EL MUNDO › EL ALCALDE BELGA HANS BONTE COMBATE CON éXITO AL JIHADISMO CON POLíTICAS DE INCLUSIóN SOCIAL

“La calidez puede derretir un iceberg”

Bonte, de 53 años, electo alcalde en 2013, puso en marcha un plan que parece funcionar: a pesar de que decenas de jóvenes se fueron de Vilvoorde para combatir en Siria desde 2011, ninguno fue allí desde mayo de 2014.

 Por Leo Cendrowicz *

En el norte de la capital de Bélgica, el distrito de Vilvoorde se mencionó una vez en la misma categoría que Molenbeek, la problemática comuna de Bruselas que fue el hogar de algunos de los jihadistas implicados en los atentados de París.

Vilvoorde era un semillero de radicalismo islámico, y los jihadistas del distrito han sido vistos en los clips de YouTube jactándose desde los campos de batalla de Siria sobre sus matanzas. De los 28 que se fueron a Siria, ocho ya han regresado, por lo menos cinco se sabe que han muerto luchando por el Estado Islámico (EI) y dos están en la cárcel. “No es divertido ser conocido como un alcalde del centro del jihadismo”, le dice a The Independent Hans Bonte, el líder de la municipalidad. “Así que desde el principio decidí que no fuera un tabú. Tenemos que reconocer que cuando los jóvenes se sienten aislados y solos, se vuelven vulnerables a esta ideología”, dijo Bonte. “Si queremos hacer frente a esto, tenemos que abrir nuestras puertas a estos hombres, y a las familias, los amigos, las novias, los hermanos. Tenemos que hacer que se sientan bienvenidos. Tenemos que darles el apoyo y el calor.”

Cuando Bonte fue nombrado alcalde en 2013, puso en marcha un plan audaz para detener la influencia del jihadismo en jóvenes descontentos de la ciudad. Su enfoque parece funcionar: a pesar de que decenas de jóvenes se fueron de Vilvoorde para combatir en Siria desde 2011, ninguno fue allí desde mayo de 2014.

El expediente de Bonte llamó la atención de Barack Obama, quien lo invitó a presidir una cumbre sobre terrorismo en la Casa Blanca este año. Y los esfuerzos de Vilvoorde impresionaron a la embajada de Estados Unidos en Bruselas, que envió un equipo de ocho del Departamento de Seguridad Nacional para un viaje de investigación de una semana de la zona donde, hace unos 500 años, William Tyndale, quien tradujo la Biblia al inglés , fue estrangulado y luego quemado en la hoguera por herejía.

Bonte, de 53 años, un consejero de la juventud en Molenbeek en la década de 1980, es también diputado de Vilvoorde, para el partido socialista de habla holandesa, Sp.A. Colgando detrás de su escritorio hay una pintura del pintor orientalista, nacido en Vilvoorde, Jean-François Portaels de un guerrero con una pipa, llamado El Fumador Sirio.

Vilvoorde estaba en el corazón de una crisis industrial en toda Europa hace 20 años, cuando Renault cerró su planta local de automóviles sin previo aviso. Pero resurgió para convertirse en un faro y su población se elevó 11,5 por ciento en cinco años hasta el 2012, convirtiéndola en la ciudad del crecimiento más rápida del país.

La mayoría de los nuevos residentes son de origen extranjero y ahora representan el 43 por ciento de su población. Casi la mitad de ellos están desempleados. El cambio social, explica por qué la campaña de reclutamiento de los jihadistas tuvo éxito inicialmente. “Ellos adoctrinan con el mismo mensaje: ‘Has nacido para ser un héroe’”, dice Bonte. “Dicen: ‘Puedes ser alguien. Puede ser el único. Puedes liderar el califato. No necesitas estos problemas escolares, estas preocupaciones laborales, esta vida de familia’. Dicen que estás desempleado porque eres musulmán; no eres aceptado porque eres musulmán. Dicen que los cobardes se quedan aquí: los verdaderos héroes van a Siria.”

