Domingo, 5 de octubre de 2014 | Hoy
EL PAíS › OPINION
Por Sergio Urribarri *
Cualquier argentino honesto comparte una definición básica: no queremos más el país de diciembre de 2001 ni el que lo precedió durante la anterior década, con todas las secuelas que aún padecemos.
Podemos discutir y polemizar por muchas cosas, pero hoy ésa es la base más amplia de coincidencias del pueblo argentino.
Y es un umbral valiosísimo para impulsar desde ahí cualquier proyecto político-democrático que no sólo expresa a las víctimas de la década neoliberal (trabajadores, jóvenes desocupados, sectores desposeídos, profesionales, pequeños y medianos productores y empresarios), sino a sectores importantes de la economía nacional como industriales, empresarios de la construcción, exportadores, que vieron cómo la economía se subordinaba al capital extranjero y básicamente a la especulación financiera, en desmedro de la actividad productiva.
Asistimos en estos días al embate de agentes internacionales que cargan contra el país que se levantó de las cenizas de 2001, para llevarnos nuevamente al infierno. Los ataques de los fondos buitre no son un ardid del Gobierno: el páramo en el que han convertido a Detroit –que fue centro del capitalismo industrial moderno en el núcleo mismo del imperio norteamericano– es un ejemplo contundente de su capacidad de daño. “Obama le tiene mucho miedo a Paul Singer”, afirma el periodista inglés Greg Palast, que se dedica a estudiar el comportamiento de tales capitales especulativos y cómo extorsionan el poder político en EE.UU.
La agresión de los fondos buitre utiliza todas sus armas, recursos y relaciones para conseguir sus objetivos. Desde la Justicia de Nueva York, a través de Griesa, hasta personajes ominosos del pasado más oscuro de nuestro país, como Barrionuevo anunciando estallidos sociales para diciembre.
Lo que está en juego, entonces, no es sólo el futuro del gobierno de Cristina, sino de la existencia de un país para todos. Y el acuerdo que expresamos la mayoría de los argentinos en no volver al pasado es la principal arma que tenemos para no dejarnos confundir.
Cuando me refiero al conjunto de los argentinos, pienso en todos. En los nuevos sujetos de derechos antes conculcados o inexistentes, los que recuperaron el trabajo y el salario, los que fueron sujetos de verdad y justicia, los que accedieron a mejores condiciones de vida, los que recuperaron o descubrieron el verdadero sentido de la dignidad y la esperanza. Pero también pienso en el mundo empresario, financiero, de la producción primaria e industrial, que pudieron ponerse de pie y ganaron lo que muestra la Bolsa de Valores o sus propios balances contables. Ninguno de estos beneficios es pensable en el país que implosionó en 2001.
Por eso, no hay lugar para especulaciones de ningún tipo y es crucial articular las coincidencias básicas entre los argentinos en una férrea defensa de la democracia que se resume en no volver al pasado, no dar marcha atrás. Desde mi lugar de gobernador de Entre Ríos me atrevo a insistir en una propuesta que formulé abiertamente a toda la dirigencia política en el mes de junio, bajo la forma de un Compromiso para la Defensa de la Democracia Argentina. Propongo a las fuerzas políticas, y a sus candidatos, defender y sostener las conquistas logradas en 30 años de democracia, sea quien fuera el que le toque conducir, a partir del año 2015, una nueva etapa de políticas en beneficio de la mayoría de los argentinos.
Un acuerdo patriótico, donde reivindiquemos todas las políticas que –desde 1983 hasta esta parte– han contribuido al fortalecimiento de nuestra Patria y de su pueblo, y que se instituyan como las bases fundacionales de un status político, social, económico y cultural irreversible para nosotros y las generaciones futuras.
Un acuerdo democrático que asegure que este modelo de acumulación mundial, dominado por el capital financiero especulativo, no termine derrotando al sistema político que, con errores y aciertos, ha permitido que transitemos el período de vida democrática más largo de nuestra historia.
Es necesario y urgente acordar, firmar, sostener y defender este acuerdo patriótico y democrático como un Nunca Más para la defensa de la democracia argentina.
* Gobernador de Entre Ríos.
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