Domingo, 27 de agosto de 2006 | Hoy
EL MUNDO › ESCENARIO
Por Santiago O’Donnell
Mahmoud Ahmadinejad no tiene una figura imponente ni un nombre fácil de pronunciar, pero sabe hacerse notar.
“Es un hombre raro, pero muy atractivo en su forma de ser: muy inteligente, vivo, seguro de sí mismo y extrañamente buen mozo”, dijo el veterano Mike Wallace, de 88 años, después de entrevistar al presidente de Irán en el programa periodístico más importante de Estados Unidos.
Ahmadinejad está volviendo loco a George Bush. Antes de la guerra del Líbano, el presidente norteamericano había conseguido, con mucho esfuerzo, una resolución de Naciones Unidas emplazando a Teherán a interrumpir su programa nuclear el 31 de agosto, so pena de recibir sanciones.
Ahmadinejad, un ingeniero civil que peleó en la guerra con Irak, contestó el ultimátum con un ni. Y lo hizo con un denso documento de 22 páginas que los diplomáticos aún intentan desentrañar, pero que contiene suficiente lenguaje positivo, incluyendo una “nueva fórmula para resolver la crisis”, como para sacudir la firmeza de Rusia y China. Al día siguiente, en un comunicado en el que se muestra receptiva a la nueva propuesta iraní, la cancillería rusa aprovechó para aclarar que la idea de sancionar a Irán nunca le había gustado demasiado.
Ahora, según el New York Times, Estados Unidos estudia retomar el gastado camino de las sanciones unilaterales, la presión a las entidades financieras que hacen negocios con Irán, etc. etc. Pero la cosa no es tan fácil, alertan los expertos. La única sanción que podría causar un daño inmediato en la economía iraní sería un boicot a las importaciones de gasolina y a las inversiones en el sector energético, ya que Irán no tiene suficientes refinerías de petróleo para autoabastecerse. Pero ante semejante conducta Teherán podría sentarse sobre sus barriles de crudo, que sí posee en cantidad, y provocar que se dispare el precio mundial del petróleo, lo cual generaría una crisis financiera internacional.
Bush quería algo mucho más sencillo. Quería que los inspectores de la ONU vuelvan a poner las fajas y los candados en la planta nuclear de Natanz, donde, según expertos nucleares, tres cascadas de centrifugado producen pequeñas cantidades de uranio enriquecido. Pero Irán acaba de ganar una guerra, junto a su aliado Hezbolá, y no piensa dejar de lado su incipiente programa nuclear.
Por eso Ahmadinejad quería hacer la entrevista: quería hablarle directamente al presidente George Bush y al pueblo de los Estados Unidos. Eso le dijo a Wallace al darle la mano. Le recordó que lo había conocido en Nueva York, durante un desayuno en las Naciones Unidas. En más de 40 años de carrera en la cadena CBS Wallace había entrevistado a prácticamente todas las figuras del mundo, incluyendo al sha Reza Pahlevi y al ayatolá Jomeini. Pero Wallace se había jubilado. Ahmadinejad lo eligió igual. “Cuando amás lo que hacés no es trabajo”, dijo Wallace y viajó a Teherán, donde esperó tres días de verano ardiente en un hotel sin aire acondicionado.
El viejo reportero quería imponer el estilo de pregunta agresiva que hizo de 60 Minutes el show más exitoso de la televisión estadounidense, con 38 temporadas consecutivas en el aire, incluyendo 23 como uno de los 10 programas más vistos de la televisión. Pero Ahmadinejad contestó largamente lo que quiso y casi no dejó preguntar.
“¿Usted representa un régimen sionista? ¿O es un periodista?”, desafió Ahmadinejad.
“Soy un periodista. Soy un periodista”, contestó Wallace.
Wallace se pasó la entrevista tratando de que Ahmadinejad contestara si él piensa que Israel debe ser borrado del mapa, tal como el líder iraní habría declarado más de una vez. Ahmadinejad se la pasó esquivando la respuesta. En el medio hablaron de la guerra del Líbano y del programa nuclear iraní.
“Estoy muy en contra del comportamiento de los británicos y de los norteamericanos. Están proveyendo armamento de última generación a los sionistas y le están brindando todo su apoyo a Israel. Esto amenaza el futuro de toda la gente, incluyendo a los norteamericanos y los europeos. Entonces nosotros nos preguntamos por qué apoyan a este régimen asesino.”
“Por favor, dígame. ¿Los libaneses están ocupando territorio israelí o es al revés? Líbano defendió su independencia. No estamos contentos con esta guerra. Por eso apoyamos un cese del fuego, pero nuestra resolución no pasó porque Estados Unidos controla el Consejo de Seguridad de la ONU.”
“Nosotros queremos tener acceso a la tecnología nuclear. Queremos producir combustible. ¿No le parece que el tema más importante en el futuro va a ser el energético? Pensamos que el señor Bush quiere monopolizar los recursos energéticos en el mundo. Porque así pueden imponer sus opiniones, sus puntos de vista, sus políticas en otras naciones y, de paso, llenarse los bolsillos.”
El diálogo duró poco más de una hora, hasta que Ahmadinejad anunció que se tenía que ir a rezar. Ah, y ayer inauguró una planta de agua pesada en el centro de Irán.
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