Carlos Alberto Parreira lo pasó mal tras el partido Brasil-Ghana y, a buen seguro, durante buena parte del mismo. El equipo africano llegó a acribillar a Dida, y eso no le pasó inadvertido a nadie, ni siquiera a los torcedores brasileños. “Estamos en cuartos, eso es lo que cuenta”, dijo Parreira, aferrándose a la idea de que en esta fase decisiva del campeonato, el mata-mata como la llaman los brasileños, no se puede fallar. “Y nosotros no fallamos”, sentenció. Se acordó de los suizos: “Cuatro partidos sin que le convirtieran un gol, cuatro partidos sin perder y se fueron a casa. Nosotros estamos entre los ocho primeros, eso tiene un valor”.

Justo el día en que Ronaldo desbancó a Gerd Müller como el máximo artillero de los mundiales, a Parreira no lo dejaron ni sonreír tras el partido. Por feliz que estuviera por haber llegado a cuartos –“ya me da igual el rival, todos los equipos que alcanzan este nivel tienen un potencial tan igualado que cualquiera puede ganar la Copa”, dijo–, al seleccionador le faltó manguera para tanto incendio. No gustó el juego de su equipo y ya se sabe que en Brasil no basta con ganar a cualquier precio.

“¿Y por qué nosotros tenemos que hacerlo bonito y los demás no?”, preguntó el técnico de Brasil al periodista que le instó a aclarar dónde está el jogo bonito. “La historia no habla de eso, de quién juega bien, bonito. No, la historia habla del que gana el título”, añadió el hombre que llevó a Brasil a romper 24 años de maleficio en el Mundial de Estados Unidos, en 1994. “Queremos ser campeones antes que jugar bien. Hemos ganado cinco títulos y queremos ganar el sexto, como sea”, confesó el técnico, algo tenso.

El seleccionador brasileño también habló de Ronaldinho, a quien valoró su aporte generoso al equipo, pero a quien instó a ofrecer algo más de su talento: “Por su categoría, todos estamos esperando algo más de él, siempre. Y él puede darlo, siempre es posible que Ronaldinho suba un escalón en su juego”. Pero ¿no es eso lo que le piden los brasileños a su equipo nacional?

Eduardo Gonzalves de Andrade, conocido en todo el mundo por Tostao, culpó a Parreira “por no saber extraer lo mejor de los jugadores”. Esta Selección ha tenido “buenos momentos, pero no ha jugado un buen fútbol como equipo y pueden mejorar mucho”. A su juicio, Parreira “podría hacer las cosas de manera diferente”.

“Es una utopía pensar que Ronaldinho puede jugar aquí igual que lo hace en el Barcelona, donde está rodeado de las condiciones ideales –opinó–. Hubo muchas críticas hacia él, pero es evidente que con Brasil no podrá jugar nunca como en el Barcelona. Yo nunca jugué en mi equipo igual que en la Selección.”

Hace 36 años, en 1970, Tostao formó parte del equipo que enamoró a los hinchas hasta conseguir su tercer título venciendo a Italia por 4-1, en una final inolvidable, con goles de Pelé, Gerson, Jairzinho y Carlos Alberto, frente al único tanto de Bonisegna. “Era la época de oro del fútbol brasileño”, recordó Tostao. “Es que no solamente conseguimos la victoria, sino que hicimos un fútbol muy bello y la celebración después del triunfo fue la mayor que ha habido nunca.”

Para Tostao, que ahora tiene 59 años, “México 1970 quedará como una referencia eterna de la belleza en el juego. Pero no sólo era un espectáculo, también el juego era muy competitivo y eficaz, individual y colectivamente”.