Domingo, 6 de marzo de 2016 | Hoy
EL MUNDO › RECIBIO EN SU CASA EL SALUDO DE LA PRESIDENTA DE BRASIL Y APOYO EN LAS CALLES DE SAN PABLO
Junto a Dilma Rousseff saludó a centenas de militantes petistas y sindicalistas que se autoconvocaron frente a su casa para una vigilia democrática. El interrogatorio a Lula, y su puesta en escena, fue un ensayo cuasi golpista.
Por Darío Pignotti
Desde Brasilia
Periodismo de anticipación. En la madrugada del viernes, cuatro horas antes de que Lula fuera trasladado por policías de forma coercitiva a declarar en la causa de Petrobras, un editor del Grupo Globo avisó en Twitter que iba a ocurrir algo “muy especial”. De esa forma hacía constar que había sido avisado del interrogatorio a pesar de tratarse de una operación mantenida en secreto. Dominado por su incontinencia digital el editor, entre kitsch e irónico, escribió algo sobre “paz y amor” festejando por adelantado lo que tal vez imaginaba sería un eventual arresto y el fin del líder cuya popularidad ha sobrevivido a 27 años de ataques desinformativos.
Ayer un Lula paradójicamente revitalizado luego del atropello del que fue víctima el viernes recibió en su departamento paulista a la presidenta Dilma Rousseff, junto a quien saludó a centenas de militantes petistas y sindicalistas que se autoconvocaron para una vigilia democrática.
En el tuit del editor de Globo quedó probado que el juez y los fiscales a cargo del proceso por el Petrolao filtran ilegalmente informaciones a esa empresa de comunicación tanto como el equívoco de las derechas (mediática, política y judicial) de dar por acabado a Lula, confundiéndolo con un político del montón cuya sobrevida está sujeta al ejercicio de algún cargo en el gobierno o a un resultado electoral.
Antes de ser elegido presidente en octubre de 2002 Lula había sido derrotado en tres elecciones al hilo en 1989 frente a Fernando Collor de Mello y ante Fernando Henrique Cardoso en los duelos de 1994 y 1998.
Una encuesta de la semana pasada mostró que la imagen lulista ha sufrido el desgaste de las mentiras cotidianas publicadas en su contra pero aún así el 37 por ciento de los brasileños lo juzga como el “mejor presidente de la historia” y esto lo vuelve un candidato potencial temible de cara a las presidenciales de 2018.
Las lecturas que el campo conservador hace Lula se basan en el equívoco de suponer que para hundirlo basta con llenarlo de lodo noticioso como ocurre con especial intensidad desde hace unos tres meses cuando se hizo más clara la estrategia combinada entre la oposición y el politizado juez federal Sergio Moro responsable de la causa por corrupción en Petrobras.
Moro, con gran ascendencia en las clases medias, ha dosificado las detenciones de impacto televisivo como una forma de mantener viva la llama golpista en su doble vertiente: la presión por la detención de Lula que conllevaría la impugnación de su candidatura para 2018 y el impeachent contra Dilma que parecía exhausto hace un mes y ganó nuevo ímpetu en los últimos días.
Sin dudas el interrogatorio a Lula, y su puesta en escena, fue un ensayo cuasi golpista de Moro y sus aliados de Globo que no dio el resultado esperado por sus autores. Lo cual se demuestra en el hecho de que ayer la noticia no fue de que es sospechado Lula sino la rudeza con que fue tratado. Y el propio Moro se vio obligado a publicar un comunicado en el que habló de “tolerancia” y aseguró que Lula no es considerado un culpado a priori en un intentó mal disimulado atenuar los daños colaterales de su estilo autoritario.
Por lo pronto las acusaciones, aunque vagas, de los fiscales contra Lula y el hecho de que ahora sea formalmente investigado en el proceso por el “Petrolao” será un argumento invocado por la dirigencia derechista, con el ex candidato presidencial Aécio Neves como referente, de cara a la marcha por la destitución de Dilma convocada para el próximo domingo. La campaña de agitación y propaganda con vistas a esa movilización ya comenzó a través del grupo Globo, que funge como el partido más importante de la oposición. Contando con brazos auxiliares como la ultraderechista y popular radio Jovem Pan, de San Pablo que a través de algunos columnistas incita a la población salir a la calle para “acabar con esta organización mafiosa”.
En ese clima de fobia antipetista se inscribe el ataque ocurrido ayer al comité del partido en Belo Horizonte que fue parcialmente destruido mientras en el Instituto Lula, en el centro de San Pablo, desconocidos pintaron ayer la frase “Tu hora llegó, corrupto”. Fuentes de la Presidencia comentaron en Brasilia su aprehensión ante el discurso cada vez más radical de la derecha y el riesgo de que esto desate una “guerra en la calle” con los defensores del gobierno.
Otra columnista del canal de noticias de la cadena Globo, igual de eufórica que aquel editor incontinente citado arriba, fantaseó el viernes que “con la deposición de Lula ante la policía federal; llegó el fin del proyecto de poder del PT”. Nada de eso: el traslado forzado de Lula ideado para humillarlo ante cámaras rodeado de agentes que parecían doblarlo en altura, sumado a una logística aparatosa, surtió el efecto contrario al buscado ya que hubo una reacción espontánea de respaldo que se prolongó durante el sábado.
Además de recibir apoyo del PT, la Central Unica de los Trabajadores (CUT) y los movimientos sociales, hubo una explosión de adhesiones en las redes sociales. “Fuerza y ánimo Lula... sos alguien muy importante para Brasil y los trabajadores”, dijo ayer la presidenta Dilma a su compañero y hacedor político quien repuso “estoy listo para el combate”, según contó uno de los participantes en la conversación el diputado petista Vicentinho, ex titular de la CUT. La presidente consideró “injustificada” la rudeza desplegada por los policías y abrazó a Lula y su esposa Marisa Leticia cuando ella contó que hasta dieron vuelta el colchón de la cama matrimonial.
Marisa Leticia ofreció más detalles sobre el comportamiento de los policías que también se llevaron documentos, los celulares de la familia y los utilizados por la custodia oficial del ex presidente. Dilma, Maria Leticia y Lula con una remera roja, saludaron desde el balcón al público luego de conversar durante una hora ayer en el cómodo y sencillo departamento de Sao Bernardo do Campo, donde la familia ya residía antes del primer mandato presidencial de 2003. En esa ciudad del cordón industrial paulista Lula se forjó como dirigente sindical a fines de los 70 y en 1980 fue preso por la dictadura acusado de infringir la Ley de Seguridad Nacional. El pacto de lealtad con los metalúrgicos luego se extendió al resto de la clase trabajadora organizada que presionó por su libertad, en un acontecimiento que marcó el inicio de la declinación de la dictadura que entregaría el gobierno en 1985.
Lula va a permanecer en San Bernardo, con su mujer y sus compañeros, mientras prepara lo que prometió será una pelea sin cuartel contra quienes acabarlo. Um par de horas después del interrogatorio del en la policía federal dijo a miembros del PT, “quisieron matar a la yarará, pero en lugar de golpearla en la cabeza golpearon la cola. Y la yarará está viva y lista para volver”.
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