EL MUNDO

¿Qué fue de aquellos neocons?

Pisaban muy fuerte hace tres años, cuando invadieron Irak. Ahora, con la guerra y las encuestas de Bush en baja, están en retirada.

“El presidente de Estados Unidos, asunto tras asunto, ha reflejado el pensamiento de los neoconservadores”, dijo hace unos años Richard Perle, ex presidente del Consejo de Política de Defensa y sobresaliente “neocon” –abreviatura al estilo norteamericano de “neoconservador”–. No podía tener más razón. En su momento de apogeo, aquellas épocas posteriores a los ataques del 11 de septiembre, los hombres duros de Washington acaparaban los puestos más importantes en la administración de George W. Bush. Pero en el último año todo ha cambiado. La extensión de una infructuosa guerra en Irak tuvo sus magras consecuencias y las filas de neoconservadores dentro del gobierno se han debilitado y su influencia ha decaído, al igual que el apoyo a la guerra y la popularidad de Bush. Algunos dejaron la administración bajo el signo de la desgracia, como el ex jefe de gabinete del vicepresidente Dick Cheney, Lewis “Scooter” Libby, que debió renunciar al ser procesado por el escándalo de la filtración del nombre de la agente de la CIA Valerie Plame. Otros dejaron su trabajo en la Casa Blanca o el Pentágono por designaciones hechas por Bush, como el caso de Paul Wolfowitz en la presidencia del Banco Mundial (BM).

¿Cuáles son las máximas en el manual del “neocon”? ¿Quiénes son estas figuras que van por el mundo esparciendo sus mensajes de democratización y de uso de la fuerza? Promueven el unilateralismo, los ataques preventivos y la construcción de países a imagen y semejanza de la “gran nación norteamericana” –sobre todo la democratización de Medio Oriente–, además de apoyar a Israel de forma incondicional y considerar a las instituciones multilaterales –como la ONU– un “estorbo”. Son grandes empresarios y se reúnen en instituciones como el American Enterprise Institute, Instituto Norteamericano de la Empresa (AEI, por sus siglas en inglés), además de fundar en 1997 el Proyecto para el Nuevo Siglo Americano (PNAC), una organización que apoya el liderazgo militar, diplomático y moral de EE.UU. en el mundo. A través de esa institución publicaron cartas durante las presidencias de Clinton instando a la invasión a Irak, por razones diferentes a las actuales. Entre los “neocons” más destacados se puede nombrar al vicepresidente Dick Cheney, el secretario de Defensa Donald Rumsfeld o a intelectuales como Robert Kagan y William Kristol. Ellos, junto a otros “neocons” colegas, quisieron construir su “mundo ideal” en Irak, pero les salió el tiro por la culata: el país árabe se transformó de su sueño en su peor pesadilla, estando ahora al borde de la guerra civil. ¿Qué fue de estas figuras?

Dick Cheney. Fiel promotor de la guerra de Irak, el vicepresidente estadounidense es el mayor responsable de la entrada de los “neocons” al gobierno. Cheney es conocido como el “vicepresidente torturador”, ya que fue el principal impulsor dentro de la administración norteamericana del derecho de EE.UU. a torturar a los prisioneros de guerra, como los que son mantenidos en la base naval de Guantánamo (Cuba). “No queremos una guerra en Medio Oriente, si podemos evitarla”, dijo una vez, dando a entender que lograrán sus objetivos de una forma u otra. Por suerte para muchos, parece que Cheney no será parte de la esfera pública por demasiado tiempo, ya que ha sostenido reiteradamente que cuando termine su mandato se retirará de la política. “Si me nominan, no me presentaré. Si me eligen, no cumpliré mi mandato”, afirmó con contundencia. Un “neocon” menos por el cual preocuparse. Un consejo: aquellos que acompañen a Cheney en sus actividades privadas, tengan cuidado, especialmente si salen de caza. No vaya a ser que los confunda con alguna extraña ave y les dispare como a su amigo, el abogado de 78 años Harry Whittington.

