Domingo, 5 de agosto de 2007 | Hoy
ECONOMíA › DURISIMAS CRITICAS EN LA SOCIEDAD RURAL A LA POLITICA ECONOMICA DEL GOBIERNO
Desde la tribuna –“centenaria”, como se encargaron de repetir– de la SRA ayer se atacó con fuerza la política económica. “Incompetente” y “absurda” fueron algunos de los calificativos. El Gobierno eligió no confrontar en el acto, pero respondió con igual dureza y habló de “grupos minoritarios de la derecha”.
Por David Cufré
La tensión, la desconfianza, el celo, el choque de pertenencias y hasta la confrontación ideológica que marcó desde un inicio la relación entre el Gobierno y la Sociedad Rural, a veces atenuada y por momentos a la vista de todos, ayer quedó expuesta de manera visceral. Fue, si se quiere, una despedida a tono con la historia que supieron tejer Néstor Kirchner y la entidad a lo largo de cuatro años y cinco exposiciones en el predio ferial de Palermo, que el Presidente nunca inauguró, rompiendo la tradición. La inauguración de ayer corrió por cuenta del dueño de casa, Luciano Miguens, quien se despachó con un discurso fulminante: dijo que la política hacia el sector es “incompetente”, “ineficiente”, “absurda”, que los productores la “sufren” y que los ganaderos y los consumidores fueron “los dos grandes perdedores” de las medidas para regular el mercado de la carne. “Tenemos que salvar la ganadería”, bramó. “Es hora de eliminar las retenciones y liberar las exportaciones”, exigió. De ahí, Miguens pasó a un ataque general a la política económica y remató con una reflexión sobre lo importante de “invertir” bien el voto en las elecciones de octubre. La respuesta del Gobierno, a través del ministro de Economía, Miguel Peirano, fue igual de virulenta.
“El discurso del titular de la Sociedad Rural refleja la visión de un país excluyente. Es un planteo sin consistencia económica ni preocupación por la equidad social”, devolvió el jefe de Hacienda. “Parecen expresiones nostálgicas de grupos minoritarios de la derecha argentina”, agregó. Las aguas entre dirigentes del campo, políticos y economistas inevitablemente se partieron. El Gobierno abonó la disputa ideológica, confiado en ganar la disputa con los números en la mano, debido a que el campo registra niveles de rentabilidad, caída del endeudamiento y revalorización de las tierras que se ubican en sus máximos históricos.
La inauguración de la 121ª Exposición de Agricultura, Ganadería e Industria Internacional volvió a contar con la presencia de funcionarios después del faltazo generalizado del año pasado, producto de los roces de ese momento por el precio de la carne y como represalia oficial al también muy duro discurso de Miguens en 2005. En aquella oportunidad, estuvieron en Palermo el vicepresidente Daniel Scioli y el entonces subsecretario de Agricultura, Javier De Urquiza. La respuesta de ambos a las palabras del anfitrión les valió una reprimenda de Kirchner, quien las juzgó demasiado tibias. A De Urquiza le tocó ayer ser otra vez la cara del Ejecutivo en la muestra, ahora como secretario del área, pero esta vez no se quedó a cambiar golpes, sino que directamente abandonó el lugar después de recibir un llamado a su celular, mientras Miguens descargaba quejas y reprimendas (ver nota en página 2).
De Urguiza estuvo en contacto con Miguens toda la semana. Fue varios días a recorrer la feria y anteayer entregó premios junto a él a los criadores de animales campeones. La cercanía intentó ser una señal del funcionario hacia la entidad, con la que retomó el diálogo oficial después de la ruptura de los ruralistas con su antecesor, Miguel Campos. El secretario también buscó contener eventuales críticas en el acto de ayer, misión en la que evidentemente fracasó. Miguens le había avisado que habría cuestionamientos, pero cerca del funcionario aseguran que no esperaban tamaño aguacero.
Desde la Casa Rosada, el Ministerio de Economía y la propia Secretaría de Agricultura indicaron a Página/12 que nunca estuvo en los planes del Gobierno anunciar ninguna medida de fomento para el sector, como algunos empresarios llegaron a suponer. “Kirchner no lo hizo nunca, no lo iba a hacer ahora que el campo está obteniendo ganancias record”, recalcó una fuente cercana al Presidente.
El discurso
“El campo es indivisible con nuestra patria. Sus valores y tradiciones se encuentran celosamente conservados por nuestra esforzada gente. (...) Aquí conviven la fuerza de la experiencia con las opciones de crecimiento y desarrollo”, arrancó Miguens su discurso en la tradicional –y siempre controvertida– platea de la Rural. El tono era el habitual, otra muestra de la muy alta estima en que se tienen los socios de la entidad centenaria. Luego hizo una rápida enumeración de los logros del sector y, al iniciar la segunda carilla, de un texto de diez, arremetió: “Esto ocurre (los buenos resultados) a pesar del clima de incertidumbre provocado por las medidas cortoplacistas que tuvieron lugar en el último año”. “Las entidades (del campo) nos vimos obligadas a realizar un paro nacional agropecuario. No logramos todo lo que demandábamos, pero sí torcer una tendencia.”
