Domingo, 3 de marzo de 2013 | Hoy
EL MUNDO › DURO CRUCE POR UN NIÑO RUSO FALLECIDO EN TEXAS
Rusia y Estados Unidos mantienen un enfrentamiento por la extraña muerte de un niño ruso de tres años adoptado por una familia de Texas, ya que Moscú reclama justicia contra los padres adoptivos y Washington asegura que el pequeño falleció por un accidente. El escándalo estalló horas después de que el presidente ruso, Vladimir Putin, y su par estadounidense, Barack Obama, hicieran votos en una conversación telefónica por evitar pasos que puedan perjudicar las ya tensas relaciones bilaterales.
El 18 de febrero, el defensor del Menor de Rusia, Pável Astájov, denunció que Kuzmin murió tras ser golpeado por su madre adoptiva, aunque más tarde se desdijo sobre el presunto asesinato e insistió en que dejar a un niño sin cuidado “ya es un crimen en Texas”. Sin embargo, las conclusiones preliminares de la investigación apuntan a que “fue el niño quien se infligió a sí mismo” el golpe en el abdomen que acabó con su vida. Maxim había sido adoptado por la familia Shatto en un orfanato. Así, la policía de Texas desmintió ayer la versión de un posible asesinato y exculpó a los padres adoptivos al informar que Kuzmin murió accidentalmente en el jardín de su casa. Además, destacó que cuatro médicos corroboraron que las contusiones que presentaba su cuerpo “no pudieron” ser causadas por otras personas. Los padres del niño niegan también que Maxim hubiera ingerido sustancias psicotrópicas, como sugieren las autoridades rusas, sino sólo pastillas contra la hiperactividad. Con todo, la Fiscalía de Texas no descartó que pueda presentar cargos contra los padres por negligencia criminal al término de la investigación.
“Exigimos a Estados Unidos la entrega de los correspondientes documentos forenses, incluido el certificado de defunción de Maxim Kuzmin y la devolución de su pasaporte”, afirmó ayer Konstantín Dolgov, jefe del Departamento de Derechos Humanos del Ministerio de Exteriores ruso. El funcionario subrayó que sólo tras estudiar esos documentos –forenses y de defunción– se podrán sacar conclusiones sobre las circunstancias de la muerte del niño para decidir los próximos pasos.
Ayer, fue el propio Astájov quien aseguró en Twitter que un niño de tres años “ha sido víctima de la gran política”. “Investigación relámpago en Texas. Maxim Kuzmin se mató a sí mismo. ¿Triunfo de la Justicia? Los moretones han desaparecido, las medicinas se disolvieron, los padres adoptivos han sido absueltos, las autoridades rechazaron las denuncias. Insistimos en la presentación de pruebas convincentes”, dijo. Según él, veinte niños rusos adoptados murieron desde 2001 en Estados Unidos, país que acogió a unos 60 mil menores desde la caída de la Unión Soviética, en 1991. Por esta razón, Rusia ya aprobó en diciembre pasado una ley que prohíbe las adopciones de niños rusos por familias estadounidenses. En este contexto, varios miles de personas participaron ayer en Moscú en la oficialista Marcha en Defensa de los Niños, en la que, entre otras demandas, se exigió el retorno a Rusia de Kiril Kuzmin, hermano del niño fallecido y adoptado por la misma familia. Al respecto, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, declaró ayer a la televisión que los diplomáticos rusos ya están intentando que Kiril regrese a su país de origen, pero reconoció que existen obstáculos jurídicos, ya que “el acto de adopción fue realizado de manera legal”. El problema de la falta de interés por adoptar niños en Rusia es serio y fue el defensor del Menor quien admitió que “más del 80 por ciento” de los huérfanos rusos son sociales, es decir, tienen padres naturales que no quieren hacerse cargo de sus hijos.
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