Domingo, 19 de agosto de 2007 | Hoy
ECONOMíA › CUANTO HAY DE CRISIS, CUANTO DE ESPECULACION
La tormenta financiera se esparció por el mundo, pero se ensañó con algunos mercados en particular. Las razones del castigo a la Argentina dejan entrever dónde está el negocio financiero.
Por Marcelo Zlotogwiazda
La tormenta financiera que se desató en los Estados Unidos se esparció por todo el mundo, pero no castigó a todos por igual, y entre los más afectados aparece la Argentina, que aun tras el rebote del viernes acumula en lo que va del año caídas en los títulos públicos y en las acciones más profundas que la mayoría de los países. Según los analistas consultados, hay variados motivos –fundamentados o errados, pero conducentes– para entender el comportamiento de los operadores internacionales, que van desde el antecedente del default a la erosión del superávit fiscal, pasando por la manipulación del índice de precios y los recientes casos de corrupción. Sin minimizar lo anterior, una lectura alternativa señala que los movimientos en las variables financieras también son resultado de que determinados sectores aprovechan la coyuntura inestable para pulsear con el Gobierno por la definición del futuro económico.
Una clara muestra de la desconsideración por la Argentina fue la recomendación de vender los activos argentinos que figuró en el reporte que el martes pasado difundió Pimco, uno de los fondos de inversión con más presencia en los mercados emergentes, que nació en California y que en el año 2000 fue adquirido por el banco alemán Allianz.
En realidad, el especial castigo para la Argentina viene de antes de que comenzara esta crisis. En lo que va del año el índice bursátil Merval acumula un retroceso en dólares del 11 por ciento, mientras que Brasil, México y Chile, por ejemplo, todavía muestran ganancias. Si se compara la evolución de los títulos públicos, las diferencias en contra de la Argentina son mucho más amplias.
Ricardo Delgado, de Ecolatina, apunta que “el default es un antecedente que influye en el ánimo de los inversores”. En cuanto a la actualidad, dice que “para la mirada ortodoxa de los mercados el deterioro del superávit fiscal que hubo este año es un dato que influye”. En igual sentido, Marcelo Lamothe, de Abeceb.com, sostiene que “los inversores de afuera ven que el gasto público aumenta a un ritmo superior al 40 por ciento y no se hacen demasiadas preguntas sobre si es sostenible o no”.
Es interesante notar que si bien ambos comparten la preocupación por el frente fiscal, también coinciden en que es un problema sobredimensionado. “Si se analizan las variables fundamentales, la Argentina no debería ser tan castigada”, dice Lamothe. Según Delgado, el menor superávit y el contexto internacional mucho más restrictivo “complica el panorama de financiamiento externo, pero Brasil tiene una situación estructural mucho más complicada: ellos tienen que refinanciar el año que viene el equivalente a 9 puntos del PBI y nosotros 2 puntos”.
–¿Por qué entonces Brasil no cae tanto?
–Entre otras razones, porque en Brasil llevan ganado mucho dinero gracias al proceso de revaluación del real y las altas tasas de interés. El gran ganador del modelo brasileño es el sector financiero –responde Delgado.
Si las apreciaciones de Delgado y Lamothe sobre Brasil son correctas, dejarían en evidencia el sesgo interesado o equivocado del citado informe de Pimco, que recomendaba “evitar” los activos de países que, como Argentina, “son vulnerables al mayor costo y volatilidad de los mercados internacionales” para “concentrarse en países como Brasil, México y Rusia, que tienen amplias reservas líquidas”. Sea como fuere, los que deciden qué hacer con el dinero son los operadores de Pimco.
El ex viceministro Jorge Todesca, titular de Finsoport, enumera como factores del castigo a la Argentina “las dudas que tiene el sector financiero sobre el mediano plazo y sobre cómo sigue la economía después de las elecciones; hay expectativas inflacionarias y preocupación por el tema fiscal”. El opina que la cuestión fiscal merece atención, pero enfatiza el contraste entre “la mirada del sector financiero y la del sector industrial, que hoy (viernes) está festejando las medidas de protección del mercado interno que anunció el Gobierno”.
A Claudio Golonbek, del Centro de Economía y Finanzas para el Desarrollo de la Argentina (Cefidar), le “da la impresión de que los centros financieros están pulseando con el Gobierno por las definiciones que se abren en todo proceso electoral”.
–¿Pero el tema fiscal no incide?
–Incide si uno no conoce el tema a fondo. Si la pregunta es si es lógico que los inversores institucionales vendan papeles de la Argentina, la respuesta es que sí. Hay incertidumbre por las elecciones, y las posiciones de los fondos en el país son marginales. Pero debo decir que hay un efecto amplificado políticamente y por algunos medios, que influye en la percepción de riesgo que se forman los mercados.
En línea con Delgado, Golonbek cree que Brasil ha sido menos castigado que la Argentina porque “tiene una política económica y un alineamiento más afín a lo que pretende el sector financiero”.
En cuanto a la distanciada desvalorización de los títulos públicos argentinos en comparación a los de otros países, los cuatro economistas consultados coinciden en que una de las causas principales es la manipulación de los datos oficiales de inflación, que al reprimir una variable central para determinar el rendimiento de una parte considerable de la deuda del Estado generó desconfianza y rechazo por esos bonos en particular y por los títulos de deuda pública en general.
Para Lamothe hay otro elemento ajeno a la macroeconomía a tener en cuenta en la actitud de los inversores: “Justo cuando empieza el ruido aparece lo de la bolsa de (Felisa) Miceli que detona un cambio de ministro y ahora lo de la valija; son cosas que potencian la visión distorsionada y exagerada de algunos problemas. Desde aquí yo lo veo distinto, pero si estuviera afuera en un fondo de inversión es muy probable que lo viera igual que ellos”.
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