El presidente independentista de Chechenia, Abdul Jalim Sadulayev, fue eliminado ayer en una “operación especial” de las fuerzas rusas. Uno de los grandes enemigos de Moscú murió en Argun, su pueblo natal al sur de Rusia, donde planeaba un atentado antes de la cumbre de los ocho países más ricos del mundo, más Rusia (G-8). La muerte del líder de 36 años no significa el fin de la resistencia chechena, ya que uno de sus dirigentes más importantes, Shamil Basayev, seguirá dando batalla a Moscú.

El autoproclamado “presidente” checheno murió durante una “verificación” conducida por el FSB (los servicios especiales rusos, sucesores de la KGB) en una casa de Argun, 15 kilómetros al sur de Grozny, la capital de la república caucásica de Chechenia. Numerosos combatientes que se encontraban allí, entre ellos una mujer, abrieron fuego. Pero no fue suficiente para salvar a Sadulayev, que murió en el tiroteo junto a otro guerrillero. Ibraguim Temirbayev, jefe de la administración de Argun, aseguró que el cuerpo del presidente de la rebelión fue identificado y luego enviado a Tsentoroi, feudo del primer ministro y hombre fuerte de Moscú en Chechenia, Ramzan Kadyrov.

El premier Kadyrov dijo que Sadulayev y otros militantes planeaban cometer un ataque terrorista a gran escala en Argun antes de la cumbre del G-8 que se celebrará en San Petersburgo del 15 al 17 de julio próximos. Esta es la primera cumbre que se realizará en Rusia, que desde enero ejerce la presidencia rotativa del grupo. “La operación conducida hoy (por ayer) frustró estos designios. Recibimos información de inteligencia, y Abdul Jalim Sadulayev fue asesinado”, dijo Kadyrov. “Los terroristas fueron virtualmente decapitados. Sufrieron un golpe severo, y nunca se van a recobrar”, agregó el premier.

Sadulayev, conocido también como el “Presidente de Ichkeria”, como llaman los independentistas a Chechenia, era miembro de la rama wahabí del islam. Nació en 1967 en Argun y en la primera guerra de Chechenia, de 1994 a 1996, fue comandante de los separatistas. Después se hizo conocido como predicador televisivo, y en 2005 fue nombrado sucesor del líder rebelde y ex presidente checheno Aslan Masjadov, poco después de la muerte de éste en un ataque ruso. Las fuerzas de seguridad de Moscú consideraban que Sadulayev trataba de expandir el movimiento separatista y radical islámico más allá de las fronteras de Chechenia, para atacar a las fuerzas rusas en el sur del país, aquejado por la pobreza y la corrupción. Los servicios secretos rusos creían además que el ex presidente Masjadov había encargado a Sadulayev la organización en 2004 de un vasto ataque a instalaciones policiales y militares en la república caucásica rusa de Ingushetia, en el que murieron unas 90 personas.

La muerte de Sadulayev no termina la rebelión. Como jefe de la guerrilla quedó el radical Shamil Basayev, quien había reivindicado la toma de rehenes de la escuela de Beslán, en el 2004, que dejó más de 330 muertos. “Esto no transformará de forma significativa la situación en Chechenia, ya que a diferencia de su antecesor, Sadulayev nunca fue una figura con autoridad política”, indicó el politólogo ruso Serguei Markov. “Para mejorar la situación en Chechenia es necesario apartar del escenario a otras figuras, entre ellas al líder del ala islamista de los rebeldes, Basayev”. A pesar del claro liderazgo que aporta la figura de Basayev, la sucesión se hará de acuerdo a las reglas. El gobierno rebelde anunció a la radio rusa que el nuevo presidente independentista es el hasta ahora vicepresidente Doku Umarov.

El movimiento separatista checheno nació como una organización nacionalista, pero en los últimos años viró hacia una ideología cada vez más islamista. Rusia invadió Chechenia en 1994, luego de que el separatista Masjadov fue electo presidente, y se retiró vencida en 1996. Los combates a gran escala culminaron poco después de que Rusia invadió la república por segunda vez, en 1999. Los rebeldes formaron un gobierno paralelo y continuaron con sus ataques contra las fuerzas rusas y las autoridades locales pro rusas. Moscú intenta minar el poder de losseparatistas a través de la eliminación de sus líderes. Pero la muerte de Sadulayev muestra una vez más que un nuevo líder reemplaza al anterior.