Mientras que el Banco Central Europeo presiona a los países de la región para que cumplan con los paquetes de austeridad y en Grecia continúan las huelgas en rechazo a los recortes presupuestarios, Italia aprobó su ajuste fiscal. El gobierno de Silvio Berlusconi consiguió el visto bueno en el Senado para reducir el gasto en 25 mil millones de euros. Los recortes afectan fundamentalmente al sector público. Con el viejo argumento de saneamiento de las finanzas del Estado, el gobierno italiano pretende limitar la inversión en cultura, educación y salud. A su vez, la iniciativa reduce en más de 10 mil millones de euros los fondos que el Estado central traspasa a las provincias y municipios. Aunque el objetivo es reducir el déficit fiscal, la evidencia histórica y un amplio grupo de especialistas advierten que esas medidas solamente profundizan la recesión.