los que coparían la discusión acalorada. Y en este caso –tal vez sólo porque no jugaron tanto, seguramente– no es así. Sin embargo, no hay quien no aplaudirá cuando José –si se le ocurre– los ponga. Así están las cosas: hay plantel, hay jugadores.

La cuestión es qué partitura se va a tocar, quiénes son los intérpretes adecuados para ese arreglo. Es el tema de Román y sus alrededores. Algunos creemos (Pekerman y más de treinta millones de argentinos incluidos) que Argentina necesita tener más la pelota de lo que ha dispuesto de ella hasta ahora. Que necesita dominar el trámite (llevar el juego a su modalidad, no entrar en la que disponga el rival) y que, cuando tenga la pelota y domine, vaya, ataque más: buscar por abajo y por el medio a los grandotes, cambiar de ritmo en tres cuartos de cancha, encarar en el uno contra uno, tirar desde afuera... Obviamente, son boludeces de sentido común futbolero: todo lo que se sabe que se debería y se querría hacer y se practica en entrenamientos. Sólo que enfrente estará Alemania. Y ellos tienen ideas propias al respecto. Lo sabemos, claro: el rival también juega.

Por eso, ahora que ya no queda nada que hacer ni decir sino esperar, démosle crédito a la ilusión. Démonos permiso para creer que con lo que hay, se puede, y jugando bien. Creo que lo más sintomático para ilustrar el momento es que cuatro u ocho años atrás discutíamos sobre la presencia o no del impredecible Piojo López; hoy, porfiamos sobre la necesidad o no de tener desde el principio en la cancha a la Pulga Messi. A buen entendedor futbolero, pocas palabras o insectos bastan para marcar la diferencia. Ojalá se note.

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