La canasta básica de la pobreza para una familia tipo (matrimonio y dos hijos) alcanzó en julio los 859 pesos, unos 2 pesos más que en julio. Mientras que la canasta básica alimentaria, que mide la línea de indigencia, se ubicó en 390,45 pesos, levemente por debajo (-0,25 por ciento) de junio. El Indec también difundió ayer el índice de salarios, que durante el primer semestre del año creció 8,13 por ciento, por encima de la inflación minorista que en ese período sumó 4,9 por ciento.

El principal logro de los acuerdos de precios que lleva adelante el Gobierno se vincula con la inflación de los productos incluidos en las canastas básicas de alimentos y de pobreza. Así, durante los primeros siete meses del año, la canasta de la pobreza (que no sólo incluye alimentos sino también indumentaria, transporte y otros productos esenciales) se encareció sólo 3,3 por ciento. Durante el mismo período, el índice de precios al consumidor (IPC) escaló 5,5 por ciento.

La evolución del costo de la canasta alimentaria fue todavía más satisfactoria: entre enero y junio aumentó apenas 1,4 por ciento. La canasta de alimentos tuvo un salto durante el verano, llegando en marzo a arañar los 400 pesos. Pero desde entonces fue retrocediendo, mes a mes, para ubicarse en los 390 pesos actuales. Tanto las subas del primer trimestre como las caídas posteriores se explican fundamentalmente por la evolución del precio de la carne.

En junio, los salarios registraron un aumento promedio del 1,23 por ciento, con alzas del 1,44 por ciento entre los privados registrados, 1,05 por ciento en los trabajadores “en negro” y 0,79 por ciento en los sueldos de los empleados del sector público.

Así, durante el primer semestre, el índice general de salarios creció 8,13 por ciento, frente a una inflación del 4,9 por ciento. Durante el primer semestre del 2005, los salarios habían acumulado un aumento del 10,5 por ciento, frente a una inflación durante el mismo período del 6,1 por ciento. Entre enero y junio, el sueldo de los empleados registrados mejoró 9,4 por ciento, algo por debajo de los asalariados en negro (11,3%) y muy por encima del modesto 2,8 por ciento que crecieron los salarios del sector público. Las mejoras salariales, en especial en el sector privado formal, reflejaron los acuerdos logrados en las negociaciones paritarias –camioneros, metalúrgicos, comercio, construcción, alimentación–, que cerraron con incrementos del orden del 19 por ciento, escalonados en el año.