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Poco acostumbrado a la polémica, Abel Fleitas ayer se sumó casi involuntariamente a las últimas confrontaciones con el sector privado. “Hay directivos muy importantes de empresas nacionales y extranjeras –dijo– comprometidos en la corrupción.” El jefe de la Oficina Anticorrupción arrojó su acometida en el marco de un seminario organizado en Buenos Aires por la Organización de Estados Americanos (OEA). Mencionó los casos más emblemáticos de las 72 denuncias encaradas judicialmente por el organismo ante la Justicia. El caso IBM-Banco Nación, Siemens o el contrato de Hidrovía, entre otros. Aunque omitió las referencias al presente porque, según dijo después, “no estoy en condiciones de evaluarlo”, nadie pareció tomar en cuenta el detalle.
Fleitas habló en la inauguración del seminario sobre corrupción organizado por la OEA en un hotel céntrico porteño. Ante la presencia de diplomáticos latinoamericanos y el jefe de Gabinete de la Secretaría General de la OEA, Ricardo Mario Domínguez, el funcionario caracterizó aspectos y factores que hacen a la dinámica de la corrupción y las políticas de transparencia comprometidas por su gestión.
En ese contexto, sopesó el rol del sector público frente a los sectores privados y el tenor de las denuncias recibidas por la Oficina Anticorrupción (AO). El cúmulo de denuncias receptadas en el organismo, dijo, demuestran que “los hilos de la corrupción traspasan el sector público y el sector privado”. Las irregularidades advertidas no son exclusivas del sector público porque, dijo, “por los casos que llevamos en la Oficina Anticorrupción se ve claramente que hay directivos muy importantes de empresas nacionales y extranjeras comprometidos en la corrupción”.
Los casos a los que se refirió son conocidos. La mayor parte son denuncias vinculadas con contratos del Estado con empresas nacionales o extranjeras que se arrastran desde la década del ’90. Fleitas señaló casos emblemáticos como IBM-Banco Nación, los contratos de los DNI de Siemens, Thales Spectrum o el contrato de Hidrovía por la concesión por el peaje del dragado y balizamiento del Río de la Plata por sistema de peaje (ver aparte). “Es que aunque ese tipo de situación se fue superando, hubo gobiernos europeos muy prolijos en sus políticas internas que tuvieron gran tolerancia cuando compañías de sus países pagaban coimas en los países donde llegaban”, recordó más tarde en diálogo con este diario.
Sobre los sectores privados involucrados ahora en esa misma dinámica de corrupción, Fleitas prefirió mantenerse en silencio. Tras señalar que su comentario “fue sacado de contexto”, explicó que por su rol no está en condiciones de evaluarlo. Los procesos de investigación y selección de las denuncias que llegan a la OA, dijo, demoran entre ocho meses a un año antes de que sean descartadas o presentadas judicialmente. En este momento, dijo, “hay gran cantidad de denuncias, pero yo no puedo generalizar ni abrir juicio sobre algo que está en plena etapa de evaluación”.
Fuera de la polémica, el seminario de la OEA sirvió de marco para recordar en qué etapa se haya el proyecto de ley con el que Argentina debe suscribir la Convención Interamericana contra la Corrupción de 1996. Fleitas reconoció que sólo tiene media sanción en el Senado, “falta la sanción de la Cámara de Diputados”. Por eso, dijo, “confiamos en que en breve entre en vigor la convención”.
Fuera de su diagnóstico, el jefe de Gabinete de la OEA optó por una intervención medida y acotada durante la apertura del seminario. El organismo, dijo, no intenta “marcar el camino” a sus miembros en materia de lucha contra la corrupción, sino que “genera recomendaciones y cada país verá cómo la aplica o no la aplica”.