Viernes, 4 de julio de 2008 | Hoy
EL MUNDO › TODA COLOMBIA SIGUIO LOS PASOS DE INGRID POR LA TELEVISION
Antes de viajar a Francia, la ex rehén se reencontró con su madre y sus hijos, a quienes les dedicó palabras amorosas. También se mostró cerca de Uribe, quien supo capitalizar la situación para instalar a su probable sucesor.
Por Katalina Vásquez
Desde Bogotá
Nadie quería perdérselo. El segundo día de Ingrid Betancourt de regreso a la libertad fue registrado y seguido por los colombianos como uno de los más importantes de la historia del país. Al comenzar el día, noticiarios, periódicos y sitios web abrieron con el rostro de la mujer que pasó de ser el símbolo del secuestro a ser el rostro de la libertad y la entereza. Sus primeras lágrimas, el abrazo con la madre, las palabras conmovedoras del miércoles cuando aterrizó, todavía sin creerlo, en Bogotá, fueron apenas el comienzo de la ráfaga de rostros, emociones, declaraciones, encuentros y ruedas de prensa vividos intensamente el día de ayer en la capital del país. Casi ni tuvo encuentros privados.
Desde antenoche, la ex candidata presidencial salió del aeropuerto militar de Catam, adonde llegó en avión tras ser sacada de la selva en helicóptero, a reunirse con el presidente Uribe. Tras cenar en el Palacio de Nariño, Ingrid ofreció una conferencia de prensa con el primer mandatario. Traía ropa estilo camuflado y las palabras bien listas para responder las preguntas de la prensa local e internacional que se apuró a llegar a Bogotá desde los rincones del mundo, o que andaba de paso por el país cubriendo la visita del candidato presidencial en Estados Unidos, John McCain.
Ayer Ingrid se levantó temprano. Se peinó una trenza de nuevo, pero esta vez se la dejó suelta. El pelo negro y liso le colgaba hasta la cintura. Una trenza libre, como anda ahora por las calles de París, adonde viajó anoche en el mismo avión de la Fuerza Aérea Francesa que trajo a sus hijos a Colombia.
Eran las ocho y quince. Ingrid ya no vestía más camuflados. Una campera negra sobre la remera blanca la cubrían del frío bogotano de la mañana. Apretaba las manos y los labios cuando veía acercarse el avión francés. En las ventanas, sus hijos sacudían las manos. Luego, la puerta se abrió. Bajaron, primero, el canciller francés y el colombiano, Bernardo Araújo. Después, el momento soñado: Ingrid se reencontró con sus hijos. Un abrazo largo y silencioso. Sólo los sollozos se hicieron escuchar. No había palabras, explicaron más tarde, para decir en aquel momento. Ingrid y sus hijos, Mélanie y Lorenzo Delloye, subieron al avión. También estaban su ex marido francés y padre de los chicos Fabrice Delloye, junto a su hermana Astrid, su pequeño sobrino Estanis, su madre y su marido Juan Carlos Lecompte. No estaba Sebastián, el menor de los hijos de la colombo-francesa. Más abrazos y saludos. “Le doy gracias a Dios por este momento, son mis niñitos, son mi orgullo, mi razón de vivir, mi luz, mi luna, mis estrellas, por ellos seguí con ganas de salir de la selva, por volverlos a ver”, dijo Ingrid en la rueda de prensa en el aeropuerto. De allí, Ingrid pasó a visitar los restos de su padre, quien murió durante el cautiverio. Luego, respondió más preguntas a los periodistas y llegó la hora del almuerzo.
En centros comerciales, oficinas y hogares el televisor era el centro de atención. Más aplausos cuando empezó el noticiario a mostrar a Ingrid en su apretada agenda. En la casa del embajador de Francia en Colombia, la recién liberada almorzó con sus hijos y un grupo de diplomáticos. Vinos y quesos eran el centro de la mesa donde todos la miraban con atención, mientras narraba los detalles del secuestro. Desde allí ofreció también declaraciones en francés e inglés, que se siguieron en vivo en esos países.
La transmisión del día histórico cubrió también a los militares y policías rescatados. Eran once y gritaban ¡viva la patria! ¡Vivan las fuerzas militares! ¡Viva Uribe! Pero no eran los únicos. Los ánimos están ardientes en el país tras el rescate a este grupo, tres ciudadanos norteamericanos y la política Ingrid Betancourt. A Uribe le vino de perlas. Y hasta la misma Ingrid habló de “por qué no” una tercera reelección. Aun si la intención de Uribe no es un tercer mandato, dejó en un lugar muy alto a un sucesor de su línea. “Fue muy evidente la forma en que el presidente ungió al ministro de Defensa Juan Manuel Santos”, dijo a PáginaI12 el analista político Jorge Giraldo Ramírez. “Santos estuvo sentado a la izquierda del presidente y fue la persona que tuvo más interlocución en la alocución presidencial de la noche de antes de ayer.”
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