Lunes, 30 de octubre de 2006 | Hoy
El vicepresidente de Bolivia clausuró ayer el Encuentro de Liberación de la Patria Grande, que reunió a mil delegados de catorce países. El socialismo del siglo XXI en discusión.
Por Miguel Jorquera
Desde Sucre
“El despliegue de múltiples maneras de democracia, comunitaria, directa, participativa. Democracia no es solamente colocar un voto cada cuatro años sino capacidad de participar de lo que sucede en el país: desde lo que va a suceder con la inversión en un municipio hasta definir si se firma o no un contrato petrolero.” Así definió el vicepresidente boliviano, Alvaro González Linera, el principio de la pelea por el socialismo del siglo XXI en el encuentro que Evo Morales organizó en Sucre bajo la consigna de “Pueblos y Estados por la liberación de la Patria Grande”, que reunió a unos mil delegados de 14 países latinoamericanos, entre ellos la Argentina. Ni la ausencia de Evo –enfrascado en las negociaciones con las compañías petroleras– ni los desgastadores 2800 metros de altura le quitaron entusiasmo al debate sobre “la unidad” de los movimientos indígena, campesino y obrero en América latina; el modelo económico para la región; la defensa de sus recursos naturales y “ecológicos de la Pachamama”, además de la forma que el socialismo asumirá en el futuro.
Las delegaciones de los pueblos originarios y campesinos pusieron color a tres jornadas donde las únicas “bebidas oficiales” fueron “el agua, el café y el mate de coca”. Al compás de quenas y sikus, la delegación boliviana ingresó al Coliseo, en Sucre. El himno de Bolivia cantado por un coro universitario en aymara, quechua, guaraní y castellano no sólo demostró la diversidad cultural y de comunidades de las que está poblado el país, sino también de las que conviven en la región.
Así lo demostraron las comunidades aborígenes de Perú, Ecuador, Paraguay, Brasil, Colombia, México, Chile, Guatemala, Honduras y Argentina que asistieron al encuentro, a las que se sumaron uruguayos, cubanos y venezolanos.
Para los bolivianos, el encuentro cumplió el primer objetivo. Mostrar el respaldo de varios Estados y el de un amplio abanico de movimientos sociales latinoamericanos al gobierno de Evo Morales, jaqueado por varios frentes, en especial el secesionista exacerbado por la xenofobia que expresan los graffiti callejeros. Autonomía por las buenas o por las malas, decían las pintadas en Santa Cruz de la Sierra –el centro neurálgico de la economía boliviana que quiere su autonomía– que acompañaban con las leyendas de Evo, indio dictador o Matar a un coya es asegurar la patria. O como también se leía en alguna pared de Sucre dirigida a los cruceños: Hermanos cambas, sálvennos del cholo de Evo.
El presidente boliviano iba a participar en dos de las tres jornadas del encuentro, pero la negociación con las compañías petroleras para que acepten el nuevo régimen de nacionalización de los hidrocarburos lo mantuvo en La Paz. En el cierre de ayer, lo reemplazó González Linera.
“Solamente con un proceso de reapropiación social de la riqueza que es común a todos podremos ir desmontando el núcleo del neoliberalismo. Esa es la experiencia de nuestra Bolivia. En torno de la lucha por el agua, la tierra y los hidrocarburos, sobre esos ejes esenciales, la sociedad ha recuperado capacidad de movilización, construyó liderazgos, redes que unificaban ciudad y campo. Gracias a ello podemos decir que en Bolivia hoy tenemos un gobierno de movimientos sociales”, resumió González Linera la experiencia boliviana y agradeció la solidaridad que las agrupaciones obreras, indígenas y campesinas que formaban parte de las delegaciones brindó a su gobierno.
El vicepresidente de Bolivia también planteó la necesidad de repotenciar un Estado “fuerte en lo económico, político y cultural que sirva a los movimientos sociales (como) un escudo de protección, un blindaje internacional que puede expandir las luchas sociales”. Aunque advirtió “no hacerlo en la forma del viejo capitalismo de Estado. Tiene que ser un potenciamiento del Estado, subordinado, permanentemente controlado y atravesado por la impronta, la insurgencia y actividad de los movimientos sociales, que son la única manera que no sea una coartada de nuevos empresarios o de nuevos privatizadores”.
Las reuniones plenarias –con la exposición de diferentes representantes– insumieron más tiempo de lo previsto, algo que incomodó a varias delegaciones que depositaron todas sus expectativas en el debate de las comisiones, que funcionaron sólo ayer. Allí también se vio que no todos los movimientos que respaldan la idea de construir la “Patria Grande” coinciden en todo, y aun conservan más de una rencilla doméstica por saldar: las dos numerosas representaciones peruanas no obviaron pasarse factura por las posturas que asumió cada una de ellas ante la frustrada candidatura presidencial del ex militar Ollanta Humala.
No todos estaban del todo conformes con el debate, pero coincidieron en que “ya era hora de empezar la discusión” sobre nuevas formas de organización para el movimiento popular. Por la tarde, mientras algunos ya empezaban a pensar en el regreso, el discurso de González Linera devolvió el entusiasmo con que las delegaciones habían llegado a Bolivia. “La lucha en una región, provincia, en un departamento o en un solo Estado es insuficiente, porque el neoliberalismo y más aún el capitalismo es una estructura planetaria. Y la única manera de superarla es otra estructura planetaria, mediante luchas planetarias”, sentenció Linera. Un diario de Sucre ya había titulado: “Los bolivianos quieres exportar la revolución”.
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