DEPORTES › OPINIóN

Goles son incógnitas

 Por Pablo Vignone

Invicta, ganadora del Grupo B, la Selección pasó el Ecuador de la Copa América y se apresta a entrar en la fase decisiva del torneo con una imagen de poderío. ¿Hasta qué punto es real? Posee a los más tremendos goleadores de las ligas de máximo nivel europeo –Messi, segundo artillero en España, Agüero, goleador absoluto en la Premier League, Higuaín y Tevez, entre los que más convirtieron en la Serie A italiana– y, sin embargo, gana su zona con apenas cuatro goles a favor, menos de la mitad de los que, por ejemplo, marcó Chile, al que ya se lo sindica en el terreno de la hipótesis como rival en la final del certamen.

Contra Jamaica, que se fue de la Copa sin haber marcado un solo tanto y, pese a ello, le hizo pasar diez malos minutos finales, el equipo argentino estiró el grado de posesión de la pelota a extremos insólitos. Del 66 por ciento contra Uruguay se pasó al 71 por ciento, después de alcanzar el 75 por ciento en un momento. Una comprobación matemática de que a lo largo de todo el primer tiempo y hasta que Javier Pastore dejó el campo, el partido tenía más de entrenamiento con un sparring que un choque oficial.

Pero esa propiedad sobre la pelota no se traduce en goles, y cuando el equipo declina su rendimiento en la última media hora del partido, casi un mal endémico de este combinado a la Martino, tal escasez pesa, agrede y se traduce en sufrimiento.

Lo curioso es que no ha carecido de situaciones la Selección. En los tres partidos del Grupo, remató 46 veces al arco: 18 contra Paraguay (11 al arco, con dos goles), bajó a 11 contra Uruguay (pero 8 fueron al arco, un gol) y subió ayer a 17 contra los jamaiquinos (13 entre los maderos, dos de ellas en el travesaño y el gol de Higuaín).

Fue una constante encontrar rivales muy agrupados en torno a su área. Aún así, el equipo argentino se las arregló para llegar, en promedio, una vez cada seis minutos al arco enemigo. Pero no marcó en la proporción que podía. O debía.

Pese a lo que se crea, por eso de que ahora vienen partidos de eliminación directa que obligan a los demás a tomar más riesgos para ganar, la fase decisiva no será más abierta: los que vienen son partidos sin alargue pero con definición por penales. Aguantar el empate para clasificarse desde los once metros puede ser visto como una receta adecuada para los equipos que se enfrenten a la Argentina. Por eso es vital destrabar el potencial goleador del equipo: para no pasarla mal ni para verse forzado a jugarse la continuidad en la ruleta de los penales.

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