Viernes, 9 de noviembre de 2007 | Hoy
EL PAíS › NUEVOS TESTIMONIOS QUE COMPROMETEN A FEBRES
Enrique Fukman aseguró que Febres “tenía la potestad de saber si uno quedaba, o no, con vida”. Relatos sobre nacimientos clandestinos.
“Ni siquiera era ‘Cachito’, como todos me conocían, allí simplemente era el 252”, relató Enrique Fukman ante el Tribunal Oral Federal Nº 5. Fue el segundo testimonio de la audiencia de ayer en el juicio que se le sigue al prefecto Héctor Febres por los crímenes de lesa humanidad cometidos en la Escuela Superior de Mecánica de la Armada (ESMA). El represor fue reconocido por los sobrevivientes que declararon ayer como jefe del “sector cuatro”, responsable de las mujeres embarazadas y quien “tenía la potestad de saber si uno quedaba, o no, con vida”. Tras los testimonios recolectados durante las ocho jornadas del juicio se ratificó que fueron cerca de cinco mil los detenidos en la ESMA. Otra ex desaparecida, María Milesi de Pisarello, aseguró que Febres “salía de los cuartos de tortura más sacado de lo habitual” por lo que participaba de los tormentos. En la audiencia de ayer también declararon María Alicia Milia de Pirle y Lydia Vieyra, dos sobrevivientes que ayudaron a parir a María Hilda Pérez de Donda y a Ana Rubel de Castro, cuyo hijo continúa apropiado.
“Los únicos tres minutos que nos permitían sentir que estábamos vivos era cuando nos llevaban a bañarnos y nos permitían quitarnos las capuchas”, explicó Fukman. Secuestrado por un grupo de tareas el 18 de noviembre de 1978 en San Juan y Avenida La Plata, Fukman salía de la casa de una de las víctimas y querellante en esta causa, Carlos Lordkipanidse. “La bienvenida” a la ESMA la recibió con una salvaje sesión de tortura. Desde que llegaban al centro clandestino los detenidos eran “esposados, engrillados y con las cabezas cubiertas”.
Los hombres eran “colgados de las esposas en las cabreadas y utilizados como bolsas de boxeo” y las mujeres “violadas cada vez que iban al baño”, afirmó Fukman. Sobre el imputado Febres, explicó que “estaba a cargo del sector cuatro”, como se denominaba al sótano. Además de funcionar distintas salas de tortura, el lugar donde las madres daban a luz y distintos cuartos en los que se realizaba trabajo esclavo, otros prisioneros le comentaron a Fukman que allí mataron “y quemaron los cuerpos” de una pareja de detenidos.
María Milesi, a diferencia de otros, fue secuestrada en Uruguay. Las fuerzas armadas de ese país la capturaron en Montevideo en diciembre de 1977. Con ella estaban su marido y su hija de unos 9 meses, que fue entregada a sus abuelos. Febres fue uno de los represores argentinos que participó del operativo y que los trasladó hasta la ESMA, donde los recibió Jorge “El Tigre” Acosta.
Dos sobrevivientes que ayudaron a sus compañeras en los partos reclamaron que el prefecto diga a quiénes fueron entregados los hijos de todas las mujeres que dieron a luz en cautiverio. Victoria Donda, hija de Hilda Pérez y José María Laureano Donda, recuperó su identidad en 2004, a partir de una investigación de HIJOS y las Abuelas. El hijo de Ana Rubel de Castro aún no fue reconocido y continúa apropiado. Los testigos de ayer reiteraron el pedido de acelerar los juicios a los represores y unificar las causas por centro clandestino.
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