- Donald Rumsfeld. Como secretario de Defensa, lideró el plan y ejecución militar de la invasión norteamericana a Afganistán e Irak. La influencia de Rumsfeld en las guerras post 11 de septiembre fue clave. Sin embargo, ello le valió también duras críticas. Una de sus declaraciones más impactantes fue la respuesta a un soldado que lo cuestionó acerca del uso de equipo militar en mal estado: “Uno va a la guerra con el armamento que tiene, no el que quiere”, dijo. Rumsfeld también tiene cierta fama de insensible, ya que fue criticado por el uso de una máquina automática que estampa su firma a las cartas de condolencia dirigidas a las familias de los soldados muertos en batalla, cuando debería firmarlas personalmente. Sin embargo, una de las controversias más recientes consiste en una nota del 11 de septiembre de 2001 a uno de sus asesores, a los cuales les ordena que “juzguen si es suficientemente bueno golpear al mismo tiempo a Saddam Hussein, no sólo a Osama Bin Laden. Es difícil construir un buen caso. Barran con todo. Aquello que está relacionado y aquello que no”. A pesar de haber sido uno de los más íntimos de Bush y de mantenerse en el mismo cargo, está sufriendo la “maldición neoconservadora” y ahora se ve desplazado por una no- “neocon”, la secretaria de Estado Condoleezza Rice.

- Paul Wolfowitz. Fue uno de los arquitectos clave de la guerra de Irak, desempeñándose como fiel subsecretario del Departamento de Defensa hasta junio del año pasado, cuando fue nombrado presidente del Banco Mundial (BM), donde se encuentra marginado del poder que antes detentaba. Figura polémica, Wolfowitz llegó a sostener que la reconstrucción de Irak no debía ser pagada por el pueblo norteamericano, sino que el petróleo iraquí sería suficiente para financiarla -luego de que el país fuera destruido, esta vez sí a costa del bolsillo estadounidense–. Este tipo de declaraciones lo persiguen hasta hoy, y desde el primer día los funcionarios del BM lo miraron con aprehensión dada su reputación y su responsabilidad moral y política por la guerra de Irak. La presencia de este ‘neocon’ en el BM ha provocado un importante éxodo de talentosos funcionarios, principalmente por la designación de cargos a dedo. Un colega dijo de él: “La calificación de ‘halcón’ no le hace justicia. ¿No es mejor ‘velociraptor’ –un temido dinosaurio depredador–?

- Douglas Feith. Número tres en el Pentágono, renunció a su puesto en agosto de 2005 “por razones personales y familiares”. Como consejero político de Rumsfeld, uno de sus defensores más acérrimos, ayudó a construir el marco intelectual para la campaña contra el terrorismo de Bush. Sus detractores lo ven como un ideólogo que manipuló inteligencia para llevar a cabo la invasión a Irak. “Busca información que puede confirmar lo que ya existe (...). Se lo podría mandar a prisión por filtrar información secreta a The Weekly Standard”, dijo un subordinado. Se han referido a él como “el hombre más tonto del planeta” por ciertas propuestas militares, y han opinado que “a Feith le va mejor leyendo historia que tratando de construirla”. Actualmente colabora con la conservadora Hoover Institution, y dirige cátedras universitarias en la Escuela de Gobierno Kennedy de la Universidad de Harvard.

- Richard Perle. El temido “Príncipe de las Tinieblas”, como lo llaman por su dura posición en los asuntos de seguridad nacional, fue presidente del Consejo de Política de Defensa (órgano consultivo del Pentágono). Aunque ya no ocupa ese puesto, sigue haciendo de las suyas por el mundo. No le bastó con sus erróneas predicciones acerca de Irak –en 2002 había dicho que “el apoyo a Saddam, incluyendo al interior de su organización militar, colapsará a la primera percepción de pólvora. La operación no acabará en 24 horas, pero tampoco llevará meses”–, sino que ahora despotrica contra Irán. En febrero de este año, “Darth Vader”, otro de sus tantos apodos malignos, dijo que “si uno quiere esperar hasta el último minuto, debe confiar mucho en su inteligencia porque si no es así, nunca se sabe cuándo es el último minuto”. Luego agregó que “irónicamente, una de las lecciones de la inadecuada inteligencia de Irak es que se debe tener cuidado con el tiempo que uno espera”. Pero si la inteligencia en Irak fue inadecuada, ¿no se corre el mismo riesgo en Irán? Como buen “neocon”, Perle no lo considera así. “No puedo decir cuándo nos enfrentaremos a una opción similar con Irán. Pero se deben tomar acciones ahora, o perder la opción de tomar acciones”, afirmó.

