Domingo, 27 de diciembre de 2009 | Hoy
EL PAíS › TRES TESTIGOS DENUNCIAN EL FUNCIONAMIENTO DEL PROGRAMA
Terminaron expulsados de la unidad cuando los patovicas se hicieron fuertes. Dicen que se enorgullecían de ser neonazis y amenazaban a los empleados que no estaban de acuerdo. Participaron en una marcha de protesta.
Por Gustavo Veiga
Los tres son jóvenes y se formaron en la Universidad de Buenos Aires. Nicolás Mugico y Emilio Rescigno egresaron de la carrera de Ciencias Políticas y Lucas Osardo está próximo a recibirse en la de Sociología. La experiencia que vivieron en el Programa de Mitigación de Riesgos en Escuelas y Actividades Escolares los unió para movilizarse por la recuperación de los puestos de trabajo y también para denunciar lo que pasa en el lugar. Están preocupados, pero a la vez no dudan en informar los atropellos de los patovicas que ahora dominan las instalaciones que dependen del Ministerio de Educación.
–¿Cuándo comenzaron los problemas en el Programa?
L. O.: –Nosotros trabajábamos con el coordinador del área, Pablo Sette. Hasta que hubo como una separación en el trabajo y se comenzó a notar mucho. Pasó que el grupo de los patovicas se armó más sólidamente, no era un grupito aislado, se aceitó bien. Cuando yo ingresé no había ninguno, en enero de 2006. Pero sí apareció alguno en septiembre de ese año. Una vez que entró Silvio Rodríguez, se iniciaron los contactos con los patovicas. Fue en 2008, cuando se abrió la planta de personal, el momento en que ingresaron ellos.
N. M.: –Comenzaron a verse una serie de actitudes que eran terribles. Como que venían los lunes y comentaban a quién le habían pegado el fin de semana en un boliche. Lo contaban y se reían.
–¿Y se daban cuenta de que ustedes los estaban escuchando?
N. M.: –Es que te lo contaban a vos. Hay una compañera que dijo hasta cómo pasaban videos.
E. R.: –Una vez describieron como una hazaña el modo en que tres o cinco de ellos le pegaron a una persona en un mercado que, deduzco, era boliviana y se había afanado una boludez.
N. M.: –Sí, sí, era boliviano, ellos mismos lo dijeron.
E. R.: –Encima se reían porque había un nenito que lloraba y pedía por favor que le dejaran de pegar. Y le seguían pegando.
N. M: –Hasta fines de 2008 nunca me había encontrado con personas que dijeran boludeces como las que solía decir esta gente: por ejemplo, que Alemania es la madre patria. Se avisaban entre ellos cuándo era el cumpleaños de Hitler. Lo tomaban como una festividad.
E. R.: –Comentaban que tenían contactos con nazis que habían hecho un acto en un cementerio, en el que fueron todos presos.
–¿Están seguros de que dijeron eso?
E. R.: –Sí, lo comentaron.
N. M.: –Este año, cuando comenzó a correrse la bola de que lo echaban a Pablo Sette, empezaron a desbocarse. Aunque todo venía desde que se instaló la empresa de seguridad y empezó a abrirse una comunidad de negocios entre ellos.
N. M.: –Fue el 2 de diciembre. Al día siguiente supuestamente tenía que armar una lista de gente para despedir como coordinador del área. Pero se negó.
–En el desarrollo de esta conflictiva relación laboral, ¿cuándo aparece Flashpoint, la empresa de Seguridad?
L. O.: –A partir de que se juntan muchos patovicas se acrecienta el discurso fascista. Lo que antes era un discurso aislado, se hizo más amplio. En mi caso, yo estaba medio aislado, es como que uno se acostumbra al perfil que se veía.
–¿Qué actividades compartían con las patovicas dentro del Programa?
N. M.: –Generalmente el personal que entraba era para trabajar en la contención del programa o hacer cortes de tránsito. Estas personas tenían contacto con docentes y alumnos todo el tiempo. Y lo siguen teniendo. Por eso, hasta donde sabemos, el sindicato UTE va a hacer un reclamo por el maltrato.
E. R.: –Uno de los símbolos de la Ciudad de Buenos Aires es un águila negra. Bueno, un par de estos personajes se sacaron una fotografía envueltos con esta bandera como si se tratara de la bandera nazi. Estaban felices por eso.
–Ustedes y ATE sostienen que hay denuncias de maltrato en determinados. ¿Qué hechos puntuales ocurrieron?
L. O.: –Hace poquito hablé con alguien que había estado en una marcha con delegados de UTE y comentó que en un simulacro habían sido maltratados docentes y alumnos por varios patovicas. Y tenemos entendido de que hubo quejas en el Jardín Maternal del ministerio y en un colegio de la calle Castro Barros.
–De todos los hechos que ustedes describen, ¿cuáles son los que podrían probar entre aquellos que sucedieron en el Programa de Mitigación de Riesgos?
N. M.: –Una vez vi una carpeta con un currículum que tenía escrita una frase en lápiz que decía: éste no porque pide mucha plata y es negro.
L. O.: –Hay también una mujer patovica que tuvo enfrentamientos, y una vez la amenazó a una compañera: “Tené cuidado con revolver la mierda, fijate que todo vuelve, fijate lo que hacés, en la gente que te quiere”. Esto fue denunciado ante Amato y él no hizo nada.
–¿Qué reflexión final tienen sobre estos episodios?
L. O.: –A mí me parece que esto guarda mucha relación con la política de Macri en la ciudad. Siempre manejó el Programa como si fuera su empresa. Por eso no me extraña que esto se diera así. Uno nunca sabía con esta gente si lo estaban escuchando y, si era así, cuáles serían los resultados.
N. M.: –Yo no tenía una mala relación personal con ninguno de ellos. Pero cuando pasó todo, les dije: ustedes se equivocaron, no pueden hacer esto y a partir de ahí tuve tres días de llama-dos constantes para que lo pensara.
E. R.: –La cuestión es que no puede ser que la seguridad de los colegios esté en manos de un grupo de tareas.
–¿Alguno de ustedes sufrió represalias?
L. O.: –Un día fui al trabajo y estaba con otro compañero, más todos los patovicas. Me puse a hacer algunas cosas y de repente empecé a escuchar el himno muy fuerte en la computadora. Entonces me dijeron que a partir de ese momento tenía que hacer la venia. Les dije si se divertían con eso y uno se paró como para pegarme.
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