No hubo pausas en los reproches, primero enfocados a la política ganadera y al secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, a quien no mencionó. “Terminamos con el irritante sistema de precios, impuesto telefónicamente, para la hacienda en pie. Recuperamos Liniers (...). Pero no alcanza. Vamos a trabajar sin descanso. Ahora nos toca salvar la ganadería. Tenemos que salvarla, porque no podemos perderla”, exclamó, levantando ovaciones desde la tribuna. El empresario, cuyo perfil, pese a todo, siempre fue dialoguista, componedor, con un discurso menos cargado que el de su predecesor, Enrique Crotto, quien era un militante menemista de pura cepa, Miguens, en suma, asumió el papel que la mayor parte de los socios de la Rural esperaba de él: “Nuestra advertencia (sobre los problemas en la producción ganadera) no fue atendida. No se adoptó ninguna previsión. Y ante el inevitable reacomodamiento de los valores se reaccionó de la peor forma: el control de precios”, protestó. “Esta medida, tan absurda como ineficaz, se aplicó sobre la hacienda en pie, que no es responsable del precio de la carne”, interpretó. Los controles de precios, según opinó, fueron “dañinos y contraproducentes”.
“Como dije, tenemos que salvar la ganadería (...). La fuerza que tiene esta actividad soportará tanto la competencia de la agricultura como la incompetencia de políticas ineficientes”, siguió. En ese punto, lanzó su reclamo al Gobierno: “Señores, ha llegado la hora de eliminar totalmente las retenciones, de liberar las exportaciones, de abrir nuevos mercados”. “Cuánto más se produzca, más se beneficia la Nación”, remató. Otra embestida contra el Gobierno fue por “la falta de combustibles y energía” que afecta al sector. Fue un puente hacia un cuestionamiento global al modelo económico. “Ya es hora de sincerarnos. A pesar del excelente crecimiento de los últimos años, la política económica presenta problemas. El modelo actual necesita cambios.”
Miguens apuntó, otra vez sin hacer nombres, a la crisis del Indec. “A la inflación se la debe combatir, no esconder. La inversión es un arma eficaz. Se debe crear, desde el Estado, un ambiente amigable que la haga posible.” “Nos preocupa especialmente el enfrentamiento con empresas privadas”, observó. En el único reconocimiento al Gobierno, destacó los superávit fiscal y externo, pero advirtió que “de algunos meses a esta parte el incremento del gasto público improductivo es alarmante”. Acto seguido, sin embargo, se quejó de la presión fiscal, que “alcanzó cifras record históricas”. Dos párrafos más abajo, no obstante, planteó la necesidad de mayores obras públicas que mejoren la infraestructura nacional.
Sobre el final, con Mauricio y Jorge Macri, Ricardo López Murphy y Ricardo Alfonsín, entre otros, en el palco, Miguens enfatizó que “la Sociedad Rural Argentina cuando critica no hace oposición. Y cuando señala aciertos no hace oficialismo”. Invitó a pensar, entonces, en que “el voto es una inversión que hacemos cada vez que vamos a las urnas (...). Cuando se elige tal o cual propuesta, se deberá vivir con las consecuencias de esa elección. Utilizar nuestro derecho cívico con responsabilidad será una eficaz contribución para conducir a la Argentina a los niveles de bienestar que nos merecemos”, concluyó.
La respuesta
El Gobierno tardó dos horas en armar una respuesta. Corrió por cuenta de Peirano, mientras los técnicos de la Secretaría de Agricultura preparaban un listado con las 20 medidas que tomó el Gobierno para favorecer la producción agropecuaria. “Plantear la eliminación total de las retenciones y la liberalización absoluta de las exportaciones para aprovechar los beneficios de un tipo de cambio competitivo implica alentar un violento incremento de precios, que dejará a los consumidores fuera del alcance de los alimentos”, argumentó el ministro de Economía, quien hace diez días mantuvo un encuentro con las entidades del campo –incluida la Sociedad Rural– que iba en la línea de profundizar el diálogo. A esta altura, si no se rompió, quedó malherido. El discurso de Miguens “refleja una propuesta que supone la inexistencia del consumo interno, que los trabajadores no puedan acceder a los alimentos y que el negocio exportador de productores sea la prioridad”.
Peirano insistió en que no se descuidará a los productores rurales, pero tampoco al mercado interno. “Desde sectores que han avalado políticas contrarias al crecimiento se intenta forzar decisiones que perjudicarán a la sociedad en su conjunto”, marcó. En la misma línea, agregó: “Es lamentable que quienes critican sin sustento esta etapa de recuperación productiva representen el pensamiento que avaló las peores etapas de política económica que llevaron a la producción agropecuaria y al país a graves crisis”. El ministro del Interior, Aníbal Fernández, se sumó con una declaración en su estilo: “Es la derecha angurrienta” que “no representa” a los productores rurales, opinó.
El crecimiento del sector agropecuario se aprecia en el record de 95 millones de toneladas de producción agraria, el doble del promedio de la década pasada. La rentabilidad en todos los cultivos triplica o cuadruplica la que existía en aquellos años, especialmente en la soja. Se debe, casi en partes iguales, a la ganancia de competitividad por la devaluación y a la suba en los precios internacionales de los commodities. La ganadería también presenta márgenes de ganancia que casi duplican los de los noventa, según marcan estadísticas oficiales y estimaciones privadas. Los estudios hacen la lógica salvedad por regiones y tamaños de explotación. Para los productores ganaderos el problema no es que pierdan plata, sino que ganan menos. Para la Rural, a la ganadería hay que salvarla.
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