Domingo, 2 de noviembre de 2008 | Hoy
EL PAíS › OPINION
Por Alfredo Zaiat
En el debate sobre la reforma previsional, el comentario vulgar, el más fácil e impactante, es repetir el latiguillo “se roban todo”, frase que tiene una aceptación bastante generalizada en el pensamiento medio. En cambio, requiere de un esfuerzo mayor analizar las razones históricas de la descapitalización de los fondos previsionales. De esa forma se puede abordar con rigurosidad el tema en discusión. Pero si se elige la primera opción, donde los políticos y el Estado son una banda organizada para vaciar las cajas de los jubilados, la propuesta que surge es la del darwinismo social, donde la salvación individual es el camino a transitar. Aunque en esa vía está implícito, pero no lo expresa abiertamente, que el papá-Estado será el que tendrá que abrazar a los desamparados y acudir en ayuda para los momentos de la intemperie. Si la alternativa es hacer el intento de pensar cuál ha sido el recorrido de los recursos previsionales, el desafío es más complejo pero más interesante. Permitiría saltar las barreras de la banalidad para tratar de comprender los procesos que intervinieron en diferentes etapas de la economía local, que, como se sabe, no favorecieron a las mayorías.
No hay registros en investigaciones documentadas, ya sea desde posiciones liberales (El sistema de jubilaciones en Argentina, Fiel) o desde el pensamiento crítico (Falsas promesas, Ciepp), de denuncias judiciales y de funcionarios políticos culpables por la extracción de recursos previsionales. No aparecen casos rutilantes de lo que se expresa con lágrimas reaccionarias y en forma rústica “se roban todo” para el enriquecimiento ilícito o para desvíos de fondos para obras irregulares. Cada uno de esos trabajos propone sistemas previsionales diferentes, desde posturas ideológicas opuestas. Ambos sirven como guía para conocer el recorrido del régimen jubilatorio argentino, sus debilidades y, fundamentalmente, para comprender que las cajas padecieron su descapitalización por una sucesión de crisis y errores de gestión económica.
Si el concepto de “robo” es el que genera más impacto para abordar la cuestión sobre las jubilaciones, se debe precisar que éste no consistió en manos que vaciaron las cajas previsionales, sino que se reconoce en una serie de políticas que castigaron la economía de los más vulnerables, entre ellos los jubilados y los trabajadores. Retirar del centro de debate esa idea de “robo” que sólo sirve para el impacto mediático implicaría poner en evidencias las verdaderas causas del castigo al régimen previsional público. Estas se encuentran en los reiterados planes económicos conservadores, del ajuste permanente en beneficio de grupos concentrados, implementados tanto por gobiernos militares como por democráticos.
Resulta relevante entonces destacar el curso de la desfinanciación de las cajas previsionales, previo a la que se institucionalizó con el negocio de las AFJP. El crecimiento de la informalidad laboral, de la evasión de aportes por parte del sector privado y, en especial, la inflación como expresión de la puja distributiva fueron los factores más importantes que castigaron los fondos destinados a los jubilados. De esa forma se concluye que durante años lo que se ha desquiciado fue la economía, no sólo las cajas previsionales.
La recuperación de un sistema estatal de reparto único es una condición básica para la reconstrucción de un tejido social destruido por décadas de políticas de ajuste. Pero esa iniciativa no será suficiente si no viene acompañada por una estrategia de legitimación y reconstrucción del Estado como un actor central de la economía en su tarea de intervención, control y regulación. La administración kirchnerista está en deuda en esa materia más allá de lo discursivo, asignatura que ha empezado a pagar con el proyecto que termina con las AFJP.
La caja previsional y los haberes jubilatorios ofrecerán la solvencia intertemporal que desvela a los especialistas con políticas económicas que tengan como objetivo el crecimiento sostenido con inclusión social. No se trata solamente de evaluar la relación trabajador/pasivo, ecuación que es deficitaria en todo el mundo por los profundos cambios en el ámbito laboral y por el aumento de la expectativa de vida de la población. Un régimen previsional requiere ser estatal de reparto acompañado de una sociedad que se comprometa en la construcción de un pacto social para definir que los ingresos de los trabajadores en su etapa de retiro son una responsabilidad de todos los actores económicos. Esto significa que el financiamiento de las cajas previsionales para permitir haberes dignos necesita no sólo del aporte del trabajador, sino de fondos acercados por otras vías tributarias.
El proyecto que pone fin a las AFJP abre la puerta para avanzar en reformas que vayan ampliando la cobertura previsional. Así se podrá constituir una base sólida de protección social universal que contribuya a ser un potente instrumento de redistribución de ingresos. Instancia que excede la gestión de un gobierno, para convertirse en una imprescindible revitalización del Estado y, de ese modo, poder enterrar la concepción autodestructiva del darwinismo social.
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