- Lewis “Scooter” Libby. Ex jefe de gabinete de su colega “neocon” Dick Cheney, y alumno de Wolfowitz durante sus años de universidad, fue separado de su cargo al ser procesado por el escándalo de la filtración del nombre de la agente secreta de la CIA, Valerie Plame, a la prensa. Un colega lo calificó de “analítico, detallista, estratégico, brillante, y discreto”. Quizás demasiado detallista, quizás poco discreto. La separación de Libby del gobierno fue una pérdida enorme, tanto para la administración Bush como para los “neocons”, que vieron alejarse a uno de los jóvenes responsables de convencer al presidente Bush de invadir Irak, además de empujar a Cheney a argumentar públicamente que Saddam Hussein tenía conexiones con Al Qaida. Sin embargo, Libby seguirá haciendo de las suyas –aunque con menos poder–, ya que el conservador Hudson Institute anunció en enero de este año la designación de “Scooter” como consejero en la guerra contra el terrorismo y el futuro de Asia.

- John Robert Bolton. Subsecretario de Estado para Control de Armas y la Seguridad Internacional hasta 2005, en ese año fue nombrado Embajador de EE.UU. en la ONU, lo que causó una gran controversia. El diplomático es un gran crítico de esa organización al considerar, como todo “neocon”, que es una amenaza para la soberanía de su país. “No hay tal cosa como las Naciones Unidas. Sólo existe la comunidad internacional, que puede ser liderada únicamente por la superpotencia mundial, que es EE.UU.”, dijo. Poco favorable a los tratados de control de armamentos, y otro de los cerebros en la guerra de Irak, es curioso que Bolton haya sido nominado para el Premio Nobel de la Paz por su trabajo con respecto al país árabe.

- William Kristol. Hijo del “padrino” de los neoconservadores, Irving Kristol, es el director del PNAC y editor de una de las publicaciones neoconservadoras más importantes, The Weekly Standard. En 2005, Kristol causó controversia al elogiar el discurso de inauguración del segundo mandato de Bush, habiendo participado en su elaboración. Sin embargo, en la actualidad considera a la administración Bush “incompetente”, y dijo en una entrevista a Fox News Sunday que el gobierno “no es lo suficientemente serio al implementar las políticas”.

- Robert Kagan. Académico y analista político, Kagan posee credenciales neoconservadoras impecables. Escribe en las publicaciones más importantes: The New Republic, Policy Revies, The Weekly Standard, además de The Washington Post. Entre sus declaraciones consideradas brutales, dijo que “el poder estadounidense, incluso cuando es desplegado con leyes distintas para un grupo u otro, es la mejor forma de progresar”. En un reciente artículo publicado en el Washington Post, mostró que ya no comparte las ideas del gobierno estadounidense, al considerar que éste se equivoca al centrar su estrategia en evitar que Irán obtenga poder nuclear. Por el contrario, “esa obsesión no nos ha dejado perseguir un objetivo más importante: el cambio político en Irán”, que solucionaría de por sí el problema atómico.

- Francis Fukuyama. Fue uno de los intelectuales neoconservadores más importantes, participando en las cartas dirigidas a Clinton en favor de la invasión a Irak y publicando varios libros. Pero recientemente se ha alejado de los “neocons”, explicando que sus planes irrealistas y sin esperanzas en Irak han convertido a ese país en una “base para terroristas jihadistas, con suficientes objetivos norteamericanos a los cuales disparar.” Incluso pidió la renuncia de Rumsfeld. “El neoconservadurismo ha evolucionado en algo que ya no puedo apoyar”, sentenció.


Informe: Virginia Scardamaglia.

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Donald Rumsfeld, líder del plan y la ejecución de la invasión.
Imagen: AFP
 
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