Miércoles, 28 de junio de 2006 | Hoy
Benito Jaime Lucini, el tío de Raúl Moneta que ocupaba la presidencia del Banco República, prestó declaración en la causa por asociación ilícita y administración fraudulenta y negó los cargos. El sobrino faltó.
Por Susana Viau
El jueves, durante varias horas, Benito Jaime Lucini, presidente del ex Banco República y tío y socio de Raúl Juan Pedro Moneta, prestó declaración ante el juez federal Rodolfo Canicoba Corral para responder a los cargos de asociación ilícita y administración fraudulenta. No fueron muchas, sin embargo, las novedades aportadas por Lucini, quien volvió a negar su vinculación accionaria con el Federal Bank, el banco de Bahamas que, junto al Citibank y al República, permitió la triangulación, circulación y blanqueo de miles de millones de dólares. Lucini aseguró que las evidencias aportadas en su contra carecen de seriedad y cuestionó la forma en que fueron incluidas en la causa. Negó, asimismo, que el República hubiera vampirizado al Banco Mendoza y arguyó que la caída de las dos entidades se debió a una “corrida” provocada por versiones periodísticas y grupos económicos hostiles. Su sobrino, el emblemático financista del menemismo y actual propietario de medios Raúl Juan Pedro Moneta, debía debutar ayer en los tribunales federales de Comodoro Py, pero volvió a escabullirse (ver aparte).
Lucini hizo una descripción de su trayectoria empresarial y de sus actividades rurales y financieras y luego pasó a responder las preguntas de la fiscalía y del Banco Central de la República Argentina (BCRA), que actúa como querellante. Respecto de los bancos de Mendoza y de Previsión Social, de cuya privatización tanto él como Moneta fueron beneficiarios, Lucini optó por seguir al pie de la letra un antiguo libreto: adujo que fueron presionados por el gobierno mendocino para hacerse cargo de las dos entidades y luego descubrieron grandes desfasajes en su contabilidad. Agregó que la provincia incumplió la promesa de otorgarles los depósitos estatales. Lucini omitió mencionar que ambos bancos habían sido saneados antes de su privatización y que, una vez fusionados bajo el nombre de Banco Mendoza, actuaron como agente financiero. Sólo le fue retirada la recaudación de la empresa de energía, el resto de los servicios, así como los salarios estatales continuaron pagándose a través del Banco Mendoza. Eso explica que su caída pusiera a la provincia al borde del colapso. Lucini negó, además, que una de las causales de la crisis hubiera radicado en las operaciones del call money realizadas entre el Banco Mendoza y el Banco República. Atribuyó, en cambio, el crash a un artículo del periodista Marcelo Zlotogwiazda, donde se describía la catastrófica situación de los bancos del Grupo Moneta. Según Lucini, el artículo provocó el retiro masivo de depósitos. La documentación indica, no obstante, que los retiros de mayor volumen fueron hechos por empresas vinculadas o por amigos y socios de los propietarios del República. Para cubrir esa sangría y las inversiones en áreas no financieras, el República utilizó el auxilio de dinero fresco del Mendoza, primero, y los redescuentos del Banco Central, después. En lo referido al manejo interno del Banco Mendoza, Lucini expresó que casi no participaba del desenvolvimiento de la entidad. No opinaron lo mismo algunos de los integrantes de Magna Inversora (la sociedad compuesta por empresarios cuyanos que detentaba el 30 por ciento del paquete accionario), quienes en su momento reconocieron que las decisiones acerca de las operaciones de call money llegaban “puestas” desde Buenos Aires. O sea, que se trataba de un asunto casi exclusivo de Moneta y su tío Benito.
Un tema capital en el proceso lo constituye la identidad de los propietarios del Federal Bank, el banco off shore de Bahamas que es considerado un pilar de la actividad de blanqueo perpetrada en los ’90. La acusación de la fiscalía sostiene que de haber sido pública la pertenencia del Federal Bank a Moneta y Lucini, muy otra hubiese sido la respuesta del BCRA a sus pedidos de auxilio y al perdón y monto de las multas por transgresión de las relaciones técnicas.
Lucini rechazó de plano cualquier vinculación accionaria con el Federal Bank. Más aún, descalificó la autoridad e idoneidad de la funcionaria del Banco Central de Bahamas que reveló, por escrito, que los titulares de la entidad no eran otros que Moneta, Lucini padre, en una proporción menor, su hijo Pablo Lucini y, en un uno por ciento, el recientemente fallecido Jorge Rivarola. Puede que, al cabo de siete años, Lucini (que oficiaba de presidente del Banco República) haya olvidado que el Federal Bank tenía una oficina en el último piso del edificio de Sarmiento 336, sede del República. Tampoco debe recordar que, para acceder a ella, había que subir una pequeña escalera. Allí trabajaban los dos hombres designados por Moneta y Lucini para controlar lo que, en definitiva, no era sino una productiva mesa de dinero: Eduardo Maschwitz y Pablo Beltrán. Lo que la memoria de Lucini no podrá soslayar es la prueba aportada por el gerente de jurídicos del BCRA, Marcos Moiseeff: la comunicación que con la firma de la gerente de supervisión bancaria del Banco Central de Bahamas, Cassandra Nottage, devela la identidad de los dueños del Federal Bank. Por lo demás, la nota no había hecho sino refrendar lo que, años atrás, el presidente del Banco Central de Bahamas le había revelado telefónicamentre al senador demócrata norteamericano Carl Levin, quien investigaba las maniobras de lavado de dinero: el Federal Bank es de Moneta. Por si fuera poco, los nombres “República” y “Federal” han servido para bautizar los emprendimientos favoritos de Moneta. El Federal se llama, asimismo, la publicación quincenal que edita y está dirigida a los ruralistas.
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