El clima preelectoral está enrarecido. Horas después del inicio de la veda que impide a los candidatos cualquier tipo de proselitismo, el presidente mexicano Vicente Fox se declaró a favor del ballottage, institución inexistente en el sistema electoral. Dijo el mandatario al diario francés Le Figaro que “una segunda vuelta daría más legitimidad a la elección”. La maniobra de Fox, correligionario del postulante conservador Felipe Calderón, es cuanto menos controvertida. Lleva una señal de inseguridad política a unos comicios a los que las encuestas pronostican como muy cerrados, con el centroizquierdista Andrés Manuel López Obrador (PRD) recogiendo el 36 por ciento de las preferencias de voto frente al 34 por ciento de Calderón Hinojosa (PAN).

Si finalmente López Obrador se alzara con el triunfo por apenas dos puntos el próximo domingo, el lunes medio país podrá alegar que, conforme Fox, su futuro gobierno carecerá de “legitimidad”. Lo mismo ocurriría si la victoria fuera de Calderón. Allí no terminan las rarezas previas a la votación a la que están convocados 72 millones de electores registrados. La periodista de CNN Carmen Aristegui denunció y documentó esta semana que el PAN, agrupación de Fox y Calderón, se apropió ilegalmente de datos del padrón de uso exclusivo del Instituto Federal Electoral, lo cual le permitiría diversas maniobras de consecuencias fraudulentas. Una fuente con acceso al comando de campaña del PRD, de López Obrador, le dijo a Página/12 que allí temen un “fraude blanco”. Esto es: pequeños robos de votos en estados gobernados por el PAN y el PRI (cuyo candidato es Roberto Madrazo), los que en una elección apretada pueden volcar la balanza. “Es una práctica vieja como el PRI, partido que gobernó 72 años, y consiste en que los fiscales a cargo de recoger las actas llegadas de cada mesa las adulteren. Aquí la llamamos ‘acta mata voto’”, relató la fuente.