Sábado, 27 de septiembre de 2008 | Hoy
EL MUNDO › EL DEBATE ENTRE OBAMA Y MCCAIN NO TUVO EXABRUPTOS NI ERRORES, AUNQUE Sí ATAQUES MUTUOS
El demócrata se mantuvo firme y fue muy cortés con su rival. El republicano lo corrigió constantemente. Cuando se hablaba de la economía, subía Obama, cuando el tema era la seguridad y el terrorismo, McCain aceleraba.
No hubo preludio ni demora. Los dos candidatos presidenciales Barack Obama y John McCain arrancaron lanzándose críticas y marcando sus diferencias sobre la actual crisis financiera y cómo salir de ella. “La mejor receta para una economía sana son impuestos bajos y un gasto limitado”, recomendó el senador republicano por Arkansas. Obama contestó cuestionando el plan para cortar impuestos a las grandes empresas. Su plan, explicó, es recortar los impuestos al 96 por ciento de los trabajadores y seguir apostando a los programas sociales para las familias más afectadas por la crisis económica. A pesar de los ataques y contraataques, el debate fue prolijo, sin exabruptos ni gruesos errores.
El fondo azul y el águila envuelta sobre una bandera estadounidense marcaban el tono patriótico de la cita. Los dos candidatos llegaron sonrientes con sus trajes impecables y se saludaron como viejos conocidos. Pero en cuanto el moderador, el periodista de PBS Jim Lehrer, lanzó la primera pregunta, los dos se pusieron duros, serios y empezaron con el ping pong de críticas. Los dos hicieron una radiografía de la situación actual, señalaron a los culpables y reconocieron que el presupuesto del año próximo será mucho menor a lo que esperaban. Sin embargo, ninguno pudo contestar con claridad cuál de sus proyectos sacrificarán.
Obama aprovechó el clima de opinión que reina en el país desde hace semanas y atacó directamente al actual gobierno republicano. McCain, sin mucho margen para maniobrar, se limitó a repetir los tradicionales principios republicanos –bajar impuestos, reducir el gasto y la regulación estatal–. “El gasto en Washington está completamente fuera de control. Nosotros llegamos al gobierno para cambiarlo, pero finalmente el gobierno nos cambió a nosotros”, aseguró, disculpándose por sus correligionarios que hoy están procesados por casos de corrupción.
McCain consiguió cambiar la dinámica y empezar a inclinar la balanza levemente a su favor cuando se entró en las preguntas sobre política exterior, su fuerte y el tema de fondo del debate. En cada respuesta, en cada tema, hacía énfasis en su experiencia. “Yo estuve ahí”, “creo que el senador Obama no entiende” y “es un poco ingenuo”, repitió una y otra vez al mencionar Irak, Afganistán, Georgia, Pakistán, Rusia y Africa.
Además de resaltar la inexperiencia de su rival, el veterano héroe de Vietnam atacó sin piedad la intención de Obama de reunirse con presidentes opositores, como el iraní Mahmud Ahmadinejad o el venezolano Hugo Chávez, sin precondiciones. A pesar de la dureza y el sarcasmo del senador republicano, Obama se mantuvo muy firme. “Me guardo el derecho como presidente a sentarme con quien me parezca que pueda ayudar a garantizar la seguridad del país.”
Obama se mostró más respetuoso con McCain. Le reconoció su pasado, su experiencia y sus aciertos, especialmente el apoyo a la nueva estrategia militar en Irak. “La violencia en Irak bajó por el esfuerzo increíble de nuestras tropas, pero la guerra no empezó en 2007, empezó en 2003 y John lo sabe”, contraatacó el joven senador demócrata. Intentó desviar la discusión a Afganistán y Paquistán. Obama se esforzó en mostrarse como un líder duro, aún más que McCain. Pidió más tropas para Afganistán y ser más activos, incluso militarmente, en Pakistán si el gobierno local no hace nada para frenar a los grupos territorios.
Hasta el mediodía no estuvo claro si el debate se iba a realizar. El jueves a la noche el candidato republicano se hacía el misterioso y se negaba a dar un sí o un no claro. “Estoy muy esperanzado de llegar a un acuerdo para que podamos realizar este debate”, había dicho a la cadena NBC. A la mañana siguiente se instaló en las oficinas del Capitolio para seguir negociando el paquete de salvataje financiero de 700 mil millones de dólares del presidente George Bush. Afuera, los medios especulaban. La campaña de Obama les daba una mano.
“Ciertamente John McCain tuvo su responsabilidad en el estallido de este proceso”, dijo a MSNBC Stephanie Cutter, uno de los asesores del equipo de Obama que ayer por la mañana se pasearon por los noticieros. Más tarde, ya en el avión en camino a la Universidad de Mississipi, el propio Obama apuró a su rival. “Uno de nosotros va a estar a cargo de este desastre en cuatro meses, y creo que el pueblo estadounidense tiene el derecho y la obligación de saber donde queremos llevar al país y en qué creemos”, dijo el senador de Illinois, de 47 años. Antes de partir hacia el sur del país, el candidato demócrata habló por teléfono con los líderes de la bancadas del Congreso y con el secretario del Tesoro, Henry Paulson.
Finalmente llegó la respuesta de McCain. “El candidato está reanudando sus actividades de campaña y acudirá al debate”, decía el texto. Las palabras del candidato republicano calmaron un poco los ánimos de los estudiantes y profesores de la Universidad de Mi-ssissippi, que ayer se habían levantado listos para protestar contra el faltón del veterano de Vietnam. “Hasta ahora yo era claramente pro McCain”, aseguró Evan Extine. El estudiante se preparaba para ocupar su lugar frente al escenario. Llevaba un pin del Partido Republicano en su camisa, pero seguía enojado con su candidato. “Creo que decidió actuar de esta manera porque iba rezagado en las encuestas y no me gusta el que McCain haga parecer que a él le importa el país más que a Obama”, explicó.
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