Viernes, 30 de junio de 2006 | Hoy
EL PAíS › ACORDARON LA SUBA EN EL PRECIO DEL GAS Y EL SUMINISTRO POR DOS DECADAS
Se reunieron media hora en la Casa Rosada. Luego viajaron en helicóptero a Hurlingham donde compartieron un acto frente a una multitud, con importante presencia de la comunidad boliviana. Allí firmaron el acuerdo que estableció que la Argentina pagará 5 dólares el millón de BTU que comprará a Bolivia.
Por Martín Piqué
Evo Morales se acercó a la tarima y las cabezas de los dirigentes que ocupaban los primeros asientos del palco giraron hacia allí, expectantes. La imagen del mandatario boliviano, vestido con su saco de cuero negro con motivos incaicos, contrastaba con el escudo argentino cincelado en plata que brillaba desde el atril. Desde la primera fila del palco lo miraban Felipe Solá, Néstor Kirchner y Cristina Fernández. Se habían sentado bien cerca de la multitud, calculada en 50 mil personas según el voluntarioso locutor –que otros presentes calcularon en la mitad– de la Municipalidad de Hurlingham. Morales sujetó el atril para ganar en confianza y comenzó a hablar. “En cinco meses no se puede hacer todo. Hasta ahora sólo hicimos algunas cosas, como recuperar y nacionalizar los hidrocarburos”, dijo Morales como quien está rindiendo cuentas. Había llegado en helicóptero junto con el Presidente y su esposa, tras mantener un encuentro de media hora en la Casa Rosada. Exultante, Kirchner lo llamó varias veces “compañero” y lo invitó a “caminar por las alamedas de la liberación”. Allí mismo firmaron el acuerdo que estableció la suba del precio del gas que Bolivia exporta a la Argentina a 5 dólares el millón de BTU, en un convenio marco que compromete la provisión del combustible por 20 años.
A Morales se lo notaba tranquilo, cómodo a pesar de ser invitado. “La asamblea constituyente garantizará la recuperación de todos los recursos naturales. Necesitamos socios, pero no dueños ni patrones”, afirmó el boliviano. La ovación que acompañó sus palabras –el Presidente y su esposa aplaudieron– dio cuenta de la audacia de la decisión. A un costado, los fotógrafos de la delegación oficial de Bolivia registraban todo con sus cámaras. Las imágenes serán usadas para la campaña que terminará este domingo, cuando los bolivianos voten a los convencionales que los representarán en la reforma de la Carta Magna. “Queremos refundar Bolivia”, adelantó Morales. Sus compatriotas que residen en la Argentina festejaron la promesa cantando uno de los cantitos más escuchados del acto: “Evo/Evo/Evo corazón/el pueblo te saluda/viva la revolución”.
Kirchner seguía todo como un espectador de lujo, con la actitud de quien presta el escenario a un amigo invitado para la ocasión. Al lado lo flanqueaba Cristina, en lo que fue su regreso a los actos oficiales. En los códigos sutiles del kirchnerismo, y teniendo en cuenta los antecedentes, eso implica la cercanía de la campaña electoral. Kirchner permaneció sentado en primera fila hasta que Morales recordó el accidente aéreo en el que murieron seis oficiales de la Fuerza Aérea argentina. Fue el 10 de marzo último, al regreso de un viaje que encabezó el ministro de Salud, Ginés González García, para llevar ayuda médica a La Paz. “Gloria a los hermanos argentinos que perdieron la vida en Bolivia por solidaridad”, dijo Morales y pidió un minuto de silencio. En el palco todos se pararon.
Tras saludar con un abrazo al boliviano, el Presidente se dirigió al atril para el discurso de cierre. A diferencia de su invitado, que rompió el hielo con un tono emocional y casi autobiográfico, Kirchner comenzó hablando del Mercosur y de la necesidad de ampliarlo a “todos los pueblos de América del Sur”. “Tenemos que ampliarlo a todos para crear un gran centro de los pueblos latinoamericanos”, exhortó. Fue una elíptica invitación a La Paz para sumarse al bloque regional. Tras elogiar la honestidad de los inmigrantes bolivianos, se refirió a un tema muy sensible para la comunidad de ese país en la Argentina. “Es cierto que en algunos casos se dan marcos de tratar de explotarlos para obtener rentabilidades indebidas. No tengan ninguna duda de que este gobierno va a perseguir a fondo esa tarea de talleres clandestinos”, prometió.
Contrastes
Debido a los apuros de la campaña por la elección de constituyentes del fin de semana, la visita de Evo Morales duró unas pocas horas. A las 10.15 llegó a Aeroparque, a eso de las 11 ingresó a la Casa Rosada, donde fue recibido por Kirchner y casi todo su gabinete. Luego de unos minutos a solas, los ministros argentinos y bolivianos se sumaron al encuentro. A las 12, ambos presidentes ya estaban arriba del helicóptero que los trasladó a Hurlingham.
Durante el acto, cuando los bolivianos entonaban alguna consigna, se notaba más el silencio de los argentinos. Y eso que los locales eran mayoría. Habían muchas familias, mujeres con hijos, maestras y alumnos que llevaban la bandera de ceremonia, trabajadores que habían llegado en grupos, como los afiliados del Sindicato Argentino del Cuero (SAC) de Morón que sobresalían por sus pecheras naranjas, y miembros del PJ bonaerense que pugnaban por mostrar carteles o banderas con el nombre del “conductor” de su distrito. En las pancartas se leían nombres como los de Luis Acuña, intendente anfitrión; y sus pares Oscar Zilocchi (San Miguel), Humberto Zúccaro (Pilar), Hugo Curto (Tres de Febrero) y Jesús Cariglino (Malvinas Argentinas). Sus apellidos fueron subrayados desde el micrófono.
Salvo los bolivianos, que no paraban de cantar por Evo y hasta entonaron el clásico futbolero “Vamos/Vamos/Argentina” como preludio al partido de hoy con Alemania, el resto de la multitud se mantuvo en el silencio. Se notó la atención con que se escuchó al líder cocalero que llegó a jefe de Estado, de quien muchos de los presentes parecían saber poco y nada. “Yo vengo de las luchas sindicales del pueblo originario. Nunca me imaginé llegar a ser presidente. Estar en un evento así, en un país hermano, con otro presidente”, contó Morales. El aplauso fue instantáneo.
También hubo ovación cuando Morales dijo que había aceptado su destino para terminar con “el modelo neoliberal”. “Hay una pequeña clase dominante que llevó a los bolivianos a un subcampeonato de la corrupción”, cargó. De nuevo aplausos: ¿otra vez identificación? En medio del silencio, los únicos que cantaban eran los jóvenes de las organizaciones sociales K. Como fondo y un poco más lejos se escuchaban las quenas y los tambores del Altiplano. Precedidos por un guía que les hacía paso con un megáfono, los bolivianos ingresaron en una columna muy ordenada. Enseguida captaron la mirada de los argentinos, atraídos por la música y la vestimenta.
Entre los instrumentos flameaban decenas de banderas Wip’ala, el estandarte formado por muchos cuadrados de colores, que representa la unión de los pueblos originarios de Bolivia. “Esa bandera representa las riquezas de mi país”, explicó a Página/12 una mujer vestida con un sombrero de copa y un poncho típico. Se llamaba Julia Quispe. “Ha sido muy emocionante y una gran alegría para nosotros que se hayan encontrado los presidentes. Y estamos muy contentos porque hemos recuperado nuestro gas. Después de tantos años en que lo manejaron las empresas capitalistas, ahora sí está en manos de hermanos bolivianos”, aseguró.
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