Domingo, 25 de julio de 2010 | Hoy
ECONOMíA › EL TITULAR DE LA RURAL SE APROPIO DE DOS VIAS DE COMUNICACION CLAVE DE CARLOS CASARES, QUE ANEXO A SUS CAMPOS
Hace ya ocho meses que el Concejo Deliberante reclamó su restitución. La interrupción de ambas vías públicas perjudica a productores y habitantes que quieren ir hacia 9 de Julio o La Sofía.
Por Alfredo Zaiat
El 26 de noviembre de 2009, el Concejo Deliberante de Carlos Casares, con el voto unánime de sus trece miembros presentes, aprobó la comunicación 08/09, solicitando al Ejecutivo comunal la liberación al tránsito de una calle pública. Esa vía de comunicación, paralela al trazado del ex Ferrocarril General Sarmiento, continuación de la calle Buenos Aires, une ese distrito con el partido 9 de Julio. Ese pedido estuvo motivado en que esa calle de tierra fue cerrada por un alambre que impide el paso de los vecinos. El responsable de ese piquete particular con alambre es el presidente de la Sociedad Rural Argentina, Hugo Biolcati, dueño de la estancia La Dorita, quien incorporó esa parcela de terreno a su propiedad. En esa comunicación del Concejo Deliberante también se reclamó por otro camino cerrado por Biolcati. Con una tranquera, el tambero también clausuró un sendero público hacia la localidad de La Sofía, que se prolonga hacia el norte cruzando la Ruta 5 hasta encontrarse con la calle paralela a las vías del ex Ferrocarril General Sarmiento. De ese modo, Biolcati incorporó a la ya extensa superficie de La Dorita dos caminos públicos de tierra que son alternativas “válidas y eficientes para el tránsito de maquinaria pesada agropecuaria y vial” para el resto de los productores, señalaron los concejales de Carlos Casares. Hasta la fecha, ese pedido de apertura de dos calles de circulación pública fue ignorado por Biolcati, y ni siquiera considerado por la intendencia.
Biolcati es muy conocido en esa zona agrícolo-ganadera por su escasa preocupación por la situación que provoca su accionar en otros productores cercanos. El 3 de enero de este año, este cronista publicó “El canal de Biolcati”, donde se destacaba que la estancia La Dorita había sido denunciada en 2001 ante la Dirección de Hidráulica de la provincia de Buenos Aires por la existencia de un canal clandestino que permitía escurrir sus campos, afectando a sus vecinos. En esos años de padecimiento del sector, por los efectos económicos de la convertibilidad y por la gran inundación en la Pampa Húmeda, la construcción de canales aliviadores ilegales multiplicaron los riesgos sobre el casco urbano de decenas de localidades y sobre los campos de pequeños y medianos productores. Esas obras provocaron varios enfrentamientos entre dueños de campos y también entre intendentes. Uno de los canales clandestinos que hizo estragos fue el construido en la estancia La Dorita, que servía para salvar los terrenos de Biolcati. Una serie de artículos publicados en esos años en el diario La Nación, medio que no puede ser señalado como enemigo del campo al expresar como ningún otro el interés de los integrantes del sector agropecuario privilegiado, reflejó el caso de La Dorita de Biolcati, entre otros. El titular de la Rural también tiene en su haber otro conflicto por canales aliviadores, ocurrido en 1997.
Canales clandestinos que perjudican a productores, oposición a permitir la construcción de uno en su campo para aliviar a decenas de productores vecinos y la clausura de dos calles públicas para su beneficio personal forman parte de la foja de servicios del anfitrión de la Exposición Rural de Palermo en su relación con la comunidad de Carlos Casares. La versión taquigráfica de la sesión en el Concejo Deliberante que emitió el comunicado dirigido al entonces presidente del cuerpo legislativo y posterior intendente radical Luis Alberto Seraci, reclamando la apertura de esos dos caminos de tierra, permite conocer en detalle la historia de las calles de Biolcati. El concejal Daniel Lombardo explicó en el recinto que el camino que lleva al partido de 9 de Julio está cerrado al tránsito “por un alambre y además hay una serie de montículos de tierra y una alcantarilla que no está en uso”. “Esto es realmente de no creer, que dos caminos que facilitarían la posibilidad del tránsito de maquinarias se encuentren cortados”, afirmó. Para luego enfatizar que “aquí hay alguien que está haciendo un abuso tremendo de su propiedad, extendiéndola”, agregando que “este tipo de cortes son asombrosos y es realmente vergonzoso”.
