Domingo, 5 de octubre de 2014 | Hoy
DEPORTES › OPINION
Por Diego Bonadeo
¿Por qué son necesarios alrededor de mil trescientos policías y trescientos cincuenta empleados de seguridad privada para “cuidar” un par de piaras de vándalos que luchan por cualquier cosa menos por el club al que dicen defender y pertenecer?
La cifra de “custodios” para el partido que jugarán River y Boca no tiene, paradójicamente –o no–, nada que ver con el partido. Esa es la consecuencia de la suma de complicidades de quienes conviven con la violencia con quienes la generan. Y decir o escribir “violencia” es casi una simplificación.
Es que se les sigue dando protección a quienes habría que darles cárcel. Y es patética la manera como se diagnostica lo que está ocurriendo, como si el accionar de los barras fuese solamente una “sensación”. Como la inseguridad. Y queda naturalizada la cifra millonaria que habrá que desembolsar en concepto de “seguridad”.
Pero nadie toma el ejemplo del presidente uruguayo, Pepe Mujica, que prohibió taxativamente afectar efectivos policiales para partidos de fútbol.
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