EL PAíS › COMO JUEGAN LOS APOYOS INTERNACIONALES Y POR QUE AUN NO LE TORCIERON LA MANO A GRIESA

La Argentina consigue más aliados mientras los buitres operan

Los cien economistas y la palabra fuerte de Stiglitz se añadieron al apoyo que recibió la Argentina de los gobiernos de Francia e Italia y de la Unasur, Celac y Mercosur. Cuáles son las apuestas en Estados Unidos. Los distintos sectores que actúan en Washington. El papel de Paul Singer.

 Por Martín Granovsky

El manifiesto de los cien economistas contra el fallo del juez de Nueva York Thomas Griesa y el artículo del Nobel de Economía 2001 Joseph Stiglitz en The New York Times afirmando que Estados Unidos está “tirando una bomba sobre el sistema económico global” se sumaron estos días a los apoyos políticos que recibió el Estado argentino en la pelea contra los fondos buitre. Pero hasta ahora la acumulación de pronunciamientos no bastó para torcer la decisión de Griesa ni la posición del Departamento del Tesoro.

“Si bien un default es siempre lamentable, no creemos que tenga mayores consecuencias sustantivas afuera, en una base mucho más amplia”, dijo Lagarde. La economista francesa formada en el sector financiero norteamericano advirtió que “el resultado de las decisiones legales que se están tomando en Nueva York en este momento tienen la mayor importancia”, y afirmó que “los principios de la reestructuración de la deuda y la eficiencia de las cláusulas de acción colectiva deberán ser revisadas”.

Ya después del fracaso de la negociación en Nueva York, el ministro de Finanzas de Brasil, Guido Mantega, negó directamente en línea con el discurso del gobierno argentino que se trate de un default: “No creo que Argentina esté en un default pues está pagando su deuda. Les ha depositado a sus acreedores, le pagó al Club de París, pero enfrenta una situación sui generis, que es excepcional, porque quien le impide pagar es un juez estadounidense”.

“Desearía expresar el apoyo de la Comisión Europea a los esfuerzos realizados por la República Argentina hacia la normalización de sus relaciones con los inversores internacionales tras el default en 2001”, escribió el presidente de la Comisión Europea, el portugués Joao Durán Barroso, en una carta que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner recibió el lunes 28 de julio.

En la reunión de Caracas del Mercosur, donde la Argentina recibió la presidencia pro tempore de manos de Venezuela, el bloque integrado por la Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay y Venezuela respaldó a Buenos Aires en su litigio con los buitres. Luego cada uno de los presidentes emitió declaraciones específicas. Lo hizo Nicolás Maduro, lo hizo la brasileña Dilma Rousseff y lo hizo incluso el uruguayo José “Pepe” Mujica, presidente de un país con el que la Argentina mantiene diferencias dignas de una guerra fría. La Unión Suramericana de Naciones y el Consejo de Estados de Latinoamérica y el Caribe no dudaron en ponerse del lado argentino ante el ataque de los fondos buitre.

Antes, Francia y Brasil, entre otros países, se habían presentado ante la Corte Suprema de Estados Unidos como amigos del tribunal y en ayuda de la Argentina. Como se sabe, al final la Corte optó por no analizar el caso, con lo cual dejó en firme tanto el fallo adverso de Griesa como la confirmación de segunda instancia.

Matteo Renzi, primer ministro italiano y presidente de turno de la Unión Europea, dijo en carta a la Presidenta que “he registrado con satisfacción su reafirmación acerca de la voluntad argentina de continuar el pago de su deuda, que es un punto clave de gran valor para los mercados”. Escribió que el gobierno italiano brinda su “disponibilidad para profundizar en las sedes europeas e internacionales los aspectos y las implicancias” de la reestructuración de la deuda argentina y definió que “la certeza y la transparencia de los mecanismos internacionales de reestructuración y de pago de la deuda” representan “valores de gran importancia”.

En su carta al Congreso de Estados Unidos del 31 de julio, cien economistas, que incluyó al Nobel Robert Solow, dijeron que el fallo de Griesa, “y especialmente la decisión que bloquea a la Argentina en el pago al 93 por ciento de los bonistas, podría causar daños innecesarios al sistema financiero internacional, a los intereses de Estados Unidos, a la Argentina y a quince años de la política bipartidaria norteamericana de alivio de la deuda”.

