Jueves, 18 de diciembre de 2014 | Hoy
EL MUNDO › PAKISTáN LANZó FUERTES ATAQUES AéREOS CONTRA LOS TALIBáN Y REINSTALó LA PENA DE MUERTE
Con banderas a media asta y escenas de dolor, el país enterró a los 132 muertos en el asalto a la escuela, mientras el ejército lanzaba una ofensiva y la oposición paraba sus manifestaciones “por la unidad”.
Entre escenas de dolor y de duelo, Pakistán enterró ayer a los 132 muertos en el asalto a una escuela, en una jornada en la que el gobierno levantó la moratoria que pesaba sobre la pena de muerte en los casos de terrorismo y reafirmó su determinación en la guerra contra los talibán. Al menos 57 supuestos insurgentes murieron en la veintena de ataques aéreos lanzados por el ejército paquistaní contra los talibán en la norteña ciudad de Peshawar, en la misma provincia en la que los niños fueron asesinados durante el ataque a la escuela, informaron fuentes militares. Pakistan Tehrik-e-Insaf (PTI), uno de los partidos opositores que mantenían protestas desde agosto contra el primer ministro, Nawaz Sharif, anunció ayer su decisión de detener las manifestaciones en un gesto a favor de la unidad en la lucha contra el terrorismo tras el asalto a la escuela.
Banderas a media asta, vigilias, pequeños ataúdes escoltados celosamente por la muchedumbre y un mar de lágrimas protagonizaron la jornada donde los cuerpos de los chicos asesinados fueron sepultados en un país que amaneció parcialmente paralizado, con escuelas e instituciones gubernamentales cerradas en algunas zonas, entre ellas Islamabad. Las reacciones a uno de los peores ataques que recuerda un país acostumbrado a la violencia no se hicieron esperar y el primer ministro, Nawaz Sharif, anunció que la moratoria que se venía prorrogando desde 2008 para no aplicar la pena de muerte no tendrá vigencia para los acusados de terrorismo. “El mayor problema que tenemos ahora es estos terroristas que han sido arrestados. ¿Cómo debemos lidiar con ellos?”, preguntó Sharif en una rueda de prensa tras anunciar que los detenidos no estarán amparados por la medida que mantiene las ejecuciones en suspenso, aunque los tribunales paquistaníes sigan sentenciando a muerte.
Amnistía Internacional calcula que al menos unas 8000 personas esperan en el corredor de la muerte, en las cárceles paquistaníes, por alguno de los 28 delitos para los que está prevista esa pena. “¿Cómo deben concluir sus juicios? ¿Qué castigo se debe aplicar?”, inquirió el mandatario. Sharif, además, se mostró contundente en su promesa de llevar adelante una guerra abierta contra los talibán, y aseguró que la batalla contra los insurgentes está logrando sus objetivos.
“Nuestra resolución ha alcanzado nuevas cotas; las operaciones continuarán hasta exterminar a los terroristas”, afirmó Sharif, al anunciar un encuentro de su alto mando militar con su homólogo en Kabul. En esa reunión se discutirá con líderes afganos sobre cómo coordinar operaciones contra los insurgentes talibán que operan en las porosas zonas fronterizas entre ambos países. El luto y el dolor también lograron abrir un paréntesis en la tensión política que acompaña la vida en Pakistán y miembros de los principales partidos participaron en una reunión liderada por el primer ministro.
El líder del opositor PTI, Imran Khan, que encabezó las protestas y movilizaciones que tuvieron lugar durante los últimos meses en las calles exigiendo la renuncia del gobierno, también estuvo presente en ese encuentro. Mientras los políticos reafirmaban su determinación de acabar con la violencia, Peshawar y sus alrededores se convirtieron en un gran velorio para enterrar a sus muertos. Al entierro de Zeeshan Safdar, en su localidad natal de Nowshera, ubicada a 43 kilómetros de la ciudad de Peshawar donde fue atacada la escuela gestionada por el ejército, acudieron cientos de vecinos de pueblos cercanos, según imágenes difundidas por la cadena de televisión Geo.
Entre la muchedumbre, su madre gritaba para que no la separasen de su hijo, de “su vida”. Después de que el ataúd fue sepultado, la mujer explicó entre lágrimas que Safdar le había pedido arroz para cenar. Osama Khalid también murió anteayer y su cuerpo fue enterrado ayer entre rezos de su familia y de sus vecinos en la comunidad de Peshawar. “Crié a mi hijo durante veinte años y en veinte minutos estos terroristas inhumanos me lo han quitado”, dijo el padre del joven, y agregó que estaba orgulloso de su hijo, que se ha convertido en un mártir.
El ataque que los militares lanzaron ayer en la provincia noroccidental de Khyber-Pakhtunkhwa tuvo lugar tras la masacre en un colegio de su capital, Peshawar, indicó en su cuenta de la red social Twitter el vocero del ejército paquistaní, el general Asim Bajwa. Los bombardeos, explicó el funcionario, incluyeron “objetivos dinámicos”, en referencia a ataques rápidos en puntos seleccionados mientras se va desarrollando la operación militar, sin haber sido planificados con mayor anticipación.
El ejército había lanzado a mediados de octubre una ofensiva para acabar con los terroristas que se esconden en Khyber, iniciativa que se enmarca en la denominada operación Zarb-e Azb (Afilado y Cortante) que comenzó el 15 junio en la región de Waziristan del Norte. Khyber y las vecinas áreas tribales fronterizas con Afganistán suelen ser zonas utilizadas como refugio habitual por redes jihadistas, miembros de Al Qaida y facciones talibán tanto paquistaníes como afganas.
Imran Khan, referente del PTI, se dirigió ayer a sus seguidores en Islamabad para anunciar el final de la concentración de protesta que comenzó el 14 de agosto en la ciudad y la desconvocatoria de la huelga general que iba a tener lugar hoy en todo el país. “La guerra contra el terror no es sencilla y es una situación difícil. En este momento crítico es necesaria la unidad para el país”, dijo Khan en una entrevista a la televisión paquistaní. El responsable del PTI asistió en Peshawar a la reunión convocada por Sharif con responsables de los principales partidos paquistaníes para estudiar medidas tras el ataque talibán de anteayer a una escuela de esta ciudad, el más sangriento de los últimos años.
El primer ministro señaló en rueda de prensa tras ese encuentro que las diferencias deben ser resueltas amigablemente con consenso de las partes implicadas, en referencia a la demanda de Khan de que una comisión estudie si hubo fraude en las elecciones de 2013. El PTI reclamó la renuncia de Sharif, el adelanto de las elecciones, reformas electorales y una auditoría de los gastos del gobierno en los últimos catorce meses. El gobierno, sustentado por la conservadora Liga Musulmana-N, accedió a todas las peticiones excepto a la de dimisión.
El PTI y el también opositor Pakistan Awami Tehrik (PAT) protagonizaron en agosto protestas para bloquear Islamabad, con enfrentamientos con las fuerzas de seguridad en los que murieron tres personas y unas quinientas resultaron heridas. Ambas formaciones pretendían aprovechar el descontento de la población por la crisis energética, el aumento de los ataques insurgentes y la mala situación de la economía para forzar la salida de Sharif del gobierno.
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