Domingo, 29 de marzo de 2015 | Hoy
Por Horacio Verbitsky
La denuncia de Nisman sólo cobra sentido en un contexto más amplio, que excede las fronteras argentinas. Desde las filtraciones de Wikileaks, está claro que toda la información que manejaba provenía de los servicios de Inteligencia de Estados Unidos e Israel, intermediados por la SIDE argentina. Poco se sabe sobre el sentido inverso que esa información recorría, de modo que Nisman terminaba citado como fuente autorizada por los efectores de aquellos mismos servicios, en procura de presionar al tironeado Barack Obama. El fiscal argentino les servía como ariete para forzarlo a que adecuara sus posiciones a las del complejo militar-industrial, bautizado así en 1961 por el general Dwight Eisenhower. Ese fenómeno entonces incipiente, que Ike caracterizó en su último discurso presidencial como una amenaza a la democracia estadounidense, se ha expandido como un rizoma omnipresente que hoy comprende todas las ramas de la industria, la producción y las finanzas y del que forman parte los fondos buitre que litigan contra la Argentina. Este círculo rojo incluye a diversos think tanks financiados por el establishment de seguridad nacional e Inteligencia, al bloque republicano en Capitol Hill, al gobierno israelí del primer ministro derechista Binyamin Netanyahu y a algunos de los medios más poderosos de Estados Unidos y de los países latinoamericanos. Se han declarado en emergencia ante las negociaciones nucleares con Irán de las que participan los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, China y Rusia) más Alemania. Menos conocido aún es que el negociador iraní es el ex canciller Alí Akbar Salehi, quien en 2013 firmó el Memorándum de Entendimiento con Timerman. Y muy pocos saben que ese científico nuclear, que preside la Comisión Iraní de Energía Atómica, vivió varios años en Buenos Aires, donde cursó estudios de perfeccionamiento, mientras sus dos hijas asistían a un colegio católico de Belgrano, porque la familia buscaba una formación religiosa y aquí no había escuelas musulmanas. Las negociaciones continuarán hoy en la ciudad suiza de Lausana.
En audiencias de la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso, convocadas en julio de 2013 y hace once días por los legisladores republicanos Jeff Duncan (presidente de la subcomisión de Hemisferio Occidental e integrante de la Comisión de Seguridad Nacional) e Ileana Ros-Lehtinen (presidente de la subcomisión de Medio Oriente) el gobierno argentino fue señalado como cómplice de un eje del mal con Irán, Venezuela y Cuba, por Joseph Michael Humire, un norteamericano hijo de bolivianos de estrecho contacto con Nisman. Humire fue directivo de la coordinadora internacional de think tanks neoliberales Fundación Atlas, para la cual se especializó en defensa y seguridad, y ahora es director ejecutivo del Center for a Secure Free Society. Su biografía oficial dice que es un veterano de la Infantería de Marina, que participó en misiones de combate en Irak y Liberia y en el Operativo de entrenamiento Unitas 45-04, en América latina y el Caribe. “La combinación de experiencia militar y educación en libertad de mercados ha hecho de él una estrella ascendente en la comunidad de relaciones exteriores y seguridad nacional”, dice Humire de sí mismo, “ofreciendo una perspectiva única en asuntos de seguridad global”.