En su papel de vocero de los cien, Mark Weisbrot, codirector del Centro de Investigación en Economía y Política de Washington, dijo que “es opinión compartida entre los economistas que el intento de la Justicia de forzar a la Argentina hacia un default que no quiere nadie, ni el deudor ni los acreedores, que representan más del 90 por ciento, es equivocado y perjudicial”.

Al explicar el default de 2001, dicen los economistas que “por distintos motivos los gobiernos a veces se encuentran en situaciones en las que no pueden continuar pagando su deuda soberana”, pero que después de años de negociaciones “la Argentina alcanzó un acuerdo de reestructuración con el 93 por ciento de los bonistas defaulteados y llegó a un acuerdo de pago con ellos”.

Según los economistas, la actitud de la Justicia podría poner en riesgo la utilización de Nueva York como centro de operaciones financieras para los mercados emergentes.

También elogiaron a la Argentina por su “voluntad de negociar”, que para ellos estaría expresada en el acuerdo alcanzado con el Club de París.

Además de Solow y Weisbrot, firmaron entre otros Dani Rodrik, de Princeton, Branko Milanovic, del Banco Mundial, Kyung Sup Chang, de la Universidad Nacional de Seúl, Michael Cohen, de la New School de Nueva York, Jayati Ghosh, de Nueva Delhi, Luis Niemeyer, de la Pontificia Universidad Católica de San Pablo, y John Roemer, de Yale University.

¿Bomba por descuido?

Consultado por Página/12 sobre el nivel de apoyo internacional, el economista Mariano de Miguel, de la Sociedad Internacional para el Desarrollo, dijo a Página/12 que fue importante y “básicamente político”. Para De Miguel, no bastó porque “la Argentina no logró recibir el apoyo de Estados Unidos”. En su opinión, “en los hechos concretos el gobierno de Barack Obama ni condicionó ni buscó condicionar desde la política la negociación con los holdouts, incluso previendo una omisión de la Corte Suprema”.

“Por un lado, se puede afirmar que a la Corte Suprema no le hubiera costado nada pedir opinión al procurador, dilatar los plazos y anunciar recién el 1o de enero que no tomaría el caso de los holdouts y la Argentina”, dijo De Miguel. “Pero por otro lado están los juristas que sostienen que el apoyo del gobierno de Francia, por ejemplo, cuando se dirigió a la Corte de Estados Unidos utilizó un tono duro del tipo del que la Corte está acostumbrada a rechazar. Muchos expertos sostienen que los fallos y la omisión de la Corte fortalecieron a Nueva York como el sitio paladín de la seguridad jurídica para las transacciones financieras. Cuando Stiglitz dice que el fallo de Griesa y sus consecuencias son una bomba descargada sobre el sistema financiero mundial tiene razón. Pero, ¿es una bomba lanzada por descuido o por decisión?”

En un reportaje concedido el viernes a Infobae TV, Weisbrot recordó un antecedente importante de cuando la Corte Suprema debía decidir si se expedía o no sobre el caso de la Argentina y los buitres: “No creo que la Casa Blanca haya querido que la Corte Suprema rechazara el caso. Sin embargo, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos no permitió que el FMI se presentase como amicus curiae de la Argentina, por lo que la Corte puede haber visto esta decisión como la opinión del gobierno norteamericano en general y por eso decidieron no revisar el fallo”.

Jacob Lew, el secretario del Tesoro desde febrero de 2013, viene de ser jefe de Gabinete de la Casa Blanca y director de la poderosa Oficina de Presupuesto.

Lew está vinculado al corazón del Partido Demócrata y, como judío ortodoxo, está ligado a la sociedad America Friends of Luvabitch, Amigos Norteamericanos de Luvabitch. El presidente de la organización Chabad Luvabitch en la Argentina es el empresario inmobiliario y agrícola Eduardo Elzstein, de IRSA.

El comentario de Weisbrot alude a los mecanismos de decisión en el Fondo Monetario. Las políticas se adoptan con una mayoría calificada del 70 por ciento y para algunas la calificación es aún más restrictiva, del 85 por ciento. Como Estados Unidos tiene el 16,4 por ciento de los votos, puede influir para que no se alcance el 70 por ciento o directamente ejercer su poder de veto cuando la mayoría requerida es del 85 por ciento.

