Martes, 29 de mayo de 2007 | Hoy
EL PAíS › HALLARON EL PASAPORTE CON EL QUE EL CRIMINAL NAZI ADOLFO EICHMANN INGRESO AL PAIS
El pasaporte pertenece a una delegación de la Cruz Roja en Génova. Está a nombre de Ricardo Klement, el alias con el que vivió Eichmann en la Argentina hasta su captura, en 1960. El documento fue hallado en los archivos de los tribunales federales. La jueza Servini de Cubría se lo entregó al Museo del Holocausto para su conservación.
Por Victoria Ginzberg
Un cartón plegado en cuatro partes. Casi no está amarillo. Es un pasaporte entregado por la delegación de Ginebra del Comité Internacional de la Cruz Roja el 1o de junio de 1950. En la foto hay una persona semicalva, anteojos redondos, saco, camisa y un moño en el cuello. El papel dice que es Ricardo Klement. Pero no es. Es Adolfo Eichmann, el criminal nazi que fue capturado en Buenos Aires en 1960. El documento con el que el director de la Oficina de Asuntos Judíos de Hitler ingresó al país fue hallado en el archivo de los tribunales federales y entregado por la jueza María Romilda Servini de Cubría al Museo del Holocausto para su conservación y exhibición.
El pasaporte tiene un sello del Consulado General de la República Argentina firmado por el vicecónsul Pedro Solari Capurro que indica que Ricardo Klement “técnico”, nacido en Bolzano y “apolide” (es decir privado de ciudadanía, algo así como apátrida) puede ingresar a la República Argentina en base al permiso de libre desembarco de la Dirección General de Inmigración número 64.739. En las observaciones se aclara: “con documentación deficiente” y está fechado el 14 de julio de 1950, “año del Libertador General San Martín”.
El documento estaba archivado en tribunales junto con una causa iniciada por Veronika Catalina Liebel de Eichmann luego de la captura de su esposo en Buenos Aires. Los papeles fueron rescatados por pedido de una estudiante de la Universidad de San Martín, que lo solicitó para la investigación de su tesis de maestría.
La carátula del expediente indica que se inició en 1960, cuando el Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Criminal y Correccional Federal número 1 de la Capital Federal –que ahora ocupa Servini de Cubría– estaba a cargo del juez Leopoldo Isaurralde. Es una querella promovida por la esposa de Eichmann por el secuestro de su marido.
Servini de Cubría entregó el documento la semana pasada a Mario Feferbaum y Graciela Jinich, presidente y directora del Museo de Holocausto, y al juez federal Daniel Rafecas, asesor académico de la entidad. La jueza consideró que se trataba de un material de “innegable trascendencia histórica para la humanidad” al nombrar al museo depositario judicial del pasaporte falso de Eichmann. El documento formará parte de la colección del organismo.
“Es una iniciativa notable de la jueza. Se trata de una prueba instrumental directa de que ingresaba gente con nombre falso con pasaportes emitidos por organismos internacionales. El pasaporte dice que nació en Italia, pero eso demuestra también la hipocresía de los funcionarios, por ejemplo, del Consulado argentino en Génova, porque este hombre de italiano no tenía nada. Aquí ingresaban nazis y fascistas y los judíos no podían hacerlo. Esperemos que estos hallazgos sirvan para remover lo que sigue tapado”, señaló a Página/12 Feferbaum. Jinich agregó que el documento permite “saber que era un criminal, que existió y vivió acá y que pretendió ser un buen vecino y pasar desapercibido”.
Eichmann, encargado de la burocracia de la maquinaria nazi que condujo a la muerte a seis millones de judíos y otro tanto entre homosexuales, gitanos, discapacitados, disidentes políticos y prisioneros de guerra, fue capturado en Argentina el 11 de mayo de 1960 por un grupo del Mossad, la agencia de inteligencia israelí. Fue llevado a Israel en un avión de El Al, el primero en llegar a Sudamérica, que había venido aprovechando que una delegación israelí visitaba el país por los festejos de los 150 años de la Revolución de Mayo. El vuelo despegó de Buenos Aires el 20 de mayo a la mañana y dos días después aterrizó en el aeropuerto de Lod. Al día siguiente el primer ministro israelí David Ben Gurión informó al Parlamento que habían arrestado a Eichmann. Fue sentenciado a la horca el 1o de diciembre de 1961. El 31 de mayo del año siguiente sus últimas palabras fueron: “Viva Alemania. Viva Argentina. Viva Austria. Estos son los países con los que estuve más relacionado y no los olvidaré. Tuve que obedecer las órdenes de la guerra y mi bandera. Estoy listo”. La filósofa Hannah Arendt, que asistió al juicio como enviada del New Yorker, acuñó sobre este burócrata nazi la categoría de “la banalidad del mal”.
