Uno de los dramas más olvidados del conflicto interno colombiano son los miles de desplazados, que deben huir escapando de la violencia de la guerrilla y de los paramilitares. Desde hace una semana, cientos de familias se instalaron en un parque al sur de Bogotá para protestar ante la indiferencia gubernamental. Los casi 600 refugiados llegaron a la capital escapando de la violencia de las zonas rurales. “No queremos plata, se va muy rápido. Pedimos una vivienda, porque teniendo techo ya se sabe que es algo que queda”, aseguró Hernán Yate, un hombre que hace varios días duerme con su esposa y tres hijos en una suerte de carpa de tres metros cuadrados hecha con bolsas de plástico. Muchos de los desplazados que llegan a Bogotá se pasan semanas deambulando en busca de ayuda gubernamental o de algún trabajo para sobrevivir, y la gran mayoría nunca lo consigue. Mientras tanto, muchos decidieron instalarse en plazas para llamar la atención pública. Pero, por el momento, sólo consiguieron que algunos vecinos les traigan comida y algo de ropa. En los últimos años, las cifras de refugiados por el conflicto colombiano se encuentra entre las más altas del mundo, con un total que supera los 2,5 millones de personas. Tan sólo durante la semana pasada, la oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) advirtió que en los departamentos de Nariño, en el sur, y Chocó, en el noroeste, cientos de campesinos e indígenas tuvieron que huir por los combates entre las guerrillas y los grupos paramilitares y el ejército.