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Souvenirs. En el mercado de artesanos se venden todo tipo de souvenirs. Los que más salen son los vinculados con el período soviético: petacas, navajas y encendedores con escudos de la ex CCCP, entre otros. Son menos pedidas, pero llaman la atención, las mamushkas que muestran las fotos de los líderes de la revolución y los presidentes que les siguieron. Así, de adentro del Lenin más grande van apareciendo muñecos de Trotsky, Stalin, Kruschev y hasta Gorbachov.

Ciudad. Las estrictas medidas de seguridad impiden a los periodistas moverse con facilidad desde el centro de prensa. Es necesario abordar un barco que demora media hora la travesía y luego un micro que tarda otros 20 minutos. Por lo tanto, los organizadores montan en los “media center” verdaderas ciudades. Allí conviven unas mil personas, que tienen acceso a comida, bebida y hasta diversión: ayer se lució una banda de músicos rusos que tocaban rock and roll del bueno.

Baño. Hay algunas costumbres europeas que son muy distintas de las argentinas. Una de ellas tiene que ver con la limpieza de los baños. Este diario ya había dado cuenta del hecho hace dos años, en la cobertura de la cumbre del G-20 en Cannes. Pero al parecer no era una cuestión sólo francesa. En San Petersburgo también se da la “rareza”, de acuerdo con lo habitual en Argentina, de que haya mujeres pasando el secador y el trapo en el baño de hombres mientras ellos hacen sus necesidades en los mingitorios.

Frigobar. Los periodistas argentinos que cubren el encuentro de presidentes del G-20 quedaron alojados en distintos hoteles. Fue así como descubrieron que en ninguno de ellos está el clásico frigobar, con oferta de bebidas y chocolates.