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El veto presidencial a la ley de protección de glaciares provocó la primera derrota kirchnerista en la Cámara baja.

–No perdimos.

–En la votación en que se insistió con la iniciativa fueron derrotados.

–Ganaron la votación pero no alcanzaron los dos tercios que necesitaban. No sé qué aplaudió la oposición si no pudo modificar nada.

–Pero la ley había sido aprobada por unanimidad en las dos cámaras.

–La Presidenta aclaró que, por pedido de los gobernadores cordilleranos, se formará una comisión para analizar a fondo el proyecto. Esa comisión ya se reunió una vez y seguirá el tema hasta que se logre un acuerdo.

–Muchos le adjudican el veto a la presión que imprimió el lobby minero.

–Nosotros somos conscientes de lo que significa el cuidado del agua. Soy mendocina, una provincia que es un desierto y donde la escasez del agua es un tema grave. Pero lo que mucha gente desconoce y nadie se encarga de remarcar es que sin muchos de los recursos que aporta la minería tampoco tendríamos Internet ni electricidad.

–Pero el lobby lo habrían ejercido las compañías que extraen oro.

–No es el caso de mi provincia.

–El fin de semana sufrió un escrache de organizaciones ecologistas disconformes con el veto y con los diputados que rechazaron la posibilidad de volver a discutir la ley en el Parlamento.

–La ley se va a volver a tratar una vez que los gobernadores de la región andina planteen sus diferencias. Fueron a mi casa porque vivo en el centro de Tunuyán, una ciudad con 40 mil habitantes, donde se hizo el congreso ecologista. Era fácil llegar. No me molesta que hayan ido a protestar. Soy productora agropecuaria (tiene una hacienda familiar con perales) y sé lo que significa el agua como recurso natural. Lo que no entiendo es por qué se dicen ecologistas y enchastraron toda mi casa y la vereda usando pintura en aerosol. Ellos mismos se contradicen.