Lunes, 28 de mayo de 2007 | Hoy
EL PAíS › JORGE ALTAMIRA, DEL PARTIDO OBRERO
Por Adriana Meyer
Su verdadero nombre es José Huermus, pero a Jorge Altamira no sólo lo reconocen por los afiches de campaña sino también por su voz, seca y aguardentosa, como le pasó hace poco en un cine. Nació en 1942 en una familia de activistas del gremio gráfico y fue uno de los fundadores del Partido Política Obrera, proscripto por la dictadura. Estudió economía pero no se graduó. Encabeza la lista de legisladores del Partido Obrero, que en su página web lo define “como un dirigente con las características que exigía Bertolt Brecht, que lucha ‘todas las veces, todo el tiempo’”.
–Con la unidad de la izquierda habrían logrado más de una banca. ¿Qué pasó?
–La izquierda necesita un frente unido para combatir a la derecha. Pero no tengo ningún motivo para descartar que el PO meta algún legislador. De todos modos, no se trata sólo de un cálculo electoral. Si uno tiene a tres derechistas y capitalistas monopolizando el escenario político con la unidad lo puede romper y los obligás a discutir los temas de la izquierda. La agenda de debate no debe ser exclusivamente capitalista, que tengan que hablar de la miseria y de la explotación social.
–¿Cómo es una agenda socialista de la ciudad?
–Hay que usar la autonomía para fijar un salario mínimo igual a la canasta familiar, para establecer comisiones de control sobre accidentes de trabajo, empleo en negro y precario. Nuestros rivales dirán que esto va más allá de la jurisdicción de la ciudad pero en Estados Unidos cada estado tiene su propio salario mínimo. Los candidatos les hablan a los vecinos como si el vecino no laburara. El vecino es un sujeto pasivo de la acción del Estado, en cambio un trabajador puede ser protagonista de la transformación del cambio social. Otra cuestión es que hay que municipalizar el transporte, no puede estar organizado por privados. Tiene que haber zonas reservadas a la vivienda social. Y hay que establecer un impuesto progresivo para que paguen los ricos y los trabajadores no vean gravados sus salarios a través del impuesto inmobiliario.
–¿Cuál sería su primer proyecto como legislador, si entra?
–El mismo que presenté cuando fui legislador, el de salario mínimo. El adversario número uno de esta medida fue el entonces presidente de la Comisión de Legislación Laboral y actual jefe de Gabinete, Alberto Fernández. Lo mismo pasó con las seis horas del subte, pero la conciencia gremial estaba muy desarrollada y unos meses más tarde la huelga impuso lo que (Aníbal) Ibarra vetó por ley.
–¿Por qué repetir la experiencia y no otro dirigente?
–Repetirla yo o cualquiera que sea del PO, me parece muy bien. En la asamblea constituyente reciente de Tucumán, en la Legislatura de Salta, la labor parlamentaria nuestra tuvo un impacto descomunal en la población, nos ayudó a transformarnos en un partido popular, con un caudal enorme de votos. En su momento fue importante para desarrollar el movimiento piquetero, las fábricas ocupadas, en medio de la crisis.
–¿A quién le piden el voto?
–Hay explotados que creen que sus problemas como obreros de la construcción son los paraguayos que les hacen competencia. Hemos logrado ganar para la izquierda a gente de la clase media que, teóricamente, es víctima de un populismo de derecha. Lideramos el tema de seguridad en las provincias del norte, y una parte importante de clase media de Salta y Tucumán vota al PO. No somos una nueva izquierda, somos la histórica que nace con el Manifiesto Comunista, con nuestras victorias y nuestras derrotas. Y no hemos estado nunca en el campo de los traidores, no hemos sido estalinistas, ni reformistas, ni apoyamos a la dictadura.
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