El lavado de cerebro es seguido por el aislamiento, separando al joven de amigos y familiares, deportes o clubes juveniles, la escuela o los compañeros de trabajo. “He visto a las madres llorando, que dicen ‘¿Por qué mi hijo quiere matarme si yo trato de evitar que vaya a Siria?’”, Dice Bonte.

El alcalde admite que su respuesta, lo que él llama el “método Vilvoorde”, fue un disparo en la oscuridad. “No había un manual para este tipo de problema”, dice. Hizo un llamado a dos mujeres que le ayudaran: Jessika Soors, una oficial de desradicalización y un estudiante de doctorado en estudios islámicos, y Fátima Lamarti, la hija del primer inmigrante musulmán de Vilvoorde, y consejero de Bonte para la integración social.

Bonte equipara la radicalización y el terrorismo con un iceberg: puede parecer enorme, pero puede derretirse. “Necesitamos la solidaridad, el amor y calor humano”, dice. “La calidez sola puede derretir un iceberg.”

La esencia del enfoque era la confianza local: si alguien es visto como un potencial recluta de jihadistas, la familia, amigos, maestros y mezquitas entran en acción para hacerlo desistir. Es la inversa del proceso de radicalización.

“Tenemos que ver las historias individuales detrás de cada radicalización”, dice Bonte. “Tenemos que construir estrategias a medida. Si sabemos Mohammed está siendo radicalizado, reunimos mesas redondas de las personas que lo pueden influenciar. Lo rodeamos para que pueda reconectarse con la vida social. Decimos: ‘Vemos que tienes algunos problemas, pero en realidad, ir a Siria es una idea terrible. Y ni siquiera es parte del Corán’.”

La estrategia es una de vigilancia y compromiso. Bonte dice que él habla con los jóvenes que han regresado de Siria, para mostrar que la ciudad está implicada. También es un desafío social: dice que, si bien los combatientes sirios en potencia pueden ser descritos como enfermos mentales, una sociedad que entrega sus hijos en manos de los extremistas “está gravemente enferma”.

La respuesta, dice Bonte, tiene que ser lo más inclusivo posible. “Hay que hacer frente a sus frustraciones, frustraciones que están bajo sus narices.” Un movimiento obvio es contratar a más agentes de policía musulmanes. “Las minorías no se reconocen en las fuerzas policiales. Les estamos dando la mejor herramienta de reclutamiento cuando la policía apunta a los musulmanes”, dice Bonte.

Otro peligro surge cuando los políticos demonizan a los musulmanes. “El riesgo –y se puede ver esto con Donald Trump en Estados Unidos– es mezclar el radicalismo, los inmigrantes, los musulmanes y el terrorismo todos en la misma bolsa. Eso es lo peor que podemos hacer”, dice. Este enfoque está respaldado por expertos. “Tenemos que enfrentar las frustraciones del núcleo duro que vive fuera de la sociedad, que no siente ningún interés en la comunidad”, dice Rik Coolsaet, profesor de la Universidad de Gante. “En Vilvoorde, aprendieron que cada modelo tiene que incluir a todos, incluido el imán local. No hay ninguna garantía de éxito, pero este es el camino a seguir para evitar que una nueva generación se vaya a Siria.”

Bonte no es complaciente, Estima que Vilvoorde todavía tiene unos 45 potenciales reclutas jihadistas, incluidas las niñas. “No pretendo que haya terminado”, dice. “Es por eso que toco madera.”

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Páginal12.

Traducción: Celita Doyhambéhère.

Compartir: 

Twitter

Bonte (der.) en una cumbre antiterrorista en la Casa Blanca. El alcalde puso en marcha un plan social audaz para detener el jihadismo en su ciudad.
 
EL MUNDO
 indice

Logo de Página/12

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.