Martes, 2 de septiembre de 2008 | Hoy
EL MUNDO › EN MéXICO SIGUEN PENDIENTES LA SEGURIDAD, EL EMPLEO Y LA ECONOMíA
El derechista Felipe Calderón rindió cuentas de su segundo año de gobierno. En México hay más problemas que soluciones: crecieron el crimen organizado, el narcotráfico y el desempleo. Y, por el contrario, no creció la economía.
Por Gerardo Albarrán de Alba
Desde México DF
La máxima tribuna política de la nación se mudó de la sede del Congreso de la Unión a las pantallas de televisión y estaciones de radio, que durante toda la semana pasada transmitieron en horario estelar cápsulas de varios minutos en las que el presidente Felipe Calderón reseñó sus “logros”. Y es que ayer terminaron los rituales imperiales que enmarcaban lo que debería ser un ejercicio republicano de rendición de cuentas: por primera vez en la historia moderna de México, el presidente no compareció ante diputados y senadores para rendir el informe anual sobre el Estado que guarda la administración pública. En su lugar envió a su secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, para que lo entregara por escrito.
Tampoco es para celebrar. El cambio de formato obedece a una crisis de legitimidad política a partir del fraude electoral de 2006 que se expresó en septiembre de ese año, cuando las fracciones del PRD y del PRI impidieron que Vicente Fox pudiera entrar a la Cámara de Diputados para entregar su sexto y último informe de gobierno. El año pasado, Calderón no se arriesgó a volver a entrar a escondidas al recinto legislativo, como hizo para su toma de posesión. Simplemente llegó a las escalinatas y ahí entregó su primer informe de gobierno, para de ahí trasladarse al Palacio Nacional para encabezar su propia ceremonia privada, entre los suyos. Ahora envió a un propio al Congreso, gracias a una reforma legislativa que ya no lo obliga a presentarse al inicio de actividades legislativas ni a encarar a sus opositores.
De cualquier forma, Calderón no tiene buenas cuentas que entregar, particularmente en los tres principales ejes que preocupan a la sociedad mexicana: seguridad, empleo y crisis económica.
En materia de seguridad, más de 5600 asesinatos relacionados con el crimen organizado, 1235 secuestros denunciados (más los que no se denuncian), todo agravado por la militarización del país y la nada infrecuente violación de derechos humanos bajo el pretexto de operativos anticrimen. Y más de 300 discursos de Calderón asegurando que va ganando la guerra contra el crimen. En tanto, la respuesta de las mafias del narcotráfico rebasa a las propias autoridades y se expresa en lo que aquí se conoce como “narcomantas”: mensajes pintados sobre telas que sicarios han colgado sobre puentes de paso peatonal en las principales ciudades de al menos diez estados, y en los que, por ejemplo, le dicen a Calderón: “Sr. Narcopresidente, si quiere que se termine la inseguridad, deje de proteger a los narcotraficantes como ‘El Chapo Guzmán’, Ismael ‘El Mayo’ Sambada, ‘La familia michoacana’ y los mandatarios partidistas que, igual que usted, son narcos como los anteriores que ya llevan 40 años de narcomandatarios”.
En materia de empleo, la tasa oficial de desempleo abierto se ha incrementado un 17 por ciento durante los primeros 20 meses de la administración de Calderón, que se vendió en su campaña electoral como “el presidente del empleo”. Hace un par de meses se perdieron seis puestos de trabajo por minuto, en promedio. El desempleo abierto llegó a 4,15 por ciento en julio pasado, la peor cifra desde septiembre de 2004. Entre Calderón y el entonces presidente Vicente Fox han duplicado la cifra de desocupados. Esta es la constante en las 32 principales ciudades del país, con más de 100 mil habitantes cada una: la tasa oficial de desempleo urbano se incrementó 18 por ciento al primer semestre de este año.
En materia económica, México ocupa hoy el último lugar en las tasas de crecimiento de las economías latinoamericanas; el año pasado era la penúltima, en parte porque el “incremento” real del producto interno bruto de ese año resultó 33 por ciento inferior al registrado en 2006, y para este año se prevé que caerá 15 por ciento en relación con 2007. Al asumir Calderón como presidente, en medio del escándalo por el fraude electoral, México ocupaba el lugar número 49 a nivel internacional en competitividad; un año después cayó al puesto 52, lo que explicaría que la inversión extranjera directa se desplomara en 20 por ciento durante el primer semestre de este año. Eso sí: Calderón presume que la inflación en México es la más baja de todo el continente, sólo después de Canadá, aunque omite en sus discursos que la canasta básica de alimentos cuesta hoy 75 por ciento más que al inicio de su administración.
No es gratuito que estos tres temas sean los de mayor preocupación para los mexicanos. La relación entre desempleo, crisis económica e inseguridad es evidente para todos, excepto para la administración de Calderón, que sostiene que el ingreso per cápita de los mexicanos llegó a 11 mil dólares anuales. Esto resulta una fábula para más de 50 millones de personas que viven por debajo de la línea de la pobreza. Lo que no dice el discurso oficial es que tal ingreso se logra porque en México viven 12 de los hombres más ricos del mundo, incluyendo al primero de la lista de Forbes, Carlos Slim, cuyos ingresos mensuales estimados equivalen al salario mínimo de 6,5 millones de personas.
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