La crisis aérea se cobró a su segunda víctima política en Brasil. El nuevo ministro de Defensa, Nelson Jobim, finalmente removió al presidente de Infraero, la empresa estatal que administra los aeropuertos. El brigadier José Carlos Pereira quedó separado del cargo ayer y lo reemplazó Sergio Gaudenzi, el hombre que hasta ese momento presidía la Agencia Espacial. El nombramiento sorprendió, principalmente porque Gaudenzi es un hombre cercano al antecesor de Jobim y la primera víctima política de la crisis, Wildar Pires. El nuevo presidente del Infraero tendrá la difícil tarea de redistribuir los vuelos internacionales que ya no harán escala en el aeropuerto de Congonhas y de conducir el proceso de privatizaciones, que el propio Luiz Inácio Lula da Silva anunció tres días después del accidente del Airbus de TAM.

El nuevo presidente de Infraero reúne el perfil político y técnico que el nuevo ministro de Defensa buscaba. Por un lado, es ingeniero de profesión y, además, cuenta en su haber con una buena gestión en la Agencia Espacial, cargo que ocupó desde julio de 2004. Por otro lado, es miembro de la cúpula del Partido Socialista Brasileño (PSB), la misma fuerza de Pires. La relación entre ellos se remonta a cuando el ex ministro de Lula era gobernador en Bahía y él, su ministro de Economía. Seguramente fue esa experiencia la que le atrajo a Jobim, que hasta hace unos días estaba intentando tentar a banqueros para el puesto. Para el actual ministro, el principal desafío que el nuevo ministro de Infraero deberá superar son las privatizaciones. No sólo conducir con transparencia las licitaciones y los contratos, sino también terminar de determinar qué tareas y qué sectores pasaran a manos privadas y cuáles son lo suficientemente sensibles para continuar bajo la órbita estatal.

Infraero es una institución central para el sistema aéreo brasileño, pero también para las arcas de la Fuerza Aérea. El año pasado recaudó más de mil millones de dólares en tasas de embarque y concesiones de espacios comerciales. Los que impulsan las privatizaciones –especialmente el lobby empresarial paulista– sostienen que la institución está manchada por reiteradas denuncias de corrupción. Desde 2003 ha llegado a acumular más de 80 procesos en el Tribunal de Cuentas de la Unión. En cuanto a su importancia técnica, Infraero está a cargo de 67 aeropuertos y 33 terminales de carga, lo que supone más del 95 por ciento del tráfico aéreo del país.

Mientras Jobim ponía fin a los rumores y las versiones sobre la futura dirección de Infraero, el ministro también aprovechaba para enfrentarse a la gigantesca Airbus. La empresa es la fabricante del avión de TAM que siguió de largo por la pista de Congonhas hace dos semanas y se estrelló contra un depósito de combustible, dejando cerca de 200 muertos. En un comunicado que difundieron el viernes a la noche, la compañía rechazó la versión que aseguraba que el avión, un Airbus A-320, se estrelló por causa de un defecto técnico, como había sostenido la cúpula de la Fuerza Aérea y como parecen indicar los informes de las cajas negras de la nave.

Aunque las investigaciones aún no concluyeron, las dos principales hipótesis, tras la desgrabación de las cajas negras en Estados Unidos, apuntan a errores de los pilotos y fallas en el avión, que podrían haber sido provocados por falta de mantenimiento o defectos de su diseño. La empresa intentó el viernes responsabilizar a los pilotos. Jobim, en un intento por lograr que el gobierno retome el control de la situación política, cuestionó el comunicado y le pidió a la empresa que evite futuros comentarios que puedan confundir o entorpecer las investigaciones.