Después de algunos entredichos entre los representantes de la Unión Industrial Argentina y los del Gobierno durante la discusión por el salario mínimo, el titular de la central empresaria buscó restablecer el vínculo con las autoridades nacionales. Para ello, Héctor Méndez citó ayer para un almuerzo “a solas” al ministro de Trabajo, Carlos Tomada, en un selecto restaurante de Puerto Madero. Pero el encuentro no fue ni tan reservado ni tan a solas. La charla tampoco giró en torno del tema que alguna versión había anticipado: la nueva ley de accidentes y riesgos del trabajo. Pese a una situación ciertamente incómoda, Tomada logró al menos mover el eje de la conversación hacia la necesidad de encontrar alguna vía de participación empresaria en la lucha contra el trabajo en negro. De hecho, se fue con la promesa del dirigente industrial de que la UIA suscribirá la carta compromiso de participación en la tarea. En los próximos días, la misma propuesta le llegará a la CGT. Méndez dejó la mesa con la sensación de que el puente entre UIA y Trabajo quedó reparado. Aunque no hubo foto que registrara el momento.

Las reuniones del Consejo del Salario habían dejado la amarga sensación para el Gobierno de haber perdido la confianza en la central industrial, uno de los pilares –el otro es la CGT– en los que el Ministerio de Trabajo se respalda para sacar adelante las correcciones paulatinas del piso de remuneraciones, a pesar de los tironeos a derecha e izquierda de otras entidades empresarias y sindicales, respectivamente. Esta vez, ese vínculo falló, cuando la UIA adoptó como propias las posturas patronales más duras, como un aumento del salario mínimo equivalente al aumento del costo de vida (11 por ciento) como máximo y el reclamo de regionalizar y diferenciar ese valor. Con tal rigurosidad defendió esa postura que estuvo a punto de hacer caer el acuerdo, que terminó firmándose un día después de lo previsto (28 de julio en vez del 27).

Algún miembro de la conducción de la UIA creyó necesario cerrar rápidamente la herida abierta y sugirió el encuentro “a solas” entre Méndez y Tomada. Ya concertada la entrevista, a alguien de la propia entidad se le ocurrió que sería oportuno además hacer trascender que la cuestión a tratar era el proyecto de ley de ART, lo que le valdría a la entidad empresaria cierta condición de padrinazgo sobre la misma. La difusión en un medio económico de la información sobre el encuentro y el supuesto tema a tratar no fue, sin embargo, la única sorpresa para el ministro, según pudo saber este diario, pese a que en la cartera laboral se abstuvieron de comentar el encuentro. Méndez no lo esperaba solo en el restaurante de avenida Dávila, sino acompañado por un fotógrafo. Tomada le pidió instintivamente que lo hiciera retirar sin cumplir su cometido, contaron testigos del hecho.

El intento de Méndez por entrar en el tema de las ART también resultó rápidamente desalentado. Tomada le recordó que la cartera laboral ya había hecho lo suyo enviando el anteproyecto a Presidencia, dando por concluida la ronda de consultas. El anteproyecto ya incluye buena parte de las demandas empresariales, le habría recordado el ministro.

Tomada llevó la conversación hacia la cuestión del trabajo en negro, reclamando un compromiso formal de la entidad empresaria. Anticipó que lo mismo le solicitará a la CGT, a la que también le propondrá firmar la Carta Compromiso del combate contra el trabajo no registrado. La UIA acompañará la iniciativa.

Hablaron de otros temas, pero el del empleo en negro fue el principal. Para Tomada, porque era lo que esperaba tratar. Para Méndez, porque fue la vía de acercamiento al ministro. Aunque la forma de tender el puente no haya sido tan bien recibida en el Gobierno, la UIA quedó tan conforme de su efectividad que la repetirá: en los próximos días, la invitada será la ministra de Economía, con similares intenciones.