Después hizo uso de la palabra el concejal Claudio Caprioli, quien indicó que el corte de un camino público para usufructo personal es un delito. Como antecedente de la actuación de Biolcati en la zona, recordó los acontecimientos de 1997. Caprioli rememoró que en ese año el área agropecuaria estaba padeciendo los estragos de una fuerte inundación. Para atender el estado de desesperación de varios productores se necesitaba desviar el agua mediante un canal aliviador por el costado de la ruta, desde el bajo de la Laguna Magagnini hacia la Laguna de La Dorita, de Biolcati. Caprioli detalló que “hubo que hacer una serie de reuniones con el propietario de esas tierras, el señor Biolcati, que no permitía, pese a la situación desesperante en que estaba el sur de nuestro partido, que máquinas municipales entraran a su terreno para hacer el zanjeo necesario”. Biolcati argumentaba que esa obra perjudicaba hectáreas de su propiedad privada, hasta que logró mediante un acuerdo con la provincia de Buenos Aires el “pago de una especie de canon mensual para permitir que el agua, en esa situación de emergencia, cruce la Ruta 5 en el kilómetro 306, pase por su tierra y llegue a la laguna”, explicó el concejal. Apuntó que Biolcati no respondía a los pedidos de la intendencia, y que las autoridades tuvieron que “ir hasta su lugar para pedirle poco menos que por favor, y no se logró hasta el momento que tuvo la posibilidad de recibir dinero a cambio”. En su exposición, Caprioli retomó el tema de las dos calles cerradas, afirmando que “el hombre (por Biolcati) cerró caminos públicos y los transformó en unas cuantas hectáreas más para su provecho. Impidió el acceso de muchos otros productores que tienen sus campos en esa zona, que tienen que dar una vuelta inmensa para llegar a sus campos porque el señor Biolcati alambró la calle pública”. Concluyó diciendo que “mucho le costó ceder unas hectáreas para hacer una zanja que beneficiaba a mucha gente y no le costó nada poner alambrado para aprovecharse de lo que no es de él”.
El concejal Oscar Reyero afirmó que “el hecho de que una calle pública hoy sea de dominio privado es una aberración”, y es importante “recuperarla porque resultaría una vía alternativa para el tránsito de maquinarias agrícolas, que de esa forma evitarían el uso de la Ruta 5 con los peligros que ello conlleva”. En ese momento de la sesión, el concejal Lombardo solicitó nuevamente la palabra para mencionar que Reyero habla por propia experiencia debido a que tiene un campo cercano a ese camino apropiado por Biolcati. Por esa clausura privada, el concejal productor –explicó Lombardo– ha tenido que dar bastantes vueltas con su maquinaria para llegar a su campo. “Pareciera que estuviésemos en el siglo XIX, cuando después de las conquistas de los territorios que habían pertenecido a los aborígenes se miraba a lo lejos y se decía: ‘Bueno, allá donde llega la vista pongo el alambrado’. Menos mal que (Biolcati) no tenía largavistas, si no, hubiese alambrado hasta la Estación de Casares”, señaló irónico Lombardo. Para concluir que “acá hay un abuso terrible, propio de alguien que se ha manejado con una impunidad total, amparado precisamente por su poder económico. Estamos peleando para que estos caminos vecinales, aunque sea para que circule nada más que un tractor de un humilde trabajador rural, sean abiertos, nada más”. Se puso a votación el comunicado dirigido al intendente y fue aprobado por unanimidad de los trece concejales presentes. Desde entonces nada ha cambiado. Biolcati todavía disfruta de haber incorporado a su patrimonio dos calles públicas, inhibiéndose por ahora de ponerles su nombre.
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