La incertidumbre por saber quién competirá contra Ollanta Humala en la segunda vuelta, si el ex presidente socialdemócrata Alan García (1985-90) o la derechista Lourdes Flores, se mantiene. El avance del conteo oficial, lejos de aclarar el panorama, añadió más suspenso a la situación. A medida que progresaba el conteo de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE), García y Flores no se separaban. En unos resultados aparecía uno ligeramente por encima del otro, pero al siguiente el orden de las posiciones se invertía. Al cierre de esta edición, García mantenía una ligera ventaja, pero nada definitivo, sobre Flores. Con un conteo del 76,59 por ciento, la ONPE le dio a García 25 por ciento y a Flores 24,54 por ciento. Humala, por su parte, iba aumentando en cada conteo su porcentaje. Del 27,59 por ciento que le había dado el primer conteo de la ONPE, había subido al 29,75 con los resultados al 76,59 por ciento. La ONPE ha dicho que tendrá resultados al ciento por ciento recién en unos veinte días.

Si la noche del domingo terminó con una tendencia favorable para Lourdes Flores, que con el conteo al 52,69 por ciento aventajaba a García por casi un punto porcentual, en la tarde del lunes las cosas empezaron a cambiar. García comenzó a reducir la diferencia durante la mañana, y en la tarde ya había pasado ligeramente adelante. Durante el resto del día el ex presidente fue ampliando su ventaja de centésima en centésima. Lourdes Flores, que podría quedar fuera de la segunda vuelta por muy poco margen, al igual que en 2001, y ser otra vez desplazada por García, siguió la evolución de los resultados durante todo el día lunes en su casa. Cerca de la medianoche del domingo (dos de la madrugada hora argentina), Lourdes Flores salió al balcón de su local de campaña para hablarles a sus seguidores, que festejaban las cifras oficiales que a esa hora les eran favorables. Flores lucía optimista y fue presentada por los dirigentes de su partido como “la segura” competidora en segunda vuelta “y próxima presidenta del Perú”. Ayer, las cosas comenzarían a cambiar dramáticamente para ella. Alan García optó por la prudencia. No dio ningún discurso celebratorio ni nada. Se limitó a una breve declaración, dada en su local de campaña, en la que dijo que esperaba “con paciencia y optimismo” el avance de los resultados oficiales, que esa noche le eran desfavorables. Quien no tenía razones para estar nervioso y pudo disfrutar de la tranquilidad de la victoria fue Ollanta Humala, el vencedor de las elecciones. Pasó la mayor parte del día en su local de campaña. El domingo, luego de seguir la evolución de los resultados en compañía de su esposa Nadine, de su vicepresidente Gonzalo García y de la esposa de éste, se dirigió a sus simpatizantes que celebraban a las nueve de la noche y cerca de la medianoche dio una breve conferencia de prensa, en la que criticó a la ONPE por “dar resultados no representativos” de la composición electoral del país y en los que descendía varios puntos el porcentaje de su votación respecto de todas las proyecciones, dando una falsa sensación de “triple empate”, que al día siguiente varios diarios enemigos de Humala tomarían como base para hablar en sus primeras planas de “victoria pírrica” o de “victoria con sabor a derrota”. Mostrándose conciliador, Humala aseguró que de llegar al gobierno buscaría el diálogo con otros sectores políticos para gobernar. “Estamos en la etapa de la concertación de fuerzas; tenemos que construir, no que dividir”, dijo, y pidió terminar con “los insultos, las bajezas y las agresiones”.