Hace casi cincuenta años, en aquella revista El Gráfico con Dante Panzeri como director, Pepe Peña –el padre de Fernando para los no demasiado viejos– lapidó con su marca registrada de implacabilidad al por entonces lateral derecho de la selección brasileña que venía de ganar el Mundial de Suecia, Djalma Santos. “Vendedor de baratijas para espectadores poco avezados”, escribía Pepe en el epígrafe de una foto del cuatro de Brasil.

Este fin de semana, Santos (Djalma) será una especie de padrino de una nueva payasada cibernética que algunos pícaros y otros “poco avezados” organizarán en San Pablo, por estos días, con el ostentoso título de rueda final del campeonato de fútbol virtual, o algo por el estilo.

Dicen quienes organizan el esperpento que, además de la participación de ocho “selecciones” –China, Uruguay, Portugal, Estonia, Rumania, Suecia, Italia y Ecuador–, algo así como cuatro mil “directores técnicos” se reunirán para discutir tácticas, estrategias, “management” y cuestiones parecidas, que seguramente harán las delicias del onanismo ya globalizado que deambula por el mundo, olvidando a los jugadores y a la pelotita. Pero claro, si el “vendedor de baratijas” los avala y blanquea, bienvenida sea para ellos la robotización.