Jueves, 18 de diciembre de 2014 | Hoy
EL MUNDO › CóMO CONDENARON A LOS CINCO CUBANOS LIBERADOS
Para Cuba son héroes, para la Justicia de Miami espías a los que se condenó a larguísimas condenas pese a que hasta los militares norteamericanos decían que eran inocentes.
Por Gustavo Veiga
Los cinco héroes cubanos, como se los conoce en su país, o los cinco agentes de inteligencia que formaron parte de la Red Avispa, el encuadre por el que fueron acusados de espionaje en Estados Unidos, fueron detenidos en septiembre de 1998, mientras monitoreaban a grupos de anticastristas en Miami que habían organizado o realizado actividades terroristas en la isla. Gerardo Hernández, Ramón Labañino, Fernando González, Antonio Guerrero y René González quedaron desde aquel momento recluidos en celdas de castigo durante 17 meses antes de que un tribunal tomara el caso. El juicio se realizó en la ciudad del estado de Florida donde reside la mayor comunidad de cubanos de la diáspora.
El proceso duró más de seis meses y reunió más de 119 tomos de testimonios y 20.000 páginas de documentos, incluyó las declaraciones de tres generales y un almirante retirados del ejército estadounidense, que concluyeron que no existía evidencia de espionaje contra el país donde estaba operando el grupo infiltrado entre los cubanos del exilio.
El fallo resultó esperable, tomando en cuenta el entorno y los cargos presentados: conspirar para espiar, no haberse inscripto como agentes extranjeros ante la Fiscalía General de Estados Unidos, poner en peligro la seguridad del país y conspirar para cometer asesinatos. Los cinco fueron sentenciados a condenas que, sumadas, llegaron a cuatro cadenas perpetuas más 77 años. Fueron confinados en cinco cárceles diferentes de máxima seguridad y sin comunicación alguna entre ellos.
A los tres liberados ayer por el acuerdo entre los gobiernos de Barack Obama y Raúl Castro les aplicaron las penas más severas. Hernández Nordelo fue condenado a dos cadenas perpetuas más 15 años; Labañino Salazar a perpetua más 18 años y Guerrero Rodríguez a perpetua más 10 años. Página/12 consiguió entrevistar en la prisión a este último el 12 de septiembre, día en que cumplía dieciséis años de detención. Parecía impensable que fuera dejado en libertad sólo tres meses después.
Toni, como lo llaman, un ingeniero que en la cárcel se volcó a escribir poesía y a pintar cuadros, decía que “cuando comenzó nuestro juicio, el 27 de noviembre de 2001, en la sala había reporteros de muchos medios de prensa, no sólo de Miami. Los grandes periódicos fueron muy cautelosos al comentar el inicio de nuestro proceso. Un buen día desaparecieron todos de la sala dejando solo ¿a quiénes? Pues a aquellos que eran pagados por el gobierno para crear una campaña contra Cuba y contra nosotros. ¿Quién dio la orden de retirada? No sé. ¿Quién puede dar la orden para modificar eso? Tampoco lo sé. Pero hay preguntas que, aunque no se sabe la respuesta exacta, uno deduce de una manera u otra. Es increíble que el juicio más largo de la historia de una corte de la Florida, con una cantidad significativa de testigos, algunos que ocuparon y ocupan altos cargos, con toda la repercusión en las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, se haya silenciado de la manera en que se ha hecho”.
González Llort, condenado a 19 años y González Sehwerert a 15, ya habían sido liberados cuando cumplieron sus penas. Al primero le revisaron la sentencia, que bajó a 17 años y 9 meses. Abandonó la prisión el 24 de febrero de 2014 y se encuentra en Cuba desde el 28 de febrero. A González la Corte de Apelaciones le ratificó su sentencia de 15 años más tres años de libertad supervisada y para salir de la cárcel tuvo que renunciar a la ciudadanía estadounidense. Fue el primer liberado, el 7 de octubre de 2011. La apelación de las condenas se prolongó durante nueve años, fue revocada y luego revisada por apelación del gobierno de George W. Bush. Un año después, la Corte revocó la decisión y ratificó las condenas. Finalmente, en junio de 2009 la misma Corte Suprema del país decidió no tomar el caso, con lo que todos quedaron detenidos. Diez Premios Nobel, entre ellos Adolfo Pérez Esquivel y Rigoberta Menchú, firmaron la figura jurídica de amicus ante la Corte, y fueron desoídos. Incluso, a la campaña a favor de los cinco se sumaron diversas organizaciones y personalidades dentro de EE.UU., como la Asociación Nacional de Abogados Criminalistas.
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