Lunes, 30 de octubre de 2006 | Hoy
EL MUNDO › OPINION
Por Valentina Delich *
Los votos de Lula en la primera vuelta y su triunfo en la segunda lucen más como un “no” a lo que –real o imaginariamente– es el regreso de las políticas de los noventa que un “sí” al modelo llevado adelante durante el primer mandato. En la campaña, Alckim fue azuzado una y otra vez con querer regresar a la política de privatizaciones de Fernando Henrique Cardoso, entre otras. Luego, la profundización en Lula de un discurso de izquierda para asegurar el triunfo en el ballottage choca con un gobierno que ha mantenido una política económica ortodoxa, que no realizó la prometida reforma agraria, que ha sido salpicado por numerosos episodios de corrupción y cuyo asistencialismo social, aunque existente, ha obtenido magros resultados.
Ya es un lugar común en América latina referirse a gobiernos que ganan por izquierda y gobiernan por derecha. La política así pensada –y ejecutada–- no le conviene a nadie. A Lula tampoco, aunque esta vez gane. Dicho un poco más amplia pero concretamente, a nadie le conviene que el Mercosur sea considerado una política de la izquierda o el populismo y la responsabilidad fiscal de la derecha.
Necesitamos sumergirnos en esta discusión y repensar y definir políticas para nuestra región que se ocupen de la pobreza y la exclusión social así como también del crecimiento sustentable, el fortalecimiento de la democracia y la integración en el mundo. Una manera de hacerlo es discutir cuáles constituyen y luego cómo se implementan como políticas de Estado. No se trata de bregar por gobiernos pragmáticos (¿tecnocráticos?) falsamente “neutros”, sino de acordar los pilares de una visión común de modelo de desarrollo para nuestros países. Luego sí, bienvenida sea la discusión, y las diferencias, entre derecha e izquierda sobre la política.
* Investigadora de Flacso.
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