Domingo, 30 de agosto de 2015 | Hoy
Por Horacio Verbitsky
Es imposible disociar los acontecimientos de Tucumán y los planteos de la oposición nacional del contexto regional. Esto tiene incluso una proyección global, desde que los países más endeudados de Europa comenzaron a mirar hacia Sudamérica como un modelo viable para la salida de una crisis creada por el neoliberalismo y que no tiene solución dentro de sus estrechos límites. La supeditación de la rebeldía griega a los poderes constituidos se mostró bastante simple y esto a su vez irradió pesimismo y resignación sobre España. Pero el foco está en el Mercosur y la UNASUR, y muy en especial en la Argentina, que es dónde más a fondo ha llegado la contestación a la ortodoxia del ajuste y con mayor éxito. Si, pese a todo, la fórmula Scioli-Zannini se impusiera, la desestabilización del próximo gobierno comenzaría de inmediato, como ya ocurrió en Brasil, donde Dilma Rousseff enfrenta amenazas de destitución desde el mismo día en que obtuvo la reelección, pese a que adoptó el programa de ajuste que durante la campaña había enunciado el candidato opositor Aecio Neves. Esta es una buena lección para quienes puedan creer que bastaría con apartarse de las líneas centrales de los gobiernos kirchneristas para aplacar a las fieras. El blanco de las operaciones destituyentes en Brasil no es sólo Dilma sino también y sobre todo el jefe político del proceso popular, Lula Da Silva, como aquí lo sería Cristina. Es conveniente no olvidar que el final apocalíptico del gobierno honesto y bienintencionado de Raúl Alfonsín fue ante todo una advertencia para quien ya había sido elegido como sucesor, Carlos Menem, quien entendió el mensaje y no hizo nada de lo que había prometido sino todo lo que le exigieron. Algo similar ocurre en Ecuador, con manifestaciones turbulentas contra los proyectos impositivos del presidente Rafael Correa que sólo gravarían al 2 por ciento más rico de la población, y en Bolivia, para entorpecer una reforma constitucional que permita una nueva candidatura del presidente Evo Morales
No es necesaria una mentalidad conspirativa para reparar que esto ocurre mientras las grandes empresas trasnacionales con intereses en la región están reunidas en Buenos Aires para tomar examen a los candidatos, bajo el paraguas de la “Americas Society and Council of the Americas”. Los de la oposición dijeron con sinceridad que liberarían el mercado cambiario y suprimirían las retenciones a las exportaciones agropecuarias, medidas cuyas consecuencias incentivarían la inflación, que sigue en descenso, desfinanciarían por completo al Estado privándolo de recursos para defender a los más débiles, afectarían negativamente el empleo y el salario y abrirían la puerta a un nuevo ciclo de endeudamiento, no para inversiones productivas sino para gastos corrientes. Esta es una amarga medicina que nadie tomaría si no le abrieran la boca a golpes, lo cual completa el pronóstico en caso de que quienes la formulan tuvieran poder para aplicarla.
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