Domingo, 6 de abril de 2014 | Hoy
Por Claudia Feld *
Los sitios de memoria se cuentan entre los emprendimientos memoriales más activos de los últimos años. En poco tiempo se han multiplicado los museos de la memoria, señalizaciones, monumentos, baldosas del recuerdo, iniciativas en ex centros clandestinos, y aumentan las propuestas y actividades en torno de estos sitios. Son menos frecuentes, en cambio, los ámbitos en los que estas propuestas son tomadas reflexivamente, más que para presentar resultados acabados para pensar de manera crítica las prácticas memoriales que se plasman allí. El coloquio ofreció justamente esa posibilidad de debate. Entre los muchos temas que se discutieron, quisiera rescatar las principales tensiones que se hicieron evidentes al pensar en algunas de las propuestas de “musealización”, históricas, curatoriales, estéticas y performáticas que se desarrollan en estos sitios. Una primera tensión hacía referencia a la oposición entre lo universal y lo particular: entre las lecciones aprendidas de otras experiencias –como la Shoá– y la especificidad histórica. Los contenidos son múltiples, pero se evidenció en el debate una tensión entre algunas propuestas más universalizantes y otras más particulares que trataban de realzar, precisamente, la especificidad de la historia de cada sitio, dejando en un segundo plano no sólo episodios anteriores, sino también las propuestas ya usuales de museos sobre el genocidio.
Una segunda tensión se propuso en torno de cierto sesgo “sacralizante” que puede observarse en los sitios, especialmente en los ex CCD recuperados: ¿cómo conservar el lugar, cómo reponer la historia, cómo no alterar las huellas de lo que allí ocurrió? Estas intenciones entran muchas veces en tensión con las propuestas de revisar la historia críticamente, proponer temas disruptivos, plantear propuestas que no se contenten con repetir lugares comunes ni con exponer versiones cristalizadas del pasado. Finalmente, se planteó una tercera tensión entre la necesidad de reponer los datos históricos concretos de lo ocurrido en esos sitios y la de hablar del presente, para que la memoria no se refiera sólo al pasado, sino que sirva de punto de partida y referencia para estar alerta hacia los acontecimientos actuales: las continuidades de aquellas violencias del pasado, las similitudes, las posibles reiteraciones, etcétera.
Está claro que estas son tensiones que se mantienen como tales en cualquier tipo de propuesta que se haga. No van a resolverse sino provisoriamente y de manera parcial. Pero puede señalarse como conclusión provisoria que al cobrar conciencia de estas tensiones es posible comprender mejor algunas de las arduas polémicas que se producen al interior de los sitios y públicamente. La paradoja mayor es que los hechos terribles que allí se rememoran reclaman al mismo tiempo nuestro recuerdo y nuestro rechazo.
* Investigadora del Conicet. Directora del Núcleo de Estudios sobre Memoria.
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