El periodista argentino radicado en La Paz, Andrés Sal-Lari, escribió en el diario del Estado Plurinacional Boliviano Cambio que Humire estuvo en Santa Cruz de la Sierra durante el alzamiento separatista de 2006. Sal-Lari, quien es corresponsal en Bolivia de la cadena iraní de televisión Hispan TV, lo caracteriza como “agente de la CIA”, pero no aporta ninguna prueba en ese sentido. El 22 de junio de ese año, Página/12 ya había publicado una denuncia del presidente Evo Morales sobre la presencia en Santa Cruz del sargento de marines Humire y de otros militares estadounidenses “camuflados como estudiantes”. Experto en “guerra asimétrica”, en 2014 Humire publicó el libro Iran’s Strategic Penetration of Latin America, tema sobre el que expone en forma regular en Fox News, los diarios Wa-shington Times y Huffington Post, las señales de televisión Univisión, Telemundo, CNÑ, TN-24 de Colombia y The Voice of America, en Washington. En su testimonio del 9 de julio de 2013, ante la Comisión de Seguridad Nacional del Capitolio, Humire citó in extenso un dictamen de 500 páginas en el que Nisman describe una red de inteligencia encubierta que Irán habría desarrollado en América Latina durante treinta años y lo singulariza con la mezquita At Tahuid de Buenos Aires y sus imanes Abdel Karim Paz Bullrich y Edgardo Ruben Assad. Al abrir la audiencia, Jeff Duncan dijo que según la investigación del fiscal argentino esas estaciones clandestinas de Inteligencia de Irán estaban listas para “realizar ataques terroristas cuando el régimen lo decida”, en Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Guyana, Paraguay y Perú. Nada dice sobre las playas de Cancún, que son la única zona de la región que Nisman conocía de primera mano. En sus conclusiones, Humire sostuvo que el eje Irán-ALBA era una amenaza a los intereses estadounidenses de seguridad nacional en la región y mencionó a la Argentina como miembro de facto de la Alianza Bolivariana. Con el mismo método del agujero negro que usaba Nisman, sostuvo que “la ausencia de evidencias” de que Irán haya ejecutado sus planes en la región “no es la evidencia de su ausencia”. Jeff Duncan consideró “profundamente perturbador y completamente inexacta” la decisión del gobierno argentino de no autorizar a Nisman a testimoniar en el Congreso estadounidense, aduciendo que esa audiencia “no tenía relación” con la misión del fiscal, ya que Nisman “envió copia de sus hallazgos al Ministerio de Justicia norteamericano y Estados Unidos tiene un interés vital en conocer mejor las operaciones de Irán en el hemisferio”.
En octubre de 2013, Mary Anastasia O’Grady entrevistó a Humire en el Wall Street Journal y advirtió que el “narco estado represivo” de Bolivia podía convertirse “en un centro internacional del crimen organizado y en un refugio para los terroristas”, como un nuevo Afganistán. Agregó que “Irán podría haber financiado total o parcialmente la construcción de una nueva instalación de entrenamiento militar de ALBA en las afueras de Santa Cruz”. O podría no haberla financiado, claro. Un colaborador en el libro de Humire sobre Irán fue el político boliviano Adrián Oliva, de la Unidad Departamental Autonomista, que en las elecciones de hoy intentará acceder a la gobernación de Tarija. En 2012, Oliva fue el propagandista en Bolivia de una nota publicada en la revista brasileña Veja con el amable título “La República de la Cocaína”.
El recorrido del círculo también puede hacerse a la inversa. Por ejemplo, hace dos semanas, el 14 de marzo, Veja publicó una entrevista con tres supuestos desertores chavistas, quienes dijeron que Irán financió la campaña presidencial de CFK en 2007 y que el ex presidente Mahmoud Ahmadinejad tramitó por medio de Hugo Chávez el encubrimiento de la participación iraní en el atentado de 1994 y la cooperación nuclear argentina con Teherán. Cuatro días después, Humire mencionó la nota de Veja para explicar ante la Comisión de Relaciones Exteriores de la cámara baja en Washington cómo Irán aprovechaba de la corrupción latinoamericana y sus débiles instituciones. Humire se preguntó “en qué medida la nueva ambición nuclear de la Argentina está ligada con el propósito iraní de dominar esta tecnología y si el programa nuclear venezolano y su triangulación comercial con Venezuela tuvieron la finalidad de ayudar a Irán. Tal vez Nisman sabía más de lo que informó. Lamentablemente ya no está con nosotros”. Y el 25 de marzo, Mary Anastasia O’Grady amplificó la denuncia. La columnista del Wall Street Journal admitió que toda historia con fuentes anónimas es dudosa, pero lo subsanó añadiendo que Veja es uno de los medios “de mejor reputación de Brasil, y una tercera persona en quien tengo razones para confiar me ha confirmado que las entrevistas se llevaron a cabo”. A continuación mencionó a Humire y Nisman. Pese a que “ninguno de los tres desertores podía determinar si la tecnología nuclear fue transferida”, y que tal vez “estén contando un cuento”, O’Grady concluyó su bordado con una cita del testimonio de Humire: “Si esto es cierto, entonces creo que todos hemos subestimado la importancia de América latina para la República Islámica. Y, por extensión, ya no podemos permitirnos el lujo de divorciar las actividades de Irán en la región de las negociaciones nucleares del P5 + 1”.
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