Hijo de Ricardo Monner Sans, el conocido abogado constitucionalista que a menudo formula denuncias en los medios con cierta resonancia, Ramiro, además de director del CIJ, es socio de su padre en el estudio familiar, que también comparte con su otro hermano. “Es de tan bajo perfil como yo”, aclara. Hincha, socio y además aspirante a dirigente en el club San Lorenzo, afirma que abandonaría el cargo al que llegó el 11 de febrero de este año si “me enterara de irregularidades cometidas en el marco de alguno de los operativos que realizamos”.

De 42 años y una carrera en el Poder Judicial porteño que incluyó la Subsecretaria de Justicia en tiempos de Jorge Telerman y el Consejo de la Magistratura, tiene a su cargo una estructura con casi veinte empleados muy jóvenes que –denuncia– ya comenzaron a sufrir los rigores de andar por las calles en zonas conflictivas. “Una de las chicas que trabajan conmigo fue asaltada hace unos días en horario de trabajo.”

“La aspiración máxima del CIJ es que el material colectado en nuestras investigaciones se transforme en pruebas”, comenta, aunque aclara enseguida que “el fiscal con el que trabajemos después verá si les otorga ese valor”. Monner Sans pasó por la Franja Morada e inició su carrera en la Justicia con una buena malla de contención política. Que incluye, además de correligionarios, a referentes porteños del Frente para la Victoria, como Víctor Santa María y los legisladores Juan Manuel Olmos e Ivana Centanaro.