Barack Obama no tiene un panorama fácil. Cuando faltan sólo tres meses para las legislativas de medio mandato del 4 de noviembre, los republicanos impusieron en la Cámara de Representantes (diputados) la media sanción de un permiso para hacerle juicio al presidente porque presuntamente se extralimitó al modificar la Ley de Salud. La aprobación fue con 225 votos contra 201.

Mr Singer

En una situación política cada vez menos proclive a un acuerdo centrista entre demócratas y republicanos, Paul Singer está demostrando cada vez más que no es un actor marginal de la política norteamericana o de las finanzas. Su papel es central como operador financiero, como articulador de políticas dentro de la extrema derecha del Partido Republicano, que busca polarizar el tablero e impedir arreglos, y como dueño del paquete accionario de empresas importantes.

El 24 de julio compró el 6,7 por ciento de Interpublic Group, que nuclea a grandes agencias de publicidad como McCann y FCB. La movida tiene que ver con el diagnóstico según el cual las agencias quedarán cada vez más ligadas al desarrollo de Facebook y Twitter, y para esto deberían a la vez concentrarse y aliarse con las grandes productoras como Time Warner y 21 Century Fox.

El viernes último, Estados Unidos difundió las últimas estadísticas de empleo y crecimiento. El mercado laboral creció en más de 200 mil personas por mes durante seis meses seguidos por primera vez desde 1998. En el segundo trimestre la economía registró un aumento del Producto Bruto Interno del 4 por ciento, contra el 2,5 por ciento del primer trimestre de 2014. Los consumidores duplicaron sus gastos en abril, mayo y junio y lo multiplicaron por más en algunos rubros. La compra de electrodomésticos se incrementó un 14 por ciento, fenómeno que no ocurría desde 2009. Ese año mostró el cimbronazo de la crisis de 2008, cuando se desplomó el banco Lehman Brothers.

Justo cuando la tendencia comienza a cambiar, Singer advierte contra el riesgo de inflación. “Hay aumentos sustanciales inflacionarios en los bienes y esto erosiona a la clase media”, dijo. Y lo peor es que, aunque la inflación es un problema en muchos tramos de la economía global, “la inflación actualmente no está reconocida o registrada por las estadísticas tradicionales con las que se maneja la Fed”.

La Fed es la Reserva Federal, el Banco Central de Estados Unidos.

La inflación allí no es del 25, el 35 o el 40 por ciento. De junio de 2013 a junio de 2014 alcanzó sólo el 2,3 por ciento.

Como una paradoja, la crítica de Singer a la Fed es por izquierda. Afirma el donante de la extrema derecha republicana que la Fed no toma en cuenta en sus estadísticas cómo la inflación golpea a la clase media. “Los presidentes de los bancos centrales se ven a sí mismos como los maestros del universo”, ironizó. “Creen que el mundo les delegó la monumental tarea de lograr la estabilidad y la prosperidad continuas, pero así no es cómo funcionan los mercados libres. Los mercados se mueven según ciclos de dolor y ganancia. Si no hay dolor, no habrá ganancias.”

El punto clave, para Singer, es que “como la confianza en el papel moneda, en los banqueros centrales y en los líderes políticos es injustificable y está fuera de la realidad, la pérdida de esa confianza podría suceder en cualquier momento y llevaría a la siguiente corrida en el sistema financiero global”. Su idea, por el contrario, es la que sigue: “En realidad, sólo los mercados pueden determinar cuándo el tiempo se acabó; no los políticos ni los presidentes de los bancos centrales”.

Si los lectores reemplazan la palabra “mercados” por la palabra “Singer” y luego realizan la operación de reemplazar “Singer” por “mercados”, podrán comprender mejor qué sectores tienen delante suyo no sólo la Casa Rosada sino la Casa Blanca y preguntarse qué impacto tendrá en la pelea con Griesa la enorme distancia entre una y otra.