La denuncia de Veronika Catalina Liebel de Eichmann fue realizada el 12 de julio de 1960, es decir, cuando la captura del criminal nazi ya había sido anunciada por Ben Gurión. Allí, la mujer se identificó con su nombre verdadero e identificó también a su esposo, que en Argentina había usado hasta el día de su captura el alias de Klement.
“El 21 de mayo de 1935 contraje matrimonio con Otto Adolf Eichmann, como surge de la partida que acompaño. El 28 de julio de 1952 ingresé al país en el que ya se encontraba mi esposo desde 1950, quien ingresó con pasaporte extendido por la Cruz Roja Internacional. Mi esposo trabajó y se desempeñó en la vida de relación bajo el nombre de Ricardo Klement conforme al pasaporte de referencia. Comprendo que con esta presentación y la manifestación que efectúo despejo cualquier duda sobre si Ricardo Klement era o no Adolfo Eichmann y que en consecuencia lo identifico. Lo hago segura de que por su parte él no niega su nombre y afrontará su responsabilidad como yo asumo la mía trayendo a la Justicia el conocimiento de los hechos”, dice la presentación.
Los agentes del Mossad que participaron del operativo revelaron muchos años más tarde que era cierto que Eichmann no negó ser quien era cuando lo atraparon. El espía Hermann Arndt narró que cuando introdujeron al nazi en una camioneta él le dijo: ‘No objete nada, no se defienda, no hace falta. Pero si usted hace algo mal, lo matamos’. Eichmann se quedó callado y él le gritó: ¿no me escucha?, ¿puede oírme?, ¿en qué idioma habla? Le habló en español, en alemán y no obtuvo respuesta. Pensó que estaba inconsciente o que había sufrido un ataque al corazón. Pero de golpe Arendt escuchó en alemán “Me he resignado a mi destino”.
Su esposa, en cambio, no parecía resignada, sino, por el contrario, decidida a aprovechar el conflicto que se desató entre Argentina e Israel cuando se supo que el criminal nazi había sido sacado del país en forma irregular. La mujer aseguró que su marido había sido “secuestrado en la calle Cabildo a la altura de la avenida General Paz luego de haber descendido del ómnibus que lo transportó desde el establecimiento en el que trabajaba”. Liebel invocó “el agravio inmerecido cometido contra la soberanía nacional”. Y señaló que, “conforme al derecho, Eichmann sólo puede ser juzgado en el lugar en el que habría cometido los hechos por los que debe responder o bien por el tribunal internacional que ha juzgado casos similares luego de la victoria de los Ejércitos Aliados”.
El juez Isaurralde archivó el caso a fines de 1962, luego de un intento de investigar lo ocurrido con Eichmann. “Han resultado estériles los esfuerzos del tribunal tendientes a individualizar a quienes de una u otra manera tuvieron intervención en el episodio.” Durante años, Israel aseguró que el operativo de captura del criminal nazi había sido realizado por “voluntarios” , argumento destinado a bajar los decibeles de las quejas argentinas. A principios de 2005, a 45 años del hecho, se reconoció oficialmente que la operación la hizo una unidad especial del Mossad.
“Israel decidió hacer el operativo de esa manera porque en 1959 Alemania Federal había hecho un pedido formal para el arresto de Joseph Menguele que nunca fue resuelto. Argentina argumentaba que se trataba de delitos de índole política y que habían prescripto. Cuando Ben Gurión anuncia que Eichmann había sido detenido se produce un escándalo terrible con el gobierno de (Arturo) Frondizi. Se desató una campaña de prensa basándose en que se trataba de actos ilegales, sin tomar en cuenta los crímenes de Eichmann, y se aducía que se había violado la soberanía argentina. Hubo casi una ruptura de relaciones diplomáticas y el conflicto se solucionó muy lentamente”, explicó a Página/12 Abraham Huberman, historiador de la Shoá.
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.