Irán y Estados Unidos aún tienen un largo camino que recorrer antes de normalizar sus relaciones, pero la reunión ayer en Bagdad de sus dos embajadores ha marcado al menos un cambio de tono en su retórica de confrontación. El enviado estadounidense, Ryan Crocker, pidió a Teherán que dejara de respaldar a las milicias chiítas. El iraní, Hasan Kazemi, se quejó de la mala gestión de los ocupantes. Cada uno rechazó las alegaciones del otro, pero Crocker describió como “positivo” el clima de la entrevista y Kazemi dijo que se trataba de “un primer paso”. Washington va a estudiar la propuesta de un “mecanismo de seguridad trilateral” avanzada por Kazemi.

El apretón de manos entre Cro-cker y Kazemi dio paso a cuatro horas largas de conversaciones que constituyen el primer contacto público de alto nivel entre Irán y EE.UU. en casi tres décadas. Wa-shington rompió relaciones diplomáticas con Teherán en 1980, a raíz del secuestro de los funcionarios de su embajada tras la revolución islámica del año anterior. Desde entonces, ha desplegado todos sus esfuerzos para aislar política y económicamente al gobierno de la República Islámica. Al margen de que el deshielo iniciado ayer llegue a completarse, el gesto marca un giro en la estrategia de la administración Bush. El presidente George W. Bush, que en enero de 2002 incluyó a Irán en su ominoso “Eje de mal”, rechazó el pasado diciembre la recomendación de hablar con Irán que le hizo el informe Hamilton-Baker sobre Irak. Sin embargo, ayer mismo el presidente Mahmud Ahmadinejad aseguró que había recibido “más de 40 mensajes” de EE.UU. pidiendo reunirse en Bagdad. Washington defendía hasta ahora la necesidad de un cambio de régimen en la república islámica.

“Las conversaciones se han desarrollado de forma positiva y profesional”, declaró Crocker al concluir la entrevista, que se desarrolló en la oficina del primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, dentro de la Zona Verde de Bagdad. Kazemi no compareció ante la prensa, pero el gobierno iraní difundió el texto de su discurso inicial. Frente a las duras críticas que la prensa iraní adelantó en vísperas de la cita, el tono de su mensaje fue cuidadosamente educado, sin renunciar a la crítica, y se centró en constatar la ayuda que su país ha facilitado a Irak desde el derrocamiento de Saddam Hussein. “La República Islámica de Irán se siente obligada a apoyar por completo al gobierno democrático de Irak y desea que esta reunión sirva para poner fin a la inseguridad y contribuya a la reconstrucción”, manifestó el embajador iraní. Kazemi también defendió la integridad territorial de Irak, la participación de todas las minorías en la reconstrucción y la restauración de la estabilidad y la seguridad. Crocker admitió que esa política es “muy similar a la de EE.UU. y los principios que se ha fijado el propio gobierno iraquí”, pero subrayó que de lo que estaban hablando era “de hechos y no sólo de principios”. “He expuesto ante los iraníes nuestras preocupaciones concretas sobre su comportamiento, su apoyo a las milicias que están luchando contra las fuerzas de seguridad iraquíes y de la coalición”, señaló. El embajador estadounidense lamentó que su interlocutor no respondiera directamente a sus quejas y se limitara a expresar su apoyo al gobierno de Maliki. Crocker, sin embargo, sí que tachó de “inadecuadas” las alegaciones iraníes de que la presencia de las tropas estadounidenses en Irak es una ocupación y sus críticas a la dotación de las fuerzas de seguridad iraquíes. No obstante, mostró interés por la sugerencia de la delegación iraní para crear un “mecanismo trilateral de seguridad”, la única propuesta concreta que salió de la cita de ayer.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.