El mundo financiero

Arnaldo Bocco, un ex director del Banco Central en los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner que suele leer con detalle cada transcripción de las audiencias de Nueva York, destacó el “amplio apoyo” recibido por la Argentina, incluyendo el pronunciamiento de los cien economistas y manifestaciones explícitas como la del gobierno italiano. “El problema es que estamos discutiendo con el mundo financiero, donde lamentablemente no tienen peso ni la Celac ni la Unasur”, dijo Bocco a Página/12. Y aclaró: “No digo esto para minimizar los apoyos políticos, porque permiten pensar en qué margen de acción tenemos en otros ámbitos. Griesa ya permitió un pago en Europa, y eso supone que tiene in mente problemas que podrían llegar a desbordarlo. Los apoyos también inscriben a la Argentina en un debate que está dando Stiglitz cuando sostiene que el mundo carece hoy de un lugar donde resolver las controversias financieras. El tema le importa, entre otros países, a Brasil, porque un problema grave en la Argentina, que es su principal socio, puede afectarlo, porque no crece como antes y porque hay elecciones en octubre”.

Bocco es uno de los subrayan que no se puede evaluar erróneamente las posiciones concretas de Estados Unidos. “La Argentina está recibiendo del Banco Mundial menos dinero del que pone, y ése es un dato político”, dijo.

El economista Mario Burkun, que en la UBA fue profesor de Axel Kicillof y hoy es director de Posgrado de la Universidad Nacional de Moreno, recomendó comparar el rechazo internacional a los buitres con el rechazo a las operaciones militares del ejército israelí en Gaza. “No hablemos de Estados Unidos sino de gobiernos como el de Siria, el de Jordania o el de Egipto”, dijo. “Todos se manifestaron en contra de las incursiones, pero no fueron más allá de las declaraciones para no asumir costos que hoy no están dispuestos a pagar. Más allá de las decisiones finales, en el caso de los separatistas prorrusos de Ucrania, los europeos y los norteamericanos discutieron hasta la adopción de sanciones comerciales a Rusia. También existen formas de protesta diplomáticas como el llamado de atención de un embajador extranjero. Esto no sucede para Gaza y, por motivos distintos, tampoco sucede para Estados Unidos en el caso de los buitres. Incluso la agencia evaluadora de riesgo china decretó el default, que por otra parte sería un problema si realmente se discutiera la entrada argentina en el grupo de los Brics: no aceptan que alguien tenga problema con sus pagos. Obviamente no es un default como el de 2001 porque es muy parcial y pequeño en dinero, y además puede pasar todavía que bancos como el JP Morgan u otros les compren la acreencia a los buitres y luego la negocien con la Argentina.”

Burkun interpreta la dureza del Fondo en su negativa a ser amicus curiae y la del Departamento de Estado en no apoyar activamente a la Argentina en que ambos organismos “quieren el disciplinamiento, y por eso no aflojan”. Igual que “para Griesa los argentinos somos los rebeldes”, y “no importa si uno ejerce la rebeldía o no porque lo que les importa es que para ellos uno termina generando incertidumbre y ellos no quieren la incertidumbre sino la disciplina”.

Agregó Burkun: “Se llame como se llame y sea voluntario o no, el default es tomado como una declaración de guerra. Aunque en este caso la Argentina pague y otro interrumpa el pago. Y es tomado como declaración de guerra porque empresas y países están al borde de hacer lo mismo. Es un leading case para el disciplinamiento así como el caso testigo europeo fue Grecia. A Grecia primero la quebraron y después la rescataron. A la Argentina no la quebraron porque trabajó para pasar la deuda de dólares a pesos. Pero ni el Departamento de Estado ni el Departamento del Tesoro quieren que esto dificulte el crecimiento del 4 por ciento en su país. Están reduciendo la emisión de bonos y títulos para generar demanda. Mientras tanto, todo el mundo busca dinero: Bolivia, Ecuador, nuestras provincias... Los bancos querrán prestar en Londres a una tasa baja o, como los chinos, a una tasa internacionalmente alta del 12 por ciento. ¿Cuál es el mensaje del sistema financiero? Estamos con la Argentina, pero pónganse en vereda. En el mundo hay mucha liquidez a baja tasa y pocos sitios donde poner el dinero. La incertidumbre, real o percibida, les arruina el negocio a los banqueros de afuera y a los locales. El punto es que a nosotros también nos conviene llegar a una solución, que por supuesto debe ser digna”.

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