El deporte, analizado en todos los sentidos, no es sólo el paradigma que nos venden los medios como esa sociedad del espectáculo que domina siempre el escenario. También es el deporte social, la educación que va en paralelo, la salud que lo apuntala y mucho más que un selecto grupo de estrellas: la base de atletas con que se cuenta. En Cuba éstas son las coordenadas con que la Revolución intentó darle sentido a la Revolución. Decenas de ejemplos lo prueban. Una política sostenida, en definitiva.

En la Universidad de Ciencias de la Cultura Física y el Deporte se expresa en buena medida esa construcción de sentido. Creada en 1961, dos años después de la entrada de Fidel, el Che y Camilo a La Habana, se jerarquizó en 1973, tiene quince sedes académicas en otras tantas provincias y ya suma poco más de 72 mil egresados desde su primera promoción.

Muchos de ellos hoy son entrenadores nacionales o profesores de la prestigiosa Comandante Manuel Fajardo, cuyo nombre le rinde tributo a un militante revolucionario y jugador de vóleibol calificado. Su rector, Antonio Becali Garrido, habla con orgullo de la delegación que participó en los últimos Juegos Olímpicos de Londres: “Cursaba en promedio el segundo año universitario de la institución, donde se egresa con el título de licenciado en Cultura Física”. Un dato más: de allí salieron 83 medallistas olímpicos. Pero el 80 por ciento de sus egresados son doctores en ciencias o master en ciencias. El éxito deportivo no invalida los estudios y viceversa.