El fútbol africano no estuvo en el Mundial 2006 a la altura del papel que se le adjudica para asignarle cinco plazas en la disputa del torneo. En conjunto, consiguió el porcentaje de puntos más pobre desde que, a partir de 1998, cinco de sus selecciones viajan a la Copa del Mundo; acumuló el mayor número de derrotas y anotó la menor cantidad de goles a favor. Otro argumento más en contra de los que aseguran que el fútbol mundial se equilibra.

En Alemania 2006, el fútbol de Africa disputó 16 partidos, de los cuales ganó 3 (Costa de Marfil 2, Serbia 1; Ghana 2, República Checa 0; Ghana 2, Estados Unidos 1), empató otros tres (Angola 0, México 0; Angola 1, Irán 1; Túnez 2, Arabia Saudita 2) y perdió los diez restantes. Cosechó 12 puntos sobre 48 posibles, apenas el 25 por ciento, diez puntos menos que lo logrados en Corea-Japón, cuatro años atrás. Además convirtió apenas 14 goles (contra 16 en el 2002 y 17 en 1998) y le marcaron 26 tantos.

“Sobre 213 selecciones que juegan al fútbol en la FIFA, 29 corresponden a territorios que de ninguna manera pueden ser considerados naciones, según las Naciones Unidas –escribe el prestigioso colega Ezequiel Fernández Moores en el último número de la revista Surcos en América Latina–. ¿Por qué los acepta la FIFA? Porque en la FIFA cada miembro vale un voto. Es lo mismo Guam que Alemania, Samoa que Italia. Y su presidente Joseph Blatter precisa muchos votos para imponer sus decisiones.”

Cada miembro vale un voto. Y la Confederación Africana de Fútbol agrupa a 51 asociaciones nacionales, las que en conjunto representan casi un cuarto de los votos totales en cada elección. Si la política explica el amplio lugar que se le da a Africa en el Mundial, el fútbol, en cambio, no.

Sólo uno de sus cinco representantes –Ghana– pasó la fase inicial en Alemania, un resultado similar a los de los dos mundiales anteriores: Nigeria se clasificó a octavos en Francia ’98 y Senegal lo hizo en el 2002. Pero los senegaleses accedieron a cuartos de final en Corea-Japón, una meta que en este Mundial los africanos no lograron siquiera igualar.

Que se mantienen en una fase de aprendizaje, no se duda: todas las selecciones africanas llevaron al Mundial técnicos extranjeros. Ghana tuvo al serbio Dujkovic (que renunció ayer a su cargo), Costa de Marfil y Túnez a los franceses Michel y Lemerre; Angola al portugués Oliveira y Togo al indeciso alemán Otto Pfister, que renunció, volvió y lo echaron.

Pero, por lo visto, las enseñanzas no prendieron: de un rendimiento del 31 por ciento de los puntos cosechados en Francia 1998 (ver cuadro), subieron al 35 por ciento en Corea-Japón 2002 –exclusivamente gracias a la actuación de Senegal, ya que no hubo diferencia en forma colectiva–, pero cayeron al magro 25 por ciento de este Mundial.

Otra manera de verlo: Túnez es el único equipo africano que participó en los tres mundiales y que habría podido, desde una óptica lógica, haber capitalizado la experiencia que produce jugar una Copa del Mundo. Nada de eso. Del ’98 para acá nunca se clasificó a la segunda fase, nunca ganó un partido y se mantuvo parejo: empató uno y perdió los dos restantes en cada edición. De Francia a Corea-Japón se repitieron tres selecciones: Nigeria, Sudáfrica y Túnez. Pero el mejor papel lo hizo Senegal. Del 2002 al 2006 sólo quedaron los tunecinos.

El fútbol de Sudamérica, con apenas 10 votos, tiene 4,5 plazas: 4 en forma directa y la restante se dirime con Oceanía; así fue que Australia, por penales, dejó afuera a Uruguay. Pero los sudamericanos clasificaron a tres de sus cuatro mundialistas a la segunda fase y metieron a dos en cuartos de final, Argentina y Brasil, las selecciones que, juntas, ganaron 7 de las 17 Copas del Mundo ya disputadas. Eso no alcanza para no tener que disputar la quinta plaza en un repechaje. A los africanos les basta con los votos.