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Las principales espadas del Gobierno salieron ayer a defender la política de dólar alto y de pagos al FMI ante un auditorio de empresarios. “Los argentinos queremos un país que se industrialice, y por eso nos preocupamos por que el dólar no baje: para que la Argentina siga siendo competitiva, para que la industria siga dando trabajo y para que esto lleve a una distribución del ingreso más equitativa”, afirmó el jefe de Gabinete, Alberto Fernández.
En línea con lo expresado por Lavagna en el cierre de la conferencia industrial en Córdoba, la política cambiaria y la relación con el FMI fueron el eje de las intervenciones de los funcionarios que se acercaron ayer al hotel Alvear, donde se realizó un foro organizado por la Cámara Argentina de Comercio y el Consejo de las Américas.
Fernández se explayó en su defensa de la actual política económica.
“Estamos lejos de vivir aquel veranito económico del que la oposición hablaba en el 2003: decían que la Argentina crecía por la soja, que crecía por esto o por aquello, o porque (Néstor) Kirchner tenía suerte, llegaron a decir”, recordó el funcionario. Pero “la Argentina crece porque hemos aprendido mucho de nuestras experiencias y porque no estamos dispuestos a repetir experiencias que son las que nos llevaron al colapso”, agregó.
Para Fernández, uno de esos errores que el Gobierno no piensa repetir es dejar que el peso se sobrevalúe, es decir, permitir que el dólar caiga a 2,30, o menos, como cotiza por estos días en Brasil. En este aspecto, más allá de la conocida interna entre Fernández y Lavagna, no parece haber fisuras en el discurso oficial.
El jefe de ministros también se refirió a la crisis energética, que por ahora no tuvo ningún impacto en la marcha de la economía. “Hace un año todos decían que la energía iba a colapsar y, sin embargo, nunca llegó ese colapso energético. El gas llega hoy al que lo está reclamando y la electricidad también”, aseguró. Y hasta se animó a hablar de los pronósticos económicos: “Algunos dicen que creceremos el 7 por ciento, otros el 8 y los más pesimistas dicen que el 6 por ciento”, reseñó Fernández.