EL MUNDO

Voces, gritos, susurros y llanto desde la batalla

Por Jonathan Brown*

- Valery Nadreyev, jefe regional de servicios de seguridad FSB: “No se planeó ninguna acción militar. Estábamos planeando más conversaciones. Los terroristas abrieron un fuego feroz sobre los adultos y los niños que corrían. Para salvar la vida de los rehenes, se abrió fuego sobre los terroristas. La gente local que estaba armada también abrió fuego sobre ellos. Esto impidió que las fuerzas especiales hicieran su trabajo efectivamente. Hay 10 personas del mundo árabe entre los terroristas muertos”.

- Niño anónimo: “De pronto hubo una explosión. Nos tiramos detrás de nuestras sillas. Yo estaba muerto de miedo. La gente no podía salir y rompía las ventanas de vidrio. Nosotros tuvimos suerte porque teníamos ventanas de plástico en el hall de deportes. De otra forma habría habido más cortes y heridas. Vi gente corriendo en todas direcciones. Unas 200 o 300 personas corrían en la misma dirección que nosotros. Les disparaban desde el techo a la gente que escapaba”.

- Zalina Dzandarova, 27 años, rehén: “Dos mujeres terroristas se hicieron estallar en un corredor de la escuela el primer día, matando a algunos rehenes hombres. Los terroristas nos dijeron que sus hermanas habían vencido. Había unos 1500 rehenes y parecía que había unos 30 hombres armados. Los hombres armados dispararon a matar a por lo menos 20 personas el primer día. Mataron a aquellos que habían sido heridos durante la invasión a la escuela y también a los hombres que trataban de resistir. Algunos de los heridos fueron llevados fuera del gimnasio y ultimados en el corredor”.

- Ruslan Pukhayev, cuyo nieto de siete años, Gennady, fue herido en el hombro: “Es increíble. Todo esto es horrible para él. Todo sucedió delante de sus ojos. Pasarán años antes de que pueda entenderlo. Por Dios, ¿quién necesitaba esto?”

- Diana, una sobreviviente: “La gente no tenía nada para comer o beber. Nos obligaron a orinar en botellas y a beber nuestra propia orina a través de nuestras camisas, que poníamos como filtros”.

- Richard Ayton, corresponsal de Reuters: “Hay una fila constante de ambulancias que vienen desde la escuela transportando gente. Muchos de ellos parecen sin vida. Puedo ver 23 cuerpos afuera de la morgue del hospital, seis de ellos en uniforme, y 17 son niños”.

- Leonid Roshal, pediatra involucrado en las negociaciones: “Son gente cruel, nos enfrentamos a un enemigo implacable. Hablé con ellos varias veces por celular, pero cada vez que les pedí que me permitieran darles comida, agua y medicina a los rehenes se negaron”.

- Rita Gadzhinova, maestra de física, liberada el jueves con su hija de tres años, Nadina. Sus otras hijas, de 11 y 14 años, quedaron atrapadas adentro: “Los atacantes condujeron a los cautivos hacia el gimnasio, donde pusieron dos grandes bombas en los aros de básquetbol, y tendieron cables que llevaban a otras cargas más pequeñas en el suelo. Nunca se sacaron sus máscaras y hablaban en susurros, hablando ruso con acentos checheno o ingushe. No podíamos saber cuántos de ellos eran y no había mujeres combatientes en el gimnasio. Le disparaban al cielo raso para asustar a los cautivos, pero no abusaron de nadie. Los hombres eran puestos contra la ventana periódicamente como escudos humanos. Los niños más chicos estaban muy asustados pero se comportaron con gran disciplina aunque a menudo pedían ir al baño por su temor. Los llevaban al baño y si los niños lloraban los terroristas disparaban al aire y les gritaban que se callaran”.

- Tamara Betuyeva, de 52 años, tía de un niño rehén de 13 años: “¿Quién los dejó entrar? Nosotros importamos fruta del exterior y ellos revisan todo en el camión. Los chechenos tienen la culpa de todo. Los eliminaría como lo hizo Stalin. El mundo sería un lugar mucho más feliz. ¿No tienen hijos ellos también? ¿No saben cómo se siente?”

- Un oficial de seguridad anónimo: “Aquellos niños que permanecieron en la escuela, en general, no resultaron heridos. Los que sufrieron fueron los niños del grupo que corrió de la escuela y sobre los que los terroristas abrieron fuego”.

- Julian Nanyon, reportero de ITV: “Los soldados rusos me impidieron el paso, pero nuestro cameraman logró pasar por la puerta durante unos pocos momentos. Me dijo que estimaba que había unos 100 cuerpos, me temo, yaciendo en el piso ardiente del gimnasio donde sabíamos que había un gran número de rehenes”.

- Rachel Amatt, reportera de Sky News: “Los familiares están rodeando la escuela; muchos de ellos están armados, esperando desesperadamente que salgan sus hijos. Miran por las ventanillas de los automóviles y las ambulancias, esperando ver a sus hijos e hijas. Un soldado ayuda a dos niños. Veo a una mujer de negro con lágrimas que le corren por el rostro. Todos los rehenes han sido evacuados del gimnasio, pero todavía están saliendo de la escuela a montones. Todos han estado inconscientes. Casi todos lo que han salido están en un estado espantoso. Casi todos están gravemente heridos y todos tienen quemaduras en las piernas. Todavía podemos oír disparos cada tanto. Con mucha solidaridad, la gente del pueblo trajo sus automóviles para llevar a los niños al hospital. Los automóviles pasan a toda velocidad con los niños atrás, sus piernas ensangrentadas. Es una escena espantosa. El ruido de los disparos ha vuelto”.

- Peter Baker, reportero del Washington Post: “De pronto, lo que parecía una batalla terminada estalló de nuevo con total violencia. Todavía hay disparos, pero no con la misma intensidad. Es difícil decir exactamente lo que sucede. Por supuesto, las tropas rusas probablemente estén atravesando la escuela y las propiedades vecinas para barrer cualquier tipo de oposición que haya. Han sacado afuera docenas de cuerpos. Muchos de ellos parecen vivos, pero tan malheridos que es difícil imaginar que sobrevivirán”.

- Policía ruso: “Todos al hospital. Rápido. Los heridos necesitan sangre”.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.

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