Domingo, 16 de octubre de 2011 | Hoy
EL PAíS › EDUARDO DUHALDE JUNTO A DEFENSORES Y APOLOGISTAS DE LA ULTIMA DICTADURA
El ex presidente estuvo en la sede de la Uatre y cerró las Primeras Jornadas sobre Defensa y Seguridad Nacional en las que disertaron el general retirado Heriberto Justo Auel y el contraalmirante Miguel Angel Troitiño.
Por Nora Veiras
En febrero del año pasado, al lanzar su precandidatura presidencial, Eduardo Duhalde pidió “parir en 2011 un gobierno de todos” que respete “al que quiere a (Jorge) Videla y al que no lo quiere”. Reuniones con la lobbista castrense Cecilia Pando atizaron los encuentros que avanzaron hasta Lucrecia Astiz, la hermana de Alfredo, el Angel de la Muerte, y coronaron con lo más granado de almirantes y generales retirados. Ansioso por ensanchar su escasa cosecha electoral, el ex presidente interino sigue apostando a los oficiales. El martes pasado, cerró las Primeras Jornadas sobre Defensa y Seguridad Nacional en las que disertaron el general retirado Heriberto Justo Auel, ex titular de la Unión de Promociones, colectivo creado para “defender a los presos políticos” (sic), y el contraalmirante Miguel Angel Troitiño, uno de los primeros militares sancionados por cuestionar la política de derechos humanos del ex presidente Néstor Kirchner. El anfitrión de ese semillero de nuevas ideas fue Gerónimo “El Momo” Venegas en la sede del sindicato de peones rurales del barrio de San Cristóbal.
Cabezas cuadradas, canosas ya, con el inconfundible corte castrense predominaron tanto entre los panelistas como entre el público. En la misma semana en que se escuchó desde los tribunales el remanido argumento de la “persecución” en boca de represores como Alfredo Astiz, los nostálgicos del terrorismo de Estado encontraron un plafond “democrático” en el candidato del peronismo Federal, que obtuvo el tercer puesto en las primarias con el 12,12 por ciento de los votos, superado apenas por el radical Ricardo Alfonsín y a 38 puntos de Cristina Fernández de Kirchner. Es la presencia de Duhalde la que les permite mantener la esperanza de una “consulta popular” para decidir qué hacer con los juicios por la represión ilegal.
El contraalmirante Troitiño hace años que intenta hacer pie en la política. En el ’98 fundó el partido Nueva Opción Republicana (NOR) con otros dos militares después de fracasar como candidato de Fuerza Republicana, el partido del general Antonio Domingo Bussi. En el 2000, Página/12 lo entrevistó.
–Siendo un partido militar, seguro tienen una revisión de lo hecho durante la dictadura. Usted, por ejemplo, es marino, ¿no estuvo en la ESMA?
–No, no estuve. No supe lo que pasaba.
–Sabrá de los llamados vuelos de la muerte.
–No, no me constan. Yo sé del libro de Alfredo Scilingo. Sé de las denuncias, pero no me constan. No lo creo, o por lo menos no lo concibo.
–También está el robo de bebés.
–Es una mentira infame. No niego que pueda haber casos particulares de gente que se apropió de bebés. En esa época había enfrentamientos y por ahí a los muertos nadie los reclamaba. De la misma manera, por ahí nadie venía a reclamar los bebés. Tal vez alguno se quedó con uno. Yo eso no lo niego. Tal vez hubo más de un caso, pero no un plan sistemático.
–¿Y todas las abuelas que reclaman a sus nietos?
–Bueno, hay mucha gente con odio y eso es mortal. Hay abuelas que legítimamente buscan a los bebés, pero se ha politizado mucho.
–O sea que está en contra de que se juzgue a los almirantes y generales por el robo de bebés.
–Yo creo que no es justo.
Hasta el 2008, Troitiño había logrado mantenerse como retirado en servicio –es decir recontratado por la Marina para cobrar el mismo sueldo que en actividad– en el Centro de Estudios Estratégicos. Este diario había revelado que Roberto Pertusio, preso desde 2006 por delitos de lesa humanidad, seguía asesorando al jefe de la Armada, Jorge Godoy, desde un cargo en esa misma dependencia. La entonces ministra de Defensa Nilda Garré ordenó pasar a retiro definitivo a Pertusio y también a Troitiño.
El contraalmirante tuvo que desprenderse de ese anclaje, pero sus aspiraciones políticas se mantuvieron. Parece haber encontrado en Duhalde un refugio, aunque medio enclenque si el próximo domingo se confirma el resultado de las primarias.
El derrotero del general Auel es simétrico al del marino: sucedió al general Juan Miguel Giuliano –otro de los disertantes– en la Unión de Promociones y abreva en los preceptos más recalcitrantes del pensamiento militar. En el 2003 se presentó como candidato a diputado nacional por la ciudad de Buenos Aires en las filas del partido Cambio con Justicia Social. En 2006, cuando la inconstitucionalidad de las leyes de punto final y obediencia debida había abierto el camino de los juicios a los represores, Auel sinceró aún más su discurso. Dijo que era mentira que hubiera habido “campos de concentración”, que no existió un plan sistemático de desapariciones y de robos de bebés, que lo que hubo fue “una guerra civil” contra un “agresor terrorista con una conducción externa” y que el resto son “mitos” y “cuentos”. Hasta esta campaña electoral, ningún político expectable se había atrevido a darles cobijo a esos aliados. El martes pasado, en la sede de Uatre tuvo lugar, de hecho, el cierre de campaña para la familia castrense. El ex senador Oraldo Britos y los ex diputados Jorge Villaverde y César Arias completaron el brazo civil junto al Momo Venegas y al propio